Creíamos que Nintendo se la jugaba intentando hacer sombra a Super Mario, hasta que llegó DK. Análisis de Donkey Kong Bananza 3d Juegos

Internet se ha convertido en el caldo de cultivo perfecto para quejarse por cualquier razón.
Es fácil encontrarse con mensajes que dicen, por ejemplo, que Nintendo siempre hace los mismos juegos.
Que los japoneses se han acostumbrado a tirar de las mismas ideas y que todo se reduce a seguir explotando sus personajes y sagas más famosas reformulando y retorciendo lo que ya han hecho decenas de veces.
Dicho de otro modo, que no es original en sus creaciones aunque su paleta de colores se vista de ello.
En general, se dicen muchas tonterías.
Y Donkey Kong Bananza para Nintendo Switch 2 viene a acabar con ellas enseñándonos dos valiosas lecciones.
{"videoId":"x9mztv8","autoplay":true,"title":"A SUPER MARIO ODYSSEY le ha salido un DIGNO RIVAL - ANÁLISIS de DONKEY KONG BANANZA", "tag":"webedia-prod", "duration":"785"} En primer lugar, que en Nintendo tienen una magia especial a la hora de crear aventuras épicas y divertidísimas plagadas de plataformas, colores pastel y animaciones de dibujo animado que se ha convertido no sólo en una seña de identidad, sino también en el espejo en el que se miran los desarrollos independientes que quieren acercarse a esa idea.
En segundo lugar, que si por algún casual todo lo que dicen esas malas lenguas resulta ser cierto, ojalá no paren nunca de hacer lo que llevan años "repitiendo", porque no hay otro título que desprenda la palabra videojuego por todos sus poros como lo hace este Donkey Kong Bananza.
La otra cara de NintendoSi el lanzamiento de Mario Kart World era la apuesta segura para vender como churros la nueva Nintendo Switch 2, el caso de Donkey Kong Bananza plantea otro camino igual de necesario para la compañía.
El del mono es el juego que viene a afianzar otra Nintendo, una menos preocupada de cifras de venta y numeritos al final de un análisis, y especialmente centrada en seguir empujando hacia adelante una forma de hacer videojuegos que cada vez se prodiga menos.
Si durante todos estos meses desde su anuncio el nombre de Super Mario Odyssey ha salido a relucir en incontables ocasiones no es sólo porque Donkey Kong Bananza huela a ello, a ese estilo de plataformas clásico en el que ir arrojando ideas y retorcerlas, reformularlas y mezclarlas hasta crear algo que siga sintiéndose como nuevo tras pasar 10 horas en su universo, y tampoco porque detrás del desarrollo esté el equipo que dio vida a la genialidad de la primera Switch durante sus primeros pasos.
Cuando estás a los mandos, entiendes que esa relación va mucho más allá, a una forma de entender el videojuego en el que, tras la acción más inmediata, transformada aquí en un mono mazadísimo capaz de arrasar montañas con sus puños, lo que se encuentra es esa mezcla de magia y descubrimiento que lleva pegándonos a la pantalla desde que nuestros padres decidieron comprarnos una consola.
Frente a las peleas por ver quién tiene mejores graficotes, esta Nintendo es la que se lía a guantazo limpio con quien se le ponga por delante a base de mecánicas, regalándote miguitas de pan a cada paso en forma de nuevas sorpresasque te invitan a querer explorar cada vez más, alejándote del camino principal con la certeza de que vayas a donde vayas, llegues a donde llegues, siempre habrá una sonrisa esperándote.
En 3D Juegos Creíamos que las sujeciones de los mandos de Switch 2 terminarían rotas, pero Nintendo encontró la solución en el mayor miedo de Japón Es una certeza que, creo firmemente, a Nintendo le ha costado vender.
Más allá de todos aquellos que acudimos al mono con fe ciega tras aquél primer tráiler o tras probarlo brevemente en sus demostraciones, a Donkey Kong Bananza le han seguido más cejas arqueadas de las habituales.
No apunto a nadie con el dedo, ojo, me parece hasta comprensible.
Viniendo del pelotazo que fue Mario Odyssey resulta difícil querer abandonar al fontanero en pos de un personaje que, pese a tener joyas irrepetibles, incluyendo el último Tropical Freeze -que es GOTY de la vida-, nunca ha estado a la altura de la principal mascota de Nintendo.
