HURACANES POLÍTICOS DEPREDAN YUCATÁN Sol Yucatán

• Las mafias de los partidos políticos

• Sus cómplices atrincherados en las instituciones electorales corruptas;

• Los selectos empresarios que se vuelven socios de los políticos y hacen fortunas

• Los cárteles que sin problema alguno compran la plaza

Por Roberto López Méndez

Aunque el récord de duración de un huracán le corresponde a Freddy, que en 2023 duró 33 días haciendo estragos desde Australia hasta el sur de África, nosotros le ganamos, pues hemos sufrido sucesivamente no uno, sino varios huracanes que azotaron a Yucatán, y no con duración de unos cuantos días sino, asómbrense, durante seis años que parecieron interminables.

Lo bueno para quienes sufren los acostumbrados fenómenos meteorológicos de la temporada ciclónica es que, al terminar su recorrido devastador, desaparecen para siempre, y lo malo para Yucatán es que los huracanes políticos con duración de seis años que golpean a nuestro estado sí se quedan, e incluso, como si fueran una maldición, se eternizan en los fueros de los cargos públicos para evitar cualquier reclamo y, de paso, para demostrarnos que aún tienen blandido su mazo cavernícola sobre la indefensa sociedad yucateca.

De los huracanes que se ocupan los meteorólogos podemos decir que son por cortesía del calentamiento global, el calentamiento del mar, y los fenómenos del Niño y la Niña, en tanto que de los otros, los huracanes de la política que depredan a Yucatán durante seis casi interminables años, podemos decir que los sufrimos por cortesía del calentamiento social provocado por la desmedida ambición capitalista que pasa sobre todas las leyes protectoras del medio ambiente, igual que pasa sobre los derechos sociales de los pueblos originarios que durante siglos han protegido la naturaleza, y, por si fuera poco, a su paso arrasan también con el estado de derecho que permite la convivencia pacífica de las sociedades. 

Sufrimos los huracanes políticos por cortesía además de otros cuatro elementos que operan juntos y revueltos: (1) las mafias de los partidos políticos; (2), sus cómplices atrincherados en las instituciones electorales corruptas; (3) los selectos empresarios que se vuelven socios de los políticos y hacen fortunas ilegales con el tráfico de influencias y los conflictos de interés; y (4),  los cárteles que sin problema alguno compran la plaza porque en los gobiernos corruptos todo está a la venta.

Y para quienes piensen que es exagerado decir que los gobiernos estatales se han vuelto en realidad huracanes políticos, baste tener en cuenta otra similitud: los huracanes que azotan en las temporadas ciclónicas con frecuencia dañan con sus fuertes vientos y lluvias los hogares de miles de familias, y los huracanes políticos también dañan los hogares de miles de familias al despedir injustamente a los trabajadores que los sostienen con su esfuerzo laboral diario.

Una similitud más es que después de que pasa un huracán, con sus fuertes vientos y el exceso de agua deja miles de damnificados y daños materiales incalculables, en tanto que los huracanes políticos hacen exactamente lo mismo: dejan a su paso miles de damnificados, principalmente de la población más vulnerable, y daños incalculables al estado de derecho.

La salud pública sufre también durante el paso de los huracanes de cada temporada, porque hay inundaciones, se corta la luz, se corta el agua para evitar que se contamine la red de distribución, se cierran los mercados públicos, etcétera.  Y en el caso de los huracanes políticos con duración de seis años, la salud pública nunca mejora, sino empeora, los mercados, por la carestía y la falta de empleos, casi no venden; además a muchos les cortan la luz porque se encarece de manera exorbitante, y el agua se contamina impunemente sin que las autoridades muevan un dedo para impedirlo.

Diferencias

En cuanto a las diferencias, muy marcadas entre ambos fenómenos, se encuentran por ejemplo las compras de pánico, pues si en el caso de los huracanes de la temporada ciclónica la gente compra y acapara por temor, en el caso de los huracanes políticos mucha gente NO compra, pero por otro temor: el temor a los precios, pues, aunque trabaje muy duro e incluso dobles turnos, los salarios que durante muchos años ha pagado el sector empresarial, amo y señor de quienes ostentan el poder político, son simplemente miserables.

Una diferencia más: durante los huracanes meteorológicos, la gente sufre diversos tipos y grados de miedo, pero nadie pone atención a la salud mental, y durante los huracanes políticos, como no hay preocupación alguna por la salud mental, la gente sufre no solamente miedos, sino incluso tristeza en diversos grados, que cuando se vuelve profunda, como nunca ha sido institucionalmente atendida porque la inversión en la salud está reñida con las inversiones que dejan grandes moches, por ejemplo, las inversiones en el Puerto de Altura, cuando la tristeza se vuelve profunda, decíamos, puede conducir al suicidio, que es uno de los flagelos más desatendidos de Yucatán y desde hace años, deshonrosamente coloca a nuestro estado entre los primeros lugares a nivel nacional.

Y estos son apenas unos cuantos de los estragos que sufre Yucatán por causa de los acostumbrados huracanes políticos sexenales, que ojalá algún día se acaben.

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