Don Tomás, el aficionado que convirtió su vida entera en azul celeste por amor al Cruz Azul Periódico Correo
Salamanca, Gto.- Para Don Tomás Salinas Aguilar, el amor por “La Máquina” va mucho más allá de los colores azul y blanco. Su casa, su Volkswagen clásico, su vajilla y hasta su ropa llevan el escudo que le da sentido a su corazón, a su afición y al color de su vida: el Cruz Azul.
Originario de Veracruz, Don Tomás lleva casi treinta años viviendo en Guanajuato, en una comunidad del municipio de Salamanca. Maestro de profesión y cementero de corazón, ha hecho de su pasión por el equipo un sello personal que lo acompaña desde la infancia.
Don Tomás, el aficionado que convirtió su vida entera en azul celeste por amor al Cruz Azul foto: Anna MacielLo que para muchos es solo una afición, para él es un vínculo profundo con sus recuerdos, con su historia y con uno de sus grandes amigos de la secundaria: Carlos Barra Díaz, veracruzano como él, futbolista profesional y quien encendió en Don Tomás la chispa por la camiseta celeste.
“Yo practico el futbol desde muy pequeño. En secundaria tenía 15 años y jugaba con él los días sábados. Me invitaba a irnos a probar a Pumas, a la Ciudad de México. Yo no tuve la oportunidad de ir, pero él sí. Se quedó. Y a partir de ahí empezó a debutar”, recuerda.
Barra Díaz logró llegar al Cruz Azul
Años más tarde, ya siendo cercano a Víctor Manuel Vucetich, Barra Díaz logró llegar al Cruz Azul. Y fue entonces cuando la emoción de Don Tomás se transformó en una devoción que lo ha acompañado toda la vida, no solo por el equipo, sino por la humildad de su amigo y la satisfacción de verlo cumplir su sueño.
Desde entonces, Don Tomás sigue al Cruz Azul a donde vaya. En las aventuras lo acompañan su esposa, Ma. Elena Sánchez, y su pequeño nieto Alvarito, quien ya presume la misma pasión por los colores.
“Es mi ‘bochito’ del Cruz Azul. Lo hemos ido tapizando con los colores del equipo. Cualquier detalle que encontramos, se lo ponemos. A veces hay gente que nos reconoce; otros nos quieren comprar cosas; otros nos critican… pero no les hacemos caso”, dice entre risas.
El famoso Bocho celeste lleva 25 años con él, y cada día recibe un nuevo detalle. Lo mismo su casa: llaveros, playeras, platos, cuadros, fundas, y hasta el piso azul. Su Volkswagen, inconfundible en cualquier carretera del país, le ha regalado anécdotas de todo tipo.
“Hemos pasado de todo. Una vez un federal me paró en la carretera; prendieron la torreta y yo pensé: ¿qué hice? Me espanté. Y solo era para pedirme una foto con el carro. Me asusté… pero luego me reí”, cuenta.
También recuerda aquella ocasión en que saliendo de un partido, tras un triunfo de La Máquina, un aficionado de otro equipo lo detuvo. Temió que fuera para agredirlo o dañar el auto, pero no: solo quería reconocer el buen juego del Cruz Azul.
Hoy, Don Tomás recorre las calles, los estadios y las carreteras del país llevando consigo su amor por el equipo, su admiración por el futbol y, sobre todo, una pasión que lo ha acompañado desde niño y que lo sigue haciendo feliz.