No ayudó tampoco la sensación de que, frente a un Donkey Kong que parecía limitado a destruirlo todo como principal mecánica, era fácil prever que la mecha se le iba a acabar pronto, y que cuando ya hubieses arrasado con un nivel al completo hasta dejarlo en los cimientos, habría poco más que hacer.
Puede que reducir Bananza a esa mera idea le hiciese un flaco favor al potencial de un juego del que, sin saberlo con certeza, dábamos por hecho que incluiría mucho más.
O puede que simplemente fuese un riesgo controlado por parte de Nintendo en el que guardar lo mejor para el final y que la sorpresa fuese aún mayor.
Para quienes sigan atascados en ese paso, en el de lanzarse a la piscina con fe ciega de la misma forma que hicimos muchos incluso antes de mirar si había agua, un mensaje: no hay piscina, es el parque acuático más épico y divertido del verano.
Apuesto por la jugada estratégica porque el propio Donkey Kong Bananza la juega a la perfección.
Con el primer nivel valiéndose de una mina de Banandio como premisa, los primeros compases parecen querer reducir al juego a esa simple idea: aquí hemos venido a destrozar cosas.
En busca de los plátanos gigantes que sirven como motor de la aventura y principal coleccionable, tal y como ocurría en Odyssey pero con generosos matices, el juego te va enseñando a encontrar y destruir esos plátanos por sus enormes mapeados.
Jugando a Donkey Kong BananzaPudiendo golpear hacia delante, hacia arriba y hacia abajo, la intención de esos primeros pasos que sirven como tutorial, son que te acostumbres a la que sin duda será la mecánica principal durante el resto de la aventura.
Puedes destrozar paredes para ver qué hay detrás, hacer túneles que suban o bajen en busca de una salida o una de las muchísimas salas secretas que ofrece cada escenario, y escalar allí donde quieras ahorrarte hacer un túnel para llegar más rápido hasta el pico que corona cada montaña.
Como guía, dos acciones, por un lado un silbido que podrás activar con el botón L y que te marcará el camino hacia el siguiente objetivo principal.
Por el otro, con el botón R, una palmada sobre el suelo o la superficie a la que estés agarrado que, además de aplanar la zona, servirá como sónar para encontrar objetos ocultos más allá de paredes, suelos y montículos de tierra.
De la forma más visual posible, ese peculiar radar que también sirve para recoger objetos cercanos de forma automática, te indicará dónde hay un plátano o cualquier otro de los coleccionables que te rodean.
Puede que el mejor ejemplo de hasta qué punto Donkey Kong Bananza es un juego que invita aún más a explorar de lo que lo hacía Odyssey esté en que, pese a que el silbido lo he tocado lo justo, la palmada ha sido constante.
Es uno de esos juegos que convierte el centrarse en tu objetivo en una misión casi imposible, y aunque podrías correr hasta que salgan los créditos con relativa premura y viendo lo justo de cada mecánica, es en esa inevitable pérdida que te lleva a rebuscar qué más hay por ahí, donde el juego demuestra ser una colección abismal de objetivos secundarios, sorpresas y vueltas de tuerca capaces de distorsionar por completo ideas que parecían no querer ir más allá.
No tarda mucho en avisarte de que aquí no se rompe todo, pero que a base de romper cosas puedes encontrar otro camino, y es entonces cuando el mono echa a rodar y no vuelve a poner el freno.
Esa combinación de golpes, saltos y escaladas, además de otras acciones como surfear sobre rocas o utilizarlas como arma y proyectil, son las que te llevan al poco de iniciarse la partida a conocer a Pauline.
La muchacha ha sido secuestrada por un grupo de simios que vienen a arruinarle el día a DK, como le llama ella en su doblaje al español y como va a resultar inevitable llamar al mono después de esta aventura, y juntos tendréis que encontrar el camino hasta el centro del planeta con la intención de frenar sus planes y poder devolver a la chica a la superficie.
En 3D Juegos Si te quedaste sin tu Switch 2 o Amazon te ha fallado, el culpable de la escasez de Nintendo tiene nombre y apellidos Enganchada siempre a tu espalda, su poder es el de la música, permitiéndote destruir sellos colocados por tus rivales e irrompibles de cualquier otra forma, pero también convirtiéndose en la clave para que DK pueda activar sus múltiples transformaciones.
