Calaveritas fronterizas Diario.mx
En medio del Puente Libre me toca escribir esta columna un día después de las celebraciones por Halloween, Día de Todos los Santos y el Día de Muertos. En otras ocasiones ya he reflexionado sobre la capacidad de la Huesuda de ir y venir de un lado a otro del río Bravo sin pasaporte. Ahora quisiera centrarme en la gran oferta de actividades que existen para estas fechas en una ciudad tan alejada de los alebrijes oaxaqueños y tan cerca del Coco de Pixar.
Antes que nada siempre está la visita obligada a la última morada de quienes ya no están aquí. Por lo que los panteones se engalanan de cempasúchil, alguno que otro ramo cosechado en el Valle de Juárez.
Al caminar entre catrines y catrinas es imprescindible mencionar el tradicional evento de "Altares y Tumbas" del Instituto de Arquitectura, Diseño y Artes en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Un suceso que ya lleva cuarenta y dos ediciones de existencia y que ha calado hasta el hueso, solo basta darse una vuelta para comprobarlo. Indagando descubrí que una de las precursoras fue la maestra Marta Flores de García, quien junto a un gran equipo de artistas idearon levantar los tradicionales altares.
A partir de ese origen decenas de generaciones de estudiantes, profesores y funcionarios han hecho crecer una fiesta que recupera las artes populares de nuestro país como la cartonería, los alebrijes y el papel picado. De tal manera, cada año los equipos estudiantiles se lucen para crear altares y tumbas que deslumbran a quienes asisten para celebrar la vida en la muerte y la muerte en la vida. En definitiva, una tradición que se refuerza por la gran aceptación colectiva que se ha ido construyendo con el paso de los años.
Pero déjeme decirle que no fue lo único que había para hacer. Antes me pasé por el gimnasio "Neri Santos" a visitar el altar de muertos en memoria de los y las luchadoras que ya están en la Arena Celestial. Déjeme contarle que una de las principales impulsoras de este altar es la icónica luchadora de nuestra ciudad, "La Sirenita”. Ella junto al apoyo de toda la comunidad luchadora mantienen la memoria de esos artistas del ring que han sido ídolos para la región.
Desde ahí caminé unos metros hacia arriba con rumbo a la Ex Presidencia o Centro Municipal de las Artes donde en la explanada se hace el montaje de más altares. Entre los personajes de siempre, como Pancho Villa o María Félix, también resaltaron los dedicados a juarenses. De pasada aproveché para disfrutar algo de las "oldies" en la Plaza de Armas junto a los Pachucos bailadores. Recordando así al Pachuco de Oro, que ya anda junto al Loco y Don Ramón tirando chancla en las alturas.
Ya en la tarde y después de haber comido unas buenas enchiladas me dio por visitar la Casa de Juan Gabriel para apreciar el Desfile de Muertos, que ya es una tradición legada por el buen James Bond para la Ciudad de México primero. Entre danzantes, carros alegóricos y mojigangas fueron avanzando los contingentes que llenaron la 16 de color, música y aromas que nos hacen saber que hay algo más después de petatearnos.
Para ir cerrando la noche del 2 de noviembre me escapé hasta la calle Madero para visitar el centro cultural de mismo nombre. En esa casona resaltaron los números artísticos, los altares dedicados a la artista “La Catrina”, acompañantes caninos y el hecho por el Grupo Scout #4 para el Niño Artillero. El broche de oro fue la visita al Sótano “Mictlán” de la casa donde se instaló la exposición “El otro lado” de Ana Arredondo Betancourt.
Y porque nunca está de más terminé en La Nueva Central para disfrutar un pay y hacer valer ese viejo dicho, “el muerto al pozo y el vivo al gozo”. Sin duda fue un fin de semana donde vivos y muertos disfrutaron del reencuentro. Le escribo para una nueva exhibición del “Museo Fronterizo”. H. H.
