Citla, el perro que se volvió el ángel guardián del Pico de Orizaba Grupo Fórmula

Balto no era el único… también está Citla.

Y es que este ‘lomito’ se convirtió en leyenda al ser un verdadero ángel guardián de la montaña. Esta es su historia.

Era de madrugada y sólo había oscuridad cuando integrantes de una familia de alpinistas buscaban con desesperación el camino para bajar del Pico de Orizaba, llenos de miedo por el peligro a morir congelados.

Pero como si se tratará del canto de un ángel salvador, escucharon a lo lejos el ladrido de un perro. Citla llegó a rescatarlos, y gracias a él encontraron el camino de regreso y sobrevivieron.

Ésta es una de varias historias que cuentan alpinistas mexicanos y extranjeros que subieron al Pico de Orizaba y conocieron a este ángel guardián, un perrito huérfano y lleno de cicatrices, pues se dice que peleaba con coyotes desde que era cachorro.

Hay dos historias sobre su origen:

La primera es sobre un albañil subió a la Sierra Negra para trabajar en la construcción del Gran Telescopio Milimétrico, llevando con él a su cachorrito para que le hiciera compañía y no se sintiera solo.

Otra historia relata que su mamá se lanzó a mordidas contra un camión que había subido a la montaña, sólo para defender a sus cachorros. Lamentablemente el camión la terminó arrollando, dejando indefensos a los perritos. Cuando un trabajador intentó rescatar a los cachorros, Citla se resistió y decidió internarse en el bosque del volcán.

Se dice que el perrito empezó a acompañar a los alpinistas en su ascenso por el Citlaltépetl, y con el tiempo fue conociendo todos los senderos del volcán, lo que la hizo popular y querida por la gente por ayudar a quienes se perdían. La gente lo bautizó como Citla.

Se dice que Citla se refugiaba en 3 lugares: la caseta de vigilancia del Gran Telescopio Milimétrico, la Cueva del Muerto y la parte alta de la montaña, por lo que su cuerpo se acostumbró a temperaturas de menos 11 grados y a las altas presiones de la montaña.

Citla llegó a ser conocido como ladrón de comida, pues siempre le quitaba la comida a los alpinistas, por lo que nunca comió croquetas. Se acostumbró a comer carne seca, salami, salchichas, atún o pollo rostizado, que era lo que robaba a los montañistas incautos que pasaban por la zona. Evidentemente también conseguía sus propios alimentos, como conejos o ardillas.

Algunos montañistas lo captaron en video corriendo sobre la nieve, adelantándose para mostrarles el camino de ascenso a los escaladores. Muchos alpinistas lo recuerdan por avisarles de serpientes u otros animales rastreros peligrosos en el camino.

Veterinarios que lo atendieron descubrieron que su corazón era mucho más grande que el promedio normal de cualquier perro, las almohadillas de sus patas crecieron para permitirle caminar por la nieve y su pelo se adaptó para poder aguantar las bajas temperaturas de la montaña.

Finalmente, el 28 de septiembre de 2017, Citla murió por su enfermedad, siendo sepultado a 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar. La comunidad de alpinistas lo despidieron con flores, sus juguetes favoritos e incluso con pollo rostizado, para dejar descansar a este ángel de la montaña en el Pico de Orizaba, lugar que siempre fue su hogar.

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