Mientras viajamos hacia el centro del planeta iremos cruzándonos con distintas tribus y sus venerables líderes a los que, tras arreglarles su disco mágico y montarles una fiesta, nos enseñarán a transformarnos en bestias gigantes que nos aportarán, por tiempo limitado, nuevas habilidades.
Con cada nivel valiéndose de cada vez más materiales para reformular hasta qué punto tu labor aquí es buscar y destruir, desde rocas que explotan hasta ríos de lava que puedes apagar a base de hielo, lo que hacen estas transformaciones es literalmente transformar los límites con los que te topas para difuminarlos al máximo.
La Bananza del mono gigante, por ejemplo, te permite romper estructuras que hasta ahora sólo parecían vulnerables a la explosiones, mientras que la de la cebra, por otro lado, te permite correr a gran velocidad sobre plataformas que antes resultaban demasiado finas y terminaban cediendo ante tu peso.
Pudiendo cambiar entre ellas a tu antojo, siempre que te quede barra de poder o hayas cubierto el escaso límite de oro que te piden antes de activarlas golpeándote el pecho, Donkey Kong Bananza va mezclando unos desafíos con otros para invitarte a aprovecharlas al máximo para acabar con enemigos protegidos por un material en concreto, o alcanzar esa banana que estás viendo a lo lejos y hace apenas unos minutos no tenías ni la menor idea de cómo llegar hasta ella.
A diferencia de Mario Odyssey aquí no necesitas esas bananas para poder llegar al final, pero sí sirven como un coleccionable importantísimo de cara al endgame tras echar a rodar los créditos, y además de por el simple y gratificante deseo de explorarlas y encontrarlas, también te servirán para sumar puntos de habilidad con los que mejorar no sólo las habilidades de DK, sino también la de todas esas Bananzas.
La diferencia entre ir cargado de puntos o no estará en que, por ejemplo, la avestruz sólo te permitirá saltar y revolotear brevemente, mientras que adquiriendo sus habilidades en el menú de progresión podrás sumar acciones como planear más lejos y más rápido, además de sumar huevos que podrás utilizar como bomba cuando los lances en pleno vuelo para acabar con las estructuras o enemigos que tienes debajo.
Donkey Kong Bananza: a la altura de los grandesAprovechemos aquí para hacer una pausa para destacar lo que, muy probablemente, se convertirá en el aspecto del juego que menos se presta al entusiasmo.
Aunque hace un esfuerzo por modificar el número de enemigos en forma de nuevos materiales que te invitarán a golpearles de formas cada vez más creativas, por ejemplo valiéndose del fuego o los pinchos para evitar que puedas destrozarlos a puñetazo limpio, puede que el aspecto más flojo de Bananza se quede en esa limitada variedad.
De forma similar, el reciclaje de sus jefes finales puede terminar escamando a más de uno y, aunque se presentan con nuevas variantes y mecánicas esperando a ser explotadas, ni suponen un desafío reseñable ni destacan por un equilibrio de creatividad con la que te ves obligado a enfretarte a ellos.
En cualquier caso, siempre son lo suficientemente divertidos y ágiles para que, superado el trámite puedas volver a lo que realmente importa, seguir explorando en busca de más misiones secundarias y coleccionables.
Los primeros van desde niveles clásicos de scroll lateral al más puro estilo Donkey Kong Country hasta retos más originales como, por ejemplo, buscar a personajes escondidos entre las rocas de una zona a puñetazo limpio, abrir paso a la luz del sol para que una planta pueda florecer, o recurrir a desafíos en los que terminar con enemigos y destruir estructuras de oro para llenar tu bolsillo.
Retos que consiguen, esta vez sí, hacer de esos enfrentamientos algo más original.
Los segundos se dividen entre las citadas bananas, el oro que recoges para gastar en las tiendas en busca de potenciadores o mapas del tesoro, entre muchos otros usos, unos chips de banandio que podrás canjear por plátanos para ir más allá de los muchos, muchísimos, que esconde cada nivel, y unos fósiles que sirven de moneda de cambio para comprar nuevos accesorios para DK y Pauline.
En 3D Juegos Nintendo nos ha engañado con Mario Kart y su velocidad Más allá de la gracia de ir con un mono pintado de dorado como si fuera un super sayan, la gracia está en que dichos trajes te sirven para mejorar algunas características, como por ejemplo ampliar el sónar de la palmada cuando estás transformado en una bananza, o que una transformación específica dure más de lo habitual.
