Verano de terror, El conjuro y compañía El Imparcial
La cartelera de este verano se ha caracterizado por una fuerte presencia del cine de terror de todo tipo, desde dramas psicológicos hasta franquicias multimillonarias.
A inicios de la temporada tuvimos Together (Juntos por siempre) de Michael Shanks, protagonizada por sus productores y pareja en la vida real, Dave Franco y Allison Brie, en un excelente golpe de auto casting. La cinta fluye como un episodio de Cuentos de la cripta, en el mejor sentido. Millie y Tim son una pareja que se muda de Nueva York a un pequeño pueblo por el trabajo de Millie. Tim comienza a dudar de la decisión y de su autoestima.
Por un accidente “sobrenatural”, la relación entre ellos comienza a tener un efecto magnético, literalmente, les es imposible estar separados. Esta atracción fatal llega hasta el extremo del horror corporal, presentando situaciones tan escalofriantes como divertidas. Básicamente una versión horror del simposio de Platón, que habla de la separación del ser humano en dos partes por los dioses.
Weapons (La hora de la desaparición) es quizá la cinta más sobrevalorada del verano. Un cuento de brujas narrado en forma de Rashomon. Zach Cregger (director de Barabarian) presenta los puntos de vista de varios personajes para formar una especie de rompecabezas narrativo, en cuyo centro está la misteriosa y sobrenatural desaparición de todos los niños de un salón de clases, excepto uno. Esto inevitablemente nos lleva a interpretar la historia como una alegoría de la violencia con armas en el país vecino. Muy específicamente las balaceras escolares. Incluso en un momento hay una imagen que vuelve esta interpretación innegable, además que el título mismo es un indicador, ya que los niños, y todo aquel que llega a tener algún contacto con el personaje central del misterio, son convertidos en armas (Weapons). A pesar de su tono muy contenido y lentamente aterrador (que en varias ocasiones recuerda el estilo de David Lynch), para el clímax, Cregger no niega sus orígenes cómicos (The Whitest Kids U’ Know) y se da vuelo con una recreación prácticamente idéntica, a la secuencia más descacharrante de Raising Arizona (Joel Coen, 1987), aderezándola con una conclusión muy al estilo de George Romero, para dejar claras sus intenciones. Interesante y divertida.
Haz que regrese de los hermanos Philippou, directores de Háblame, es una muestra del cine de terror hecho con cuidado, que se adentra a temas psicológicos, en este caso específico, el duelo y la incapacidad de aceptar la muerte de alguien amado.
La actuación de la siempre excelente Sally Hawkins, como una muy perturbada y perturbadora mujer que busca recuperar a su hija muerta, es sobresaliente. La dirección de los Philippou a pesar de tomarse su tiempo en arrancar debidamente, es precisa y logra un ambiente insoportablemente incómodo.
El último episodio de la saga/multi franquicia de los Warren, El Conjuro 4, más que una película de terror se convierte casi en cine de superhéroes, pero con demonios. Ahora en 1986, encontramos a unos Warren ya retirados y algo veteranos, dedicándose a dar pláticas en universidades, donde son ridiculizados por los alumnos. Basada en un caso real, los Warren vuelven a embarcarse en una batalla contra fuerzas sobrenaturales. La dirección de Michael Chaves se concentra en recrear el cine de terror setentero, a pesar de que la historia se desarrolla en los ochenta, presentando secuencias que parecen salidas de El exorcista o La profecía.
Sin embargo, en su clímax se le ocurre citar directamente a Volver al futuro antes de cerrar con una secuencia de auténticos superhéroes en lucha contra el mal. Un ejemplo del cine de terror más desvergonzadamente palomero, que curiosamente cierra con otra secuencia sacada de Raising Arizona. Los Coen están de moda en el terror.
