Eréndira Ibarra: El camino fuera de la Matrix Cine Premiere

Hace dos décadas, Eréndira Ibarra entró al cine para ver la primerísima Matrix. En aquel entonces, ella vivía una vida más bien rutinaria.

«Una vida muy programada», explica. «Yo sentía que mi corazón no cabía en la forma en la que la sociedad me quería».

Para la actriz de 36 años, aquellos eran tiempos de funesta adolescencia, llenos de esa sensación de no pertenecer a ningún lugar y de no sentirse cómoda consigo misma. Eran esas las penas que le aquejaban al momento de ocupar su butaca frente a la pantalla grande, creyendo que aquella película cyberpunk sería algo meramente palomero. Pero no fue así.

Matrix de 1999, escrita y dirigida por Lilly y Lana Wachowski, ilustra un mundo virtual mediante el cual –en un escenario postapocalíptico, dominado por las máquinas– una inteligencia artificial mantiene a la humanidad alienada. No obstante, existen mujeres y hombres que logran zafarse de aquella falsa realidad, con el acto simbólico de ingerir una píldora roja. Se convierten así en gente libre, adversarios del sistema que cuestionan su entorno y ven más allá de las apariencias. No sorprende que estos personajes hayan inspirado a una joven espectadora en busca de su propia verdad.

«Viendo la película, desperté», nos dice Eréndira Ibarra. «Me di cuenta de que sí, que no quepo en este mundo, que me quería tomar la pastilla roja. Que quería tomar las riendas de mi vida, tener más control y criticar todo. Me acuerdo que yo era una chavita que cuestionaba algo y todo el mundo me decía: ‘No, shh, calladita te ves más bonita’. Y con Matrix fue así de: ‘No, fíjate que voy a usar mi voz. Voy a decir lo que tengo que decir y voy a ocupar mi espacio'».

Eventualmente, uno de los caminos que eligió la mexicana fue el de la actuación. Ahora, comparte créditos con los célebres Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss en la secuela Matrix Resurrecciones, pero sus primeros pasos en cine y televisión sucedieron hace quince años. En aquel entonces, apenas entrada en sus veintes, Ibarra había resuelto liberarse de ciertos demonios personales y «atreverse a ser feliz», según declaró en 2019 al movimiento Decididas (vía). Y agregó: «Ser actriz me salva la vida, porque si no, no sabría qué hacer con todo lo que siento».

En el país de las sacudidas

Con estudios en CasAzul Artes Escénicas, Eréndira Ibarra se puso a las órdenes del productor Fernando Sariñana (Sexo, amor y otras perversiones) y de la realizadora Issa López (Casi Divas). Más adelante, de la mano de Argos Comunicación, la histrión fue partícipe de las telenovelas Deseo prohibido, El octavo mandamiento y Las Aparicio. Para esta última, ella asumió el papel de Mariana Almada, uno de los más populares de toda su trayectoria, el cual además representaba a la comunidad LGBTQ.

En materia de producciones mexicanas, Ibarra también dio vida a una presa en Capadocia, un rol que construyó a partir de conversaciones con Sara Aldrete, alias «La narcosatánica». Después, tomó de inspiración la vida de Mary Wollstonecraft, defensora de los derechos de la mujer en el siglo XVIII, y de su hija, Mary Shelley –aclamada autora de la novela Frankenstein– para encarnar a una reacia mujer de la Nueva España en Sitiados: México. Recientemente se le recuerda por su trabajo en El candidato e Ingobernable, donde sus personajes coinciden en ser agentes de la CIA.

«He tenido una gran bendición y una oportunidad de hablar de los temas que más me interesan en el mundo a través de personajes extraordinarios que, a su vez, me retroalimentan y me inspiran a buscar perspectivas distintas. A cambiar y deconstruir mis patrones, a desprogramarme», comenta. «Es como si al momento de decidir ser actriz el universo me dijera: ‘Va, voy a mandar sacudida tras sacudida para que Eréndira sea cada vez más plena y entienda mejor lo que quiere hacer en el mundo'».

Fuera de los sets de filmación, la intérprete ha dedicado esfuerzos al activismo social. Como embajadora de Amnistía Internacional, ha sido portavoz en el llamado a las autoridades para el cumplimiento de sus deberes; por ejemplo, ante atrocidades como la desaparición forzada (vía). A esto se suma el anhelo de crear conciencia sobre los derechos de los ciudadanos y la realidad en la que viven.

De residir en el universo de la Matrix, Eréndira Ibarra diría no a las píldoras azules que promueven la manipulación y el conformismo.

“Si me han encasillado en algo, que no me siento encasillada nunca, es en ser rebelde y poner todo en tela de juicio. Y eso es algo que no me incomoda», recalca. «Al contrario, me gusta, porque si no identificamos las cosas que queremos cambiar, si no las hablamos, entonces jamás las vamos a cambiar. Pues ya [mejor] nos tomamos la pastilla azul todos los días”.

Eréndira a través del espejo

Tiempo atrás, Eréndira Ibarra acudió al callback para una serie estadounidense de ciencia ficción con una intención muy particular. Debido a la talla de directores que tendría frente a ella, la actriz decidió contarles sobre la controversial reforma de Telecomunicaciones en México y las medidas que en aquella época se intentaba implementar para contrarrestar su afectación a los derechos humanos.

«Me senté diez minutos a contarles y honestamente creo que esa es una de las razones por las cuales estoy en el proyecto», confesó a Milenio en 2016.

El proyecto en cuestión era la serie Sense8, de Netflix. Y los realizadores eran James McTeigue, de V de Venganza, y Lana Wachowski, de la trilogía Matrix.

Fueron tres años en los que, gracias a ese show, Ibarra se familiarizó con el estilo de aquella visionaria directora, en mucho supeditado a tomas extensísimas e improvisados movimientos de cámara. Semejante aprendizaje lo terminaría aplicando fuera de los terrenos televisivos, al ser fichada para la película Matrix Resurrecciones en enero de 2020. De hecho, la mexicana –junto al resto del talento proveniente de Sense8– fungió como «traductora de lenguaje» para Jessica Henwick y demás coestrellas que apenas estaban descubriendo cómo era Lana Wachowski en la silla de dirección.

«[Lana] confía plenamente en que todas las personas dentro de su set tienen la capacidad de hacer lo imposible, posible. Entonces con esa confianza que ella tiene en nosotres, nosotres debemos tener esa confianza en ella y soltar», comparte Eréndira.

En la cuarta entrega de la saga, Eréndira Ibarra encarna a Lexy, una humana liberada y aliada de Neo (Keanu Reeves) con quien enfrenta codo a codo los peligrosos obstáculos de la Matrix. Por supuesto, hay algo del espíritu disidente e insurrecto del personaje en la misma intérprete. Y para ella, no hay nada mejor que descender hasta la madriguera del conejo con Lana Wachowski, en lo que describe como el acto de fe más gratificante de su carrera.

«[Su estilo] fusiona lo que amo del teatro –la espontaneidad, la magia del momento, el espacio sagrado– con el lenguaje cinematográfico. Pero no de la forma tradicional», concluye. «Con ella nunca sabes y eso es parte de la magia».

Desde el miércoles 22 de diciembre, Matrix Resurrecciones está disponible en salas mexicanas.

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