La triste infancia del medallista olímpico Juan Paredes: "Navidad y Reyes eran mucho sufrir y rabia" Milenio

Juan Paredes, medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, es el mayor de 13 hermanos y quien más sufría en cuanto a las necesidades básicas ya que los menores eran los primordiales para sus padres, por lo que en el barrio de Las Salinas, en Azcapotzalco, se desquitaba de la vida agarrándose a golpes con quien se le pusiera enfrente.
“No quería ser señalado en el barrio como el muerto de hambre; quería que, a pesar de que no tenía nada, me respetaran y me admiraran; quería hacer sentir mi presencia, ser líder, el ídolo de la flota”, dijo Paredes.
Incluso en una Navidad y un Día de Reyes, solo se tuvo que conformar con mirar a sus hermanos disfrutando de sus juguetes, y así incrementar su ira.
“Como yo era el más grande, pues a mí no me tocaba regalo alguno.
Los pocos, los poquísimos que habían en mi casa, eran para mis hermanos menores.
Las de Navidad y del Santos Reyes eran noches tremendas, de mucho sufrir, de mucha rabia”, mencionó.
Así, sus tíos lo invitaron a que calmara su agresividad en el boxeo amateur, y en 1974 llegó una luz de esperanza a Paredes ya que en ese año fue invitado para ingresar al Centro Deportivo Olímpico Mexicano.
“Ir a entrenar allí me hacía sentir que era una persona importante, sana; ya no me llamaba la atención vacilar o perder el tiempo en otras cosas.
Ahora aspiraba a ser interno: a quedarme en el CDOM a dormir, a hacer las tres comidas”, indicó.
Incluso Juan decidió quedarse cuando les hicieron saber que ya el equipo olímpico para Montreal 1976 ya estaba designado, y él no figuraba entre ellos.
“Yo seguí, a pesar de mis dudas, sostenido por dos razones poderosas: ir a unos Juegos Olímpicos se había convertido en mi máxima ilusión y, por otra parte, me di cuenta de que jamás en mi vida había estado tan bien como en el CDOM.
Ya no tenía hambre, ya no tenía enemigos sino puros cuates y, sobre todo, ya no tenía rencores, sino ilusiones.
De aquí no me voy, hasta que me corran”.
Finalmente a unos meses de los Olímpicos de Montreal 1976, Paredes impresionó con su actuación en el torneo Córdoba-Cardín, en La Habana, mientras que Arturo Urzuquieta, uno de los que ya estaba seleccionado, dejó muchas dudas, por lo que el entrenador Ignacio Beristáin tomó la decisión de bajar a Urzuquieta y subir a Paredes, y que a la postre fue la mejor determinación luego de que Juan se colgó la única presea de los boxeadores mexicanos que se presentaron a la justa olímpica.
?ZZM