Juarense rompe barreras: a los 64 obtiene en UTEP segunda licenciatura Diario.mx

Entre los casi tres mil estudiantes que este fin de semana abarrotarán el Don Haskins Center para celebrar su graduación universitaria, una historia sobresale por su fuerza simbólica, su carga humana y su mensaje inspirador.

Es la historia de Graciela De La Cruz, mujer hispana, migrante, profesionista y ejemplo de perseverancia, quien a sus 64 años culmina su segunda carrera universitaria, pero ahora en la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), demostrando que la edad jamás debe ser un obstáculo para alcanzar los sueños. Nunca es tarde para aprender, reinventarse y avanzar.

Originaria de Ciudad Juárez, Chihuahua, Graciela se graduará en Mercadotecnia, con una especialización secundaria en Bienes Raíces Comerciales, como parte de la mayor generación de graduados de otoño en la historia de UTEP, integrada por más de 2,900 estudiantes, de los cuales 2,280 corresponden al semestre de otoño 2025.

Las ceremonia se llevan a cabo este sábado y domingo en el Don Haskins Center, donde convergerán historias de esfuerzo, pero pocas tan profundas como la suya.

La relación de Graciela con UTEP comenzó mucho antes de pisar nuevamente un salón de clases. A principios de los años ochenta, cuando aún residía en Ciudad Juárez, logró inscribirse en la universidad. Sin embargo, una severa devaluación del peso, que pasó de 12 a 24 pesos por dólar, truncó aquel primer intento. Sin recursos suficientes y sin apoyo económico de su hermana Irene en ese momento, tuvo que abandonar el proyecto, aunque la idea de estudiar en UTEP nunca desapareció.

"Yo ya estaba inscrita, vacunada y tenía hasta un 50 por ciento de apoyo, pero la economía cambió todo", recuerda. Aquella experiencia dejó una huella profunda, una espina clavada que el tiempo no logró borrar.

Hace 18 años, Graciela decidió mudarse a El Paso para explorar nuevas oportunidades, luego de haber vivido también un periodo en Los Ángeles. Migró de manera legal tras un largo proceso familiar que tomó más de dos décadas. Llegó con la firme idea de probar suerte durante cinco años, con la convicción de regresar a México si no lograba establecerse. La vida, sin embargo, tenía otros planes.

A pesar de que el deseo de volver a estudiar persistía, durante años la edad se convirtió en una barrera mental. "Pensaba que ya no era mi tiempo", confiesa. Fue entonces cuando la pandemia de COVID-19, en medio de pérdidas y crisis globales, se transformó para ella en una oportunidad de reflexión. En 2021 tomó una decisión que cambiaría su vida: regresar a la universidad. "Mientras muchos vivían pérdidas, yo decidí buscar otra alternativa. Dije: este es el momento ideal", afirma.

El regreso a las aulas no fue sencillo. El inglés representó uno de los mayores retos, especialmente en los primeros semestres. Exámenes complejos, conceptos nuevos y preguntas que dependían de una sola palabra pusieron a prueba su determinación. A ello se sumó el desafío de combinar estudios con trabajo y actividades comunitarias.

Sin embargo, el obstáculo más grande fue el económico. Al tratarse de su segunda carrera, ya no calificaba para ayuda financiera tradicional ni préstamos estudiantiles. Cada semestre implicó una planeación minuciosa y sacrificios personales.

"Si uno se administra, sí se puede salir adelante", asegura. Su fórmula fue clara: disciplina, enfoque y constancia.

A diferencia de su etapa universitaria en el Tecnológico de Ciudad Juárez, donde se graduó como administradora, Graciela llegó a UTEP con una visión clara. No buscaba solo aprobar materias, sino aprender, mejorar su comunicación, dominar el idioma y aplicar el conocimiento en su vida profesional.

Y es que su experiencia como agente de bienes raíces, profesión que ejerce desde hace casi 18 años en El Paso, Texas y Nuevo México, fue un motor clave. "Me encanta ver la cara de mis clientes cuando reciben las llaves de una casa que pensaron que nunca podrían comprar", relata con orgullo.

Para ella, cada cliente es igual de importante, sin importar su origen o condición. Su formación universitaria ahora le permitirá ofrecer un mejor servicio, especialmente en el ámbito de bienes raíces comerciales, área que descubrió gracias a su maestra Carleen Barth, quien le abrió las puertas y confió en su potencial.

Durante su paso por UTEP, convivió con compañeros mucho más jóvenes, quienes la recibieron con respeto y admiración. Lejos de sentirse relegada, encontró en ellos una fuente de inspiración y esperanza. "Trabajar con jóvenes me rejuveneció", afirmó, convencida de que las nuevas generaciones están llamadas a convertirse en grandes líderes.

Señaló que integrarse a grupos de estudiantes mucho más jóvenes fue, al inicio, un reto emocional. Incluso recuerda con humor cómo intentó vestirse de manera más juvenil para pasar desapercibida. Pronto descubrió que no era necesario.

"Jamás sentí rechazo, ni de mis compañeros ni de los maestros", afirma. Por el contrario, encontró jóvenes maduros, centrados y comprometidos. Trabajar en equipo con ellos, asegura, fue una experiencia enriquecedora que le devolvió energía y esperanza, dijo la atleta quien fuera corredora de 400 metros y ahora es practicante de yoga.

Proveniente de una familia numerosa de diez hermanos, la experta en bienes raíces reconoce en Dios su principal sostén, seguido del respaldo incondicional de su familia y amigos. Sus raíces juarenses, su historia migrante y su vocación de servicio marcaron su camino, dijo al recordar a sus padres Cruz y María, originarios de Aguascalientes, México.

En México ejerció como empresaria, empleada y administradora, además de haber tenido una florería que atendía eventos industriales. En Estados Unidos ha mantenido un fuerte compromiso comunitario y religioso, siendo fundadora de una comunidad católica en El Paso.

A quienes dudan de volver a estudiar después de los 50, su mensaje es contundente: "Que la edad no los detenga. Si se está en los 30, 40, 50, 70, 80 o 90, hay que seguir y alcanzar otros sueños... El cerebro es un músculo que hay que ejercitar", dijo quien fuera residente de la colonia Arroyo Colorado y estudiante de la secundaria y preparatoria Altavista.

A los jóvenes y migrantes, los invita a no rendirse ante puertas cerradas y a ver la educación como una inversión de por vida. "La universidad es una herramienta, un capital que nadie te puede quitar".

Tras la graduación, Graciela planea aplicar de inmediato sus nuevos conocimientos en el ámbito inmobiliario comercial, incluyendo la inteligencia artificial. Aunque no descarta una maestría en el futuro, reconoce que primero quiere tomar un respiro y enfocarse en su trabajo.

Con serenidad y optimismo, observa los retos económicos actuales, convencida de que, como en la vida, la economía también es un ciclo que se ajusta con el tiempo.