“Es necesario revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales que han sido queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos”, afirmó León XIV desde la sala Clementina del Palacio Apostólico.
El pontífice calificó el contexto actual como “un cambio de época” y subrayó que la Iglesia católica continuará haciendo “oír su propia voz” frente a los desequilibrios globales, las injusticias y la fragmentación social. “Es necesario remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia entre los continentes, los países e incluso dentro de las mismas sociedades”, añadió, enfatizando que esta es una “tarea de quien tiene responsabilidad de Gobierno”.
En su mensaje, León XIV también hizo una defensa clara de los derechos de los migrantes y de la dignidad humana sin distinción de origen o condición. “Nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona […] desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo a los desocupados, sean estos ciudadanos o inmigrantes”, sostuvo.
El Papa recordó que él mismo es “descendiente de inmigrantes” y se identificó como “emigrado”, haciendo eco de su biografía personal, al haber nacido en Chicago con raíces peruanas. Estas afirmaciones lo colocan en contraposición con las políticas migratorias de gobiernos como el de Donald Trump y de varios países europeos.
León XIV también abordó la importancia del lenguaje en la construcción de la paz. “La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no solo con las armas”.
Con estas declaraciones, el pontífice delineó algunas de las prioridades de su pontificado: defensa de la dignidad humana, promoción del diálogo internacional y atención a los sectores más vulnerables, en un contexto de tensiones geopolíticas y desigualdad creciente.