Con tres niveles para cada traje, la búsqueda de estos fósiles, que referencian a enemigos clásicos de la saga, se convierte en una misión tan divertida y atractiva como la de las propias bananas, y con cofres del tesoro capaces de mostrar su posición en el mapa, será difícil resistirse a la tentación de echar un ojo cada vez que encuentras uno para comprobar si te pilla cerca y te acercas ya a buscarlo.
Que no te extrañe si, cuando acudes al mapa por primera vez, te sorprendes con la genialidad que hace posible Switch 2 y que habría sido impensable en la primera Switch, que el mapa que estás mirando cuente con todos los túneles y destrozos que llevas acumulados porque en Donkey Kong Bananza, cada cosa que rompes, se queda así de forma permanente.
El juego se las apaña para que allí donde se apoyan elementos clave del escenario siempre haya una plataforma irrompible escondida a simple vista, pero habiendo jugado con mis críos en el modo cooperativo, con Pauline pegando gritos que destruyen todo a su paso, hemos llegado a destrozar niveles enteros en busca de coleccionables dejando un panorama tan impresionante como desolador.
Por suerte, por si te da el TOC, desde el propio menú también podrás pulsar un botón que regenerará el terreno de forma automática.
Con leves ralentizaciones sólo cuando hay enemigos creando estructuras mientras tú vas destruyendo otras, una situación que crece y se amplifica bastante más durante el último tramo del juego, hay poco que reprocharle a un juego que resulta soberbio en lo técnico, que luce como los ángeles en todos y cada uno de los mundos que visitas, y que te ofrece unas posibilidades de destrucción que no sólo resultan de lo más satisfactorias, también terminan convirtiéndose en la excusa perfecta para demostrarte hasta qué punto sus ingenieros saben sostener auténticas maravillas con esa misma mecánica.
Mono de GOTYSus homenajes constantes a la saga, ya sea mediante enemigos, personajes o incluso música que puedes coleccionar y escuchar en forma de discos coleccionables, tiene detrás una labor magistral que termina de poner la guinda sobre un pastel memorable.
Puede que la historia de origen de Donkey Kong Bananza sea un pelín más críptica de lo que me gustaría, pero el trabajo a la hora de convertir a sus personajes en dibujos animados y hacer que te enamores perdidamente de ellos, a veces incluso hasta conseguir emocionarte, hacen que la dupla de DK y Pauline sea una que no queramos perder jamás.
Puede que a simple vista, sin detenerse mucho a explorar cada uno de los detalles y sorpresas que el juego esconde entre sus ruinas, sí sea válido aquello de "más de lo mismo".
Al final esto va de saltar entre plataformas, destruir enemigos y recoger objetos, pero cuando te detienes admirar todo el cariño que hay puesto en Donkey Kong Bananza, ya no sólo hacia sus personajes y legado, sino también a la historia de Nintendo creando mecánicas y niveles que da gusto recorrer, resulte inevitable pararse a aplaudir lo que han creado, a celebrar hasta qué punto demuestra por qué nos gustan los videojuegos, y a desear con todas las fuerzas del mundo que, si esto es lo que sabe hacer Nintendo, que por favor, no deje de hacerlo nunca.
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A Mario le ha salido competencia Donkey Kong Bananza Por: Rubén Márquez La Nintendo más valiente se quita de encima lo fácil de vendernos otro Super Mario para apuntar a una aventura que huele al fontanero pero tiene un sabor completamente distinto.
Donkey Kong y Pauline se convierten en una dupla tan divertida como entrañable que demuestra el potencial de Switch 2 y nos enseña que tomando otros caminos también pueden triunfar.
Comprar Donkey Kong Bananza 5 cosas que debes saber Nintendo ha conseguido que no echemos de menos a Mario.
La mezcla de acción y plataformas brilla aún más cuando te sales del camino principal.
Pese a contadas ralentizaciones, es una maravilla técnica.
La variedad de enemigos y jefes es su punto más cuestionable.
Es uno de esos juegos que querrás completar al 100%.
Jugadores: 1 (opción cooperativa) Idioma: Español Duración: 20 horas Ver ficha de Donkey Kong Bananza ¿Cómo valoramos en 3djuegos? (function() { window.
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Análisis de Donkey Kong Bananza fue publicada originalmente en 3DJuegos por Rubén Márquez .