Descubre la planta milenaria que alivia el estrés, calma los nervios, reduce la ansiedad y potencia la memoria: así puedes incorporarla a tu rutina Infobae
En tiempos marcados por el agotamiento mental, el insomnio y la sobrecarga emocional, algunas soluciones naturales están cobrando un renovado protagonismo. Una de ellas proviene de la herbolaria tradicional y se ha ganado un lugar en el botiquín de quienes buscan equilibrio sin recurrir a fármacos.
Esta planta, valorada desde la antigüedad por su efecto calmante y su influencia positiva sobre la concentración, se prepara fácilmente y promete aliviar no solo el sistema nervioso, sino también mejorar la función cognitiva. Cada vez más personas recurren a ella como complemento para enfrentar las exigencias del día a día.
La melisa: una hoja discreta con grandes efectos
Pocos la reconocen a simple vista, pero sus propiedades han sido transmitidas de generación en generación. La melisa, también conocida como toronjil, ha sido utilizada en diversas culturas como remedio natural contra el desasosiego, el insomnio y los episodios de tensión mental.
Su acción sobre el sistema nervioso central la ha convertido en una aliada confiable para quienes atraviesan etapas de sobrecarga emocional o buscan serenidad sin efectos secundarios.
Este arbusto de hojas aromáticas y bordes dentados contiene aceites esenciales como el citronelal y el geraniol, compuestos responsables de su efecto relajante. A diferencia de otros calmantes naturales, la melisa no genera somnolencia abrupta ni interfiere con las actividades cotidianas. Su acción es gradual, reconfortante y actúa especialmente cuando el cuerpo y la mente se ven superados por el ritmo moderno.
Además de su influencia directa sobre el estrés, también contribuye a mejorar la retención de información, haciendo de ella una planta útil para estudiantes, profesionales o adultos mayores que desean mantener activa su capacidad mental.
Cómo se prepara y en qué momento tomarla
La forma más común de consumir melisa es en infusión. Para ello, basta con colocar una cucharada de hojas secas o frescas en una taza de agua caliente y dejar reposar de 5 a 10 minutos. Se recomienda evitar que hierva junto con el agua para no perder sus compuestos activos. Una vez filtrada, puede tomarse sola o combinada con miel o unas gotas de limón.
Lo ideal es consumirla dos veces al día: una por la mañana, para comenzar el día con equilibrio, y otra por la noche, especialmente si hay dificultades para conciliar el sueño. En momentos de crisis nerviosa, también se puede tomar una tercera dosis, siempre bajo moderación.
Para quienes prefieren alternativas diferentes, la melisa también se encuentra en presentaciones como cápsulas, extractos líquidos o incluso en aceites esenciales que pueden aplicarse en difusores o inhalarse de forma controlada.
No obstante, como ocurre con cualquier planta medicinal, su uso debe estar supervisado en caso de embarazo, lactancia o si se está bajo tratamiento con fármacos antidepresivos o ansiolíticos. Aunque es considerada segura, puede interactuar con algunos medicamentos, por lo que consultar a un profesional de la salud nunca está de más.
Una planta con historia y respaldo científico
El uso de la melisa no es reciente. Existen registros de su aplicación en la medicina griega, donde Hipócrates la recomendaba como calmante natural. También en la Edad Media fue muy valorada por alquimistas y médicos, quienes le atribuían efectos benéficos sobre el estado de ánimo y el aparato digestivo.
En la actualidad, distintos estudios han analizado su acción sobre el sistema nervioso. Investigaciones recientes han demostrado que el consumo regular de melisa puede disminuir significativamente los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés. Además, algunos ensayos clínicos han observado mejoras en la atención sostenida y la memoria inmediata en adultos jóvenes y mayores tras su consumo controlado.
Su efecto ansiolítico se asocia a su capacidad para aumentar la actividad del neurotransmisor GABA, implicado en la sensación de calma y bienestar. De ahí que su uso sea frecuente entre personas con trastornos leves de ansiedad o con dificultades para conciliar el sueño.
La melisa no solo ha resistido el paso del tiempo como remedio popular, sino que además ha encontrado respaldo en la comunidad científica, lo que la coloca entre las opciones naturales más recomendadas por terapeutas holísticos y profesionales de la medicina integrativa.
Del jardín al descanso mental
Su cultivo no requiere grandes cuidados. La melisa puede crecer en jardines, macetas o balcones siempre que reciba sol directo durante algunas horas al día. Su aroma cítrico, además de agradable, actúa como repelente natural de insectos, y sus hojas pueden usarse también como aderezo suave en ensaladas o bebidas refrescantes.
Tener melisa en casa es más que una opción estética: es una herramienta al alcance para quienes buscan momentos de quietud sin desconectarse de sus actividades. Algunas personas han empezado a incorporar sus infusiones como parte de rituales vespertinos, para marcar el fin de la jornada y favorecer un descanso profundo. Otras, la llevan en frascos pequeños como esencia para inhalar en momentos de tensión.
Lo cierto es que su efecto no solo se percibe a nivel físico. La melisa representa, para muchos, un retorno a lo simple: un recordatorio de que el bienestar también puede encontrarse en lo pequeño, en lo natural, en aquello que crece en silencio y ofrece equilibrio cuando más se necesita.
