Desafío Sol Yucatán
- En Tierras del Diablo
Por Rafael Loret de Mola
Lo entiendo ahora. El extinto Papa Francisco legó una sentencia terrible: “el diablo le tiene mucha bronca a México”. Asociaba tal presunción al contrapeso por haber sido el sitio escogido por la Guadalupana para bendecir a Latinoamérica y al mundo. Por desgracia, la conclusión de este Pontífice, muerto en este mismo 2025 tras dolencias infernales, se cumple a cada rato bajo los patrones dolorosos de los elevados costos políticos de la corrupción aunados a tragedias dantescas que, acaso, vemos venir y llegan irremediablemente… acaso de la mano de Belcebú.
El 24 de octubre de 2023, hace poco menos de dos años, el huracán Otis mostró todas las debilidades y perversidades del gobierno de la República, con el entonces presidente López Obrador atascado en un jeep militar y sin bajar a las zonas más afectadas de un Acapulco devastado porque nadie previno los niveles alcanzados por el huracán Otis, tan brutal que exhibió la negligencia total de las autoridades hijas de la inmoralidad y la incapacidad, y su secuela de muertes. Todavía hoy, además, los simulacros en la CDMX recuerdan a los sismos de 1985 de los que la gran capital no ha podido sobreponerse del todo.
El dolor ha sido tan frecuente que algunos lo observan como natural sin que existan medios para paliarlos como tampoco es posible atender con dignidad a los enfermos sobre todo a los niños con cáncer, por la falta de medicamentos y de todo tipo de insumos que pudieran aliviar el brutal malestar de los desahuciados y de los que sufren accidentes brutales que pudieron evitarse como el estallido de una Pipa rebosante de combustible el pasado miércoles 10 de septiembre. Los relatos estremecen y la “abuelita heroína”, quien protegió a su nieta bebé con su cuerpo aunque por ello sufriera quemaduras en el noventa por cierto de su cuerpo hasta fallecer a causa de ello, no es solo un símbolo de la fuerza interior de los mexicanos sino igualmente una imagen que señala cuán pueril puede ser un gobierno superado por una ciudadanía solidaria y ejemplar. Otra vez, es la reacción comunitaria la que es paliativo frente a la enorme ineficacia gubernamental escondida detrás de las bambalinas de la demagogia y los pretextos.
¿Qué hicieron las autoridades? Simple: apurarse a cubrir el encarpetado asfáltico para simular que no fue un hondo bache -que no son tantos según repite la execrable jefa de gobierno de la ciudad, Clara Bruja-da-, el causante del desequilibrio de la pipa fatal que produjo, al estallar, una centena de heridos entre ellos diez muertos que apenas recibieron atención en los hospitales rebasados. Esto también es un crimen de lesa humanidad.
¿Puede esperarse otra cosa en una nación que establece dos criterios para aplicar la justicia mediando un espurio poder judicial hecho añicos por los hijos de un partido guinda, más bien oscuro, que aglutina a lo peor de México? Unos son despreciados y descalificados, sobre todo perseguidos por sus ideas; otros retozan bajo una insolente impunidad que va contra las evidencias de sus corruptelas minimizadas por ser partes de la “familia” lópezobradorista cuya marioneta mayor, Claudia Sheinbaum, no deja de insistir en la falsa “grandeza” de su predecesor, tan tercamente, que cobija a los mayores culpables y los absuelve, protegiéndolos, por formar parte de los “intocables” quienes persisten en sus fechorías porque se sienten superiores al resto de nuestros coterráneos y son mucho peores a quienes se encierra en las mazmorras.
Ya van tres personajes, como se ha repetido, que fueron miembros relevantes del gabinete del icono predecesor y han debido ser exaltados por una mandante de pacotilla atrapada en sus propias mentiras y sabiéndose vulnerable ante las presiones del vecino del norte que sabe aprovechar los puntos débiles para avanzar, sin parar, sobre el territorio nacional, tanto o más que los miserables cárteles adueñados de casi todo el país.
La cacería de USA está siendo exitosa pero, por el momento, solo exhibe la infecundidad de nuestro gobierno. Primero fue Alfonso Romo Garza, jefe de la oficina de la Presidencia en el periodo anterior y quien, entre millones de compatriotas, NO pudo ser substituido. El neoleonés, empresario de cuello muy alto, fue descubierto porque su institución bancaria, Véctor, es simplemente una lavandería de dinero sucio en donde los grandes negocios del señalado y sus cómplices -el mayor vivía en Palacio Nacional-, se cubrían pese a las dimensiones inimaginables de sus beneficios, lo mismo con el agua del sureste que con la tala inmisericorde de árboles de maderas finas a lo largo del trazado del Chu-chú-chú de Andrés por la selva maya; un negocio, nada menos, de ¡treinta y cinco mil millones de dólares!.
El segundo hijo putativo de Andrés es, desde luego, el hoy senador insolente y majadero, Adán Augusto López Hernández, quien como gobernador de Tabasco -luego sería promovido a la secretaría de Gobernación-, designó como secretario de seguridad al líder del cártel de “La Barredora” al miserable Hernán Bermúdez Requena “El Abuelo”, recientemente aprehendido en Paraguay por elementos de la CIA y no con intervención de los súbditos de Omar García Harfuch. El tipejo fue el brazo derecho de Adán Augusto y, por supuesto, en un estado de Derecho éste ya estaría camino de la cárcel sin fuero constitucional.
El tercero es el exsecretario de Marina, con carita de niño bueno y conciencia satánica, Rafael Ojeda Durán, cuyos sobrinos, Manuel Roberto y Fernando Farías, fueron destapados como protagonistas del mayor escándalo de huachicol -que se suponía extinto a decir del miserable expresidente de los abrazos y no balazos-, que realizaban mediando grandes barcos de la Armada en los que también transportaban ¡armas para dotar a los cárteles mayores de México! Jamás se había alcanzado un nivel de inmoralidad semejante en el servicio público. Sí, ¡nos engañaron!
Y no queda espacio, por ahora, para hablar de los que ya tenían denuncias en su contra: los Bartlett -el exdirector de la CFE llegado del peor priismo, su pareja Julia Abdala, y su hijo, comerciante de maquinaria médica vendida a sobreprecio e inútil, arrumbada en los hospitales sin insumos-, los traidores Yunes -miserables por los cuatro costados que se cansaron de injuriar a AMLO hasta que lo convirtieron en socio ofrendando sus sitios en el Senado para dejar pasar la impúdica reforma judicial-, así como Rubén Rocha Moya, Alfonso Durazo Montaño -cuyo hijito “fundó” una ciudad en Arizona además de otras tropelías-, y las gobernadoras Layda Sansores -madre de la ley de expropiaciones y de la persecución a periodistas-, Rocío Nahle, la corrupta compradora de inmuebles, Indira Vizcaíno y Delfina Gómez, corroídas hasta lo más hondo de sus conciencias. ¡Y no hemos mencionado al patán Gerardo Fernández Noroña, el pandillero preferido de los López!
Lo dicho: estamos bajo la férula de un gobierno y una espuria presidenta (e) sin un solo gramo de autoridad moral y miles de kilos de estupefacientes.
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