La 4T, nuestra guía moral Excelsior

De la misma serie de la república amorosa y de los abrazos, no balazos, llega un nuevo capítulo de moralidad con la Guía Ética para la Transformación de México —que viene a complementar la Cartilla Moral de Alfonso Reyes que difunde el gobierno de la 4T—, anunciada el pasado jueves por el presidente López Obrador y Jesús Ramírez Cuevas, coordinador general de Comunicación Social y Vocero de la Presidencia.
No se trata de un episodio de ciencia ficción o una cortina de humo.
Las autoridades cumplen una promesa de campaña con el nuevo texto.
Nuestro gobierno —liberal— nos brinda este interesante documento conformado por 20 máximas que marcarán la historia de nuestro país.
La guía nos “ofrece los principios y valores generalmente considerados como positivos para la construcción de una vida y una sociedad mejores”.
La idea no es dictar principios éticos para las tareas de gobierno y a los funcionarios públicos, sino enseñarnos a vivir como mejores personas, en parte, por las respuestas incompletas que nos brindan las religiones tradicionales.
La guía, con una enorme riqueza intelectual y resultado de una gran reflexión —a nivel de los grandes pensadores clásicos—, nos lleva a darnos cuenta de verdades absolutas que nos faltaban en nuestra vida en sociedad.
¿Quién necesita seguridad, salud o bienes básicos cuando tiene la moralidad de la Cuarta Transformación? Falta espacio para describir la complejidad del texto.
Frases como “el agradecimiento es la mayor virtud de una buena persona”, “no se debe enfrentar el mal con el mal” o “no hay mayor satisfacción que tener trabajo y disfrutarlo” seguramente serán glosadas por intelectuales que aún no han nacido.
Como ya lo ha dicho nuestro Presidente, la riqueza corrompe.
Por eso, desde el inicio del documento se declara que la “competitividad, la rentabilidad, la productividad y el éxito personal” funcionan “en contraposición a la fraternidad y a los intereses colectivos”.
También, ahora es claro el por qué se le pidió a la madre naturaleza su beneplácito para el Tren Maya.
Como dicta el principio 20, “tenemos el deber de compartir nuestra atribución de dignidad con todos los seres vivos del mundo e incluso con las cosas inanimadas, como la atmósfera, los ríos y océanos y los yacimientos minerales”.
Por eso tiene sentido que no se persiga a los miembros de la 4T.
Basta que crean y se arrepientan de sus pecados.
Ahí están John Ackerman e Irma Eréndira Sandoval y sus propiedades.
Manuel Bartlett y su mala fama.
Incluso René Bejarano y Pío López Obrador con sus videoescándalos.
Aunque Ramírez Cuevas nos aclaró que es una guía y no una ley, realmente es digno de admiración la audacia de no circunscribirse a 10 prescripciones, sino a 20, que merecen ser talladas en piedra.
Claro que habrá escépticos que criticarán esta gran obra.
Que dirán que esos principios no son aplicados por nuestros funcionarios públicos.
La realidad es que no se trata de predicar con el ejemplo.
Como dicta el refrán, “hagan lo que les digo, no lo que hago”.
Por algo la congruencia no es uno de los principios de la guía.
Los recursos que se invertirán en esos 10 millones de ejemplares a ser imprimidos valdrán su peso en oro.
Sabemos que no todas las demás necesidades están cubiertas —salud, economía, seguridad—, pero hay que empezar por las más importantes.
              Columnista: Ricardo Alexander MárquezImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0