DESAFÍO Sol Yucatán

Pulmonía Putrefactus

                                Por Rafael Loret de Mola

     México sufre una grave enfermedad conocida como la pulmonía putrefactus y corruptitis. Lo malo es que no tenemos medicinas para remediarla; incluso visitamos la súper farmacia del Bienestar y solo encontramos anaqueles vacíos y un recadito de la señora Claus -en México le llamamos Claudia Sheinbaum-, en el sentido de que muy pronto llegará el abasto, lo mismo que la gasolina de Dos Bocas por la cual fue premiada la corrupta Rocío Nahle, con el algoritmo de la desvergüenza, erigida en gobernadora de Veracruz en donde, desde los traidores Yunes Linares-Márquez, no se observan palmeras que se agiten por la cálida brisa marina. Hasta la naturaleza se dobla ante la inmoralidad pública.

       Y va, poco a poco, saliendo la pus de la 4T con señalamientos duros contra los Monreal Ávila y las severas desviaciones del erario zacatecano -incluso el saqueo llegó a Veracruz con Rocío, el mismo nombre de la difunta primera esposa de AMLO que sirve de tapadera a sus hijos malandros-, bajo el radiante -más bien humeante- sol de la mayor impunidad jamás vista en el pasado… y esto, desde luego, es mucho decir.

        Por ello, claro, siguen enfiladas las líneas ferroviarias de la CDMX hasta Pachuca, primero, y a Nogales, después, para refrendar el gran negocio del balastro, como pulseras en las muñecas de Andy y Bobby, y del huachicol, con la complacencia de la DEFENSA y sus abastecedores de la más alta alcurnia.

        ¿Y el tren maya? La reina del medio ambiente, la señora Claus del Bienestar, no habla de que siguen talando árboles a través de la selva maya -hacia Chetumal-, y despilfarrando dinero: ya van 500 mil millones de pesos más una nueva inyección de 120 mil millones de pesos. Es la herencia del predecesor cuya discípula -qué bonito la tratamos- sigue sus huellas como lo hacen los perros rescatistas. Y se jacta por ello al grado de colocar la figura de AMLO, en el Zócalo, al lado de las imágenes de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas. La deidad de la falaz transformación que ha tropezado con los hechos y una realidad asfixiante.

        En este entorno, la señora Claus ordena a su secretario de Hacienda, Rogerio Ramírez de la O -herencia del pasado inmediato-, para pronosticar un crecimiento del 2.9 por ciento durante el inminente 2025. Contra tal prevención, más política que realista, la calificadora Moody´s, la de mayor credibilidad en el mundo, tira por la borda el optimismo de la presidenta (e) y coloca sus proyecciones en 0.6 por ciento, esto es casi en cero como lo estuvo en el cuarto año del periodo del señor López, condenado irremisiblemente por la historia y exaltado como santón por los morenistas inicuos.

        Y eso que apenas se consideran las anunciadas trumpadas -no trompadas porque estas se dan con los puños y no con la fuerza nuclear atesorada en USA-, de aranceles, deportaciones e incluso una invasión territorial al estilo de la célebre Expedición Pershing, ordenada en los Estados Unidos bajo el pretexto de capturar al gran Pancho Villa quien incluso pasó una noche en una cueva donde también pernoctaron sus güeros perseguidores. Lo mismo busca Trump aunque la señora Claus niega haber dado su anuencia para cerrar la frontera norte.

       Si Trump cumple solo una de sus amenazas, la economía nacional caería por los suelos, con los aranceles tendríamos una desventaja de hasta 92 por cierto en nuestros productos -lo que le vendemos a USA-; con las deportaciones tendríamos que dar ocupación y trabajo a dos millones de mexicanos cuyo destino solo podría ser la delincuencia organizada; y, finalmente, si se trata de perseguir, en serio, a los cárteles mexicanos, desde hace dos décadas se determinó -por la CIA y la inteligencia militar de nuestro país- que nos vendríamos abajo en un 69 por cierto, una catástrofe de más de casi catorce veces mayor a las peores crisis sufridas por nuestro país -en tiempos de Salinas y Zedillo- cuando el colapso llegó “apenas” a un cinco por ciento. El derrotero es anuncio de una catástrofe sin precedentes y lo mismo USA que sufriría una caía de doce por ciento.

        Estas son cifras oficiales y no una complacencia sutil y engañosa. Por desgracia, inmediatamente saltan los chapulines de Chapultepec -más cercanos al Castillo de los monarcas que a la residencia presidencial de Los Pinos a la cual no se atreve a volver la señora Claus por temor a incomodar al barbaján que le antecedió-, alegando que constatar la estadística es privilegiar la idea a favor de la supervivencia de los matones capos y sus baterías de sicarios de la legua. Nada más alejado de la realidad: pero si se pasa a la ofensiva de verdad primero deben estar construidos los caminos para hacer frente a las consecuencias sin lanzarse en contra de la soberanía nacional bajo el yugo de la mayor potencia del continente y posiblemente del mundo si no consideramos la unión soterrada de China, Rusia y Corea del Norte que buscan más parcelas para ellos: Putin ya lo consiguió destazando a Ucrania.

       En medio del belicismo universal, México no parece sino el más débil de los eslabones y, además, el menos seguro por la abundancia brutal de masacres contra inocentes y represión abierta hacia los críticos, los líderes de opinión y los miles que se manifestaron al iniciar el mes en todo el país.   

        Estamos, sí, en el pináculo de uno de los años más terribles que pudiéramos imaginar. Me preguntaron hace unos días que esperaba de 2025 y respondí:

        –-Que amaneciera el 2026 para ver si estamos de pie todavía.

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