La nueva vida del centro de Saltillo y la calle de Victoria (2) Vanguardia.com.mx

El primer presidente de la República, el general insurgente Guadalupe Victoria, le dio nombre a la calle que hoy nos ocupa, cuando en el último cuarto del siglo 19 se cambiaron los de muchas arterias para homenajear a los héroes de la Independencia y la Reforma.
De ser la calle más importante del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala durante dos siglos y medio, pasó a ser ejemplo de la modernidad y el progreso de Saltillo al unirse el vecino pueblo de San Esteban a la ciudad para formar una sola.
Los saltillenses que pudieron hacerlo adquirieron los terrenos sin fincar y levantaron lujosas residencias y edificios.
La calle se volvió aún más importante al definirse más específicamente la vocación comercial de las dos calles que, al lado norte, corrían paralelas a la de Victoria.
Ya en el siglo 20, en la que hoy lleva el nombre de Manuel Pérez Treviño se quedó prácticamente el comercio al mayoreo y las mercancías de carácter más popular, marcadas en gran medida por las actividades del Mercado Juárez, como ferreterías, curtidurías, yerberías, boticas, es decir, lo que era prácticamente indispensable.
Mientras que Aldama se volcó al comercio de otra naturaleza: tiendas de ropa para hombre, algunas camiserías, ropa para mujeres y otras para niños, alguna especializada en venta y reparación de medias de seda para dama, perfumerías, joyerías, mercerías, telas, estudios de fotografía, así como algunos negocios de comida, el Café Élite y la famosa Nevería Nakasima, por ejemplo, además de otros comercios particulares.
TE PUEDE INTERESAR: La nueva vida del centro de Saltillo y la calle de VictoriaNo obstante su carácter predominantemente encaminado a la vivienda de familia, la calle de Victoria fue tomando un carácter social enfocado al comercio y los servicios para las clases económicas más pudientes: la hotelería de más estrellas, los servicios religiosos de mayor altura, las mueblerías elegantes, las escuelas particulares, las agencias de vehículos automotrices de altos precios, la diversión y el entretenimiento al alcance de las clases media alta y alta.
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y la de Victoria se volvió una calle emblemática para un sector particular de Saltillo.
Era lo que hoy los jóvenes pueden describir con los calificativos “cool” o “nice” y el que AMLO acuñó como lo opuesto a chairo: “fifí”.
Infinidad de actividades sociales, académicas, religiosas y comerciales tenían lugar en las cinco cuadras que de Allende hasta Purcell le quedaron a la calle de Victoria, después de que a principios del siglo 20 se eliminara el tramo que desembocaba en la Calzada Madero y dividía a las dos alamedas, la Alameda Zaragoza en el norte y el Jardín Porfirio Díaz al sur, para unirlas en una sola.
En la acera que ve al norte, entre Acuña y Xicoténcatl, se levanta el imponente templo El Mesías.
Construido por la Iglesia Metodista de México en 1922 en un gran lote baldío que adquirieron desde 1887, el templo fue diseñado por el arquitecto inglés Alfred Giles y luce un gran frontispicio con elementos neoclásicos, columnas dóricas y una torre a su costado derecho.
Con el apoyo de una sociedad metodista, la señorita Lelia Roberts, fundó en 1887 y dirigió por 43 años el Colegio Inglés que, en su honor cambió su nombre a Colegio Roberts en 1922.
Los mejores maestros de Coahuila impartían clases en educación básica, normal, de educadoras y comercial, destacando pronto como una gran opción para la educación femenina en Saltillo.
Cuando en 1934 la directora Roberts se retiró a los Estados Unidos, el Colegio cerró y, tres años después, la señora Manuelita Villanueva de Puig retomó la educación comercial en una institución que nombró Academia Roberts y poco después recobró el de Colegio Roberts.
Lo estableció en la misma calle de Victoria.
Dedicado exclusivamente a la enseñanza a señoritas, ahí se formaron muchas generaciones de muchachas saltillenses que con el certificado de “contador privado” se empleaban en bancos, comercios y oficinas de la ciudad.
El colegio ocupaba un espacio amplio en la parte trasera de un chalet de dos pisos, residencia de la señora Puig, de modo que la exigente directora ejercía una estrecha vigilancia sobre el Colegio.
La presencia y el ir y venir de las alumnas del Roberts contribuía grandemente al bullicio y al gozoso encuentro juvenil de muchachos y muchachas en la calle de Victoria.