En aquel tiempo… la revolución se reunió en Aguascalientes Heraldo de Aguascalientes

El próximo jueves, 10 de octubre en el calendario y contando, en punto de las 15 horas, se cumplirán 110 años del inicio de trabajos de la Convención Militar Revolucionaria de Aguascalientes, que días después, el 14 de octubre, se proclamó Soberana.

En aquel tiempo Aguascalientes fue durante poco más de un mes, la capital de los ciudadanos armados de México, o más bien de los representantes de aquellos que habían peleado para lavar la afrenta propinada al país y al Estado de Derecho por el Ejército Federal -nada más y nada menos- encabezado por el general Victoriano Huerta, que encarnó la contrarrevolución en contra del gobierno legalmente constituido de Francisco I. Madero.

Me encantaría contarle sobre lo ocurrido aquel día de principios de otoño, la estación del ferrocarril pletórica de convoyes venidos del norte, del bajío, del Ombligo de la Luna; los uniformados buscando algún hotel donde instalarse, o al potentado que ofreciera un cuarto de su casa para hospedar al visitante, pensando en obtener de esta forma alguna protección en contra de los desmanes que se preveía cometería más de algún ciudadano armado: total, ya se sabe que en revolución armada ganancia de pescadores, o lo que es lo mismo, ¡chino libre! con lo que haya enfrente, sin más ley que la de mi pistola, mi compañía o mi división.

Me gustaría platicarle de los delegados arribando al teatro Morelos, procedentes de la plaza, de los hoteles, de la estación del ferrocarril; de la multitud reunida alrededor de las puertas del coliseo de la calle República para ver a aquellos personajes que de momento representaban su papel de hombres armados que se convertían en hombres de palabra.

Contarle del clima, de la banda de música que interpretó las melodías de moda, o del gusto de estos hombres, algunos de ellos felices con sus 15 minutos de gloria; otros de mirada calculadora, a ver qué pescaban en este río revuelto, ganancia de revolucionarios.

De veras nada sería más de mi agrado que contarle sobre estas cosas pero, con la pena: todavía no había nacido… Tampoco puedo contarle de las celebraciones del cincuentenario, encabezadas por el presidente Adolfo López Mateos, que aprovechó el viaje para despedirse de Aguascalientes -terminó su mandato poco más de un mes después-, inaugurar el primer museo del estado, el de la Insurgencia de Pabellón de Hidalgo, y, digamos, reinaugurar el Teatro Morelos, que estaba bastante ajado y fue sometido a una profunda restauración, no sólo para tenerlo flamante para esta efeméride, sino sobre todo para darle vida nueva.

No puedo contarle sobre estas cosas porque si bien ya andaba yo pisando esta tierra, todavía no tenía ni la más mínima consciencia para interesarme en semejantes asuntos. Por lo tanto, no tengo ningún recuerdo sobre esto, ni del vuelo del avión presidencial Fokker F27 en busca de la pista de aterrizaje, ni del desfile del presidente por las calles de la ciudad, ni de la lluvia de papelitos tricolores a su paso… De nada de esto me enteré.

En cambio sí pude contarle de las celebraciones del 75 aniversario, en octubre de 1989, a las que asistí, probablemente gracias a la invitación del sociólogo Jesús Gómez Serrano, a la sazón director del Archivo Histórico y artífice de un inolvidable programa académico que contó con gente conocedora de la historia de México, que ya entonces admiraba yo, y que sigo admirando: Luis González y González, Arnaldo Córdova, Gastón García Cantú, esto aparte de una espléndida obra de teatro dirigida por Marta Luna. Un hecho valioso para mí fue que en alguna de estas conferencias conocí a mi amigo Gustavo Arturo de Alba, que poco después se convirtió en editor de mis garabatos y barbaridades…

Ahora tengo la intención de contarle lo ocurrido en la ceremonia del centenario, de hace 10 años, en una serie que posiblemente trascienda al próximo año; así de detallada será. Además incluiré mi resto, es decir, algunas reflexiones en todo a este tema del que fui obsesivo cultivador, dado que durante 1989 leí un montón de textos sobre el tema, por ejemplo “La soberana Convención Militar Revolucionaria de Aguascalientes, del coahuilense Vito Alessio Robles, un libro que aporta valiosa información no solo de la convención, sino también de la ciudad, dado que el personaje aprovechó el viaje para hacer un poco de turismo. Su descripción del flamante templo de san Antonio es muy interesante.

Concluyo por lo pronto señalando que este es uno de los temas que más han llamado mi atención, más importante que otros que me han interesado lo suficiente como para investigar y escribir diversos textos, el grabador José Guadalupe Posada, Saturnino Herrán, la Virgen de la Asunción, el gobierno de Luis Ortega Douglas, pero menos que el Ferial de Aguascalientes que es el tema de mis desvelos, el más grande de todos, pero esa es otra historia…

     (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).