Hacen los sueños realidad en el CRIT Elimparcial.com Sonora

Dejaron atrás sus familias, amigos, casa y quizá otros proyectos, pero coinciden en que la recompensa es mayor por trabajar en el lugar de sus sueños: Un Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT).
A diario, esta institución en Sonora atiende a decenas de niños con diferentes tipos de discapacidad.
Pero entre el personal de terapias físicas, consultas médicas y áreas administrativas, hay varios colaboradores provenientes de otras regiones del País.
Y es que debido a que existen pocos especialistas en rehabilitación en el Norte de México, para que un CRIT funcione en ciudades como Hermosillo se tiene que buscar el apoyo de terapeutas y médicos originarios, en su mayoría, del Centro y Sur.
Pero aunque han tenido que hacer cambios en sus vidas y mudarse de ciudad, para ellos nada supera el poder ayudar a los niños en su rehabilitación.
"Cuando te dedicas a esto, normalmente estás donde te necesitan y no donde quieres estar", dice Luis Hernán Rodríguez Sevilla.
Afortunadamente para él, cuando migró de Guadalajara fue para llegar a una ciudad que lo necesitaba y en la que él quería vivir.
Él posee una alta especialidad en medicina electrodiagnóstica, que le permite ayudar a diagnosticar y evaluar padecimientos neuromusculares como la parálisis cerebral, las deficiencias visuales y auditivas y el retraso sicomotor.
Sus estudios los hizo gracias a una beca de Fundación Teletón y por ello, explica, no tuvo dudas de que era en un CRIT donde quería desarrollarse profesionalmente.
Así fue como postuló para una plaza vacante en Hermosillo, la ciudad en la que desde hace tiempo radica su única hermana.
Rodríguez Sevilla dice que ya tiene casi tres años de vivir en la capital de Sonora donde, además de reencontrarse con su hermana, ha podido ayudar a decenas de niños en su rehabilitación; para él, todo ha sido un aprendizaje continuo.
Y a pesar de que el resto de su familia, así como sus amigos y todo lo demás con lo que creció sigue en Guadalajara, él asegura que le encanta Hermosillo por los brazos abiertos con los que fue recibido.
En especial, agrega, está feliz con la gente: "Particularmente las personas de aquí tienen un espíritu muy grande, son personas que están muy abiertas a ayudar y a que las ayuden, y eso me sirvió mucho para poder hacer empatía".
Toda su vida estaba en Puebla.
Ahí nació, creció, estudió y se convirtió en terapeuta físico.
Pero el sueño de poder trabajar en un CRIT, por el momento, sólo estaba disponible a miles de kilómetros al Norte.
Y no lo pensó mucho.
"Sí fue complicado, pero fue ‘es CRIT, no importa, me voy’, no tenía opción de decir que no.
Ya después, al principio, el primer mes, sí dije ‘changos, ¿cómo llegué aquí?’", relata Verónica Barojas Bañuelos una joven terapeuta físico que hace dos años y medio llegó a Hermosillo por primera vez.
Desde entonces apoya a pacientes en rehabilitación en las áreas de mecanoterapia, hidroterapia, electroterapia y estimulación sensorial, tal y como siempre soñó desde que conoció cómo funcionaban los centros de Teletón.
"Cuando yo supe que quería trabajar con niños, quería entrar a Teletón sí o sí, no tenía opción", recuerda.
Su mamá la acompañó en el viaje y durante los primeros dos días que estuvo aquí.
Sólo puede ir dos veces al año a Puebla, durante las vacaciones; sin embargo considera que dedicarse a lo que tanto anhelaba lo compensa todo.
"No me he arrepentido ni un día", asegura.
"Sí es complicado estar lejos y a lo mejor la decisión no fue tan fácil, pero me encanta estar aquí, todos los niños hacen mis días así que no me siento triste, no me siento sola".
"Es un trabajo bendito": DanielSólo había escuchado que Sonora, y en particular Hermosillo, era un lugar en donde hacía mucho calor, pero más allá de eso Daniel Rodríguez García no tenía idea sobre cómo sería vivir en esta región.
Aun así, tomó la decisión y se mudó junto con su familia.
Originario de Pachuca, Rodríguez García es el director médico del CRIT Sonora desde hace cinco años.
Vivir fuera de su ciudad y de su estado natal nunca estuvo entre sus planes, hasta que empezó a trabajar en la misma institución, pero del Estado de México.
"Ahí tenía a cargo la clínica de enfermedades genéticas, duré un año, y después me dieron la subdirección médica operativa, y luego se abrió la oportunidad y me vine a Hermosillo.
No conocía Hermosillo, no conocía Sonora y me aventuré", asegura.
Lo más complicado en ese momento no fue tanto por él, sino por sus hijos de ahora 13 y 7 años, pero con el paso del tiempo se adaptaron al cambio de vida, sobre todo porque desde el principio se han sentido como en casa.
Por fortuna, dice, las tecnologías han ayudado bastante a que el estar lejos de la familia no sea tan difícil, además de que el mismo trabajo con los pacientes en el CRIT hace que cada día su decisión tenga sentido.
"Todos los días aprendemos algo nuevo", agrega, "la verdad es que es un trabajo bendito, todos los días tenemos los pies en la tierra porque las familias, los pacientes, siempre nos enseñan algo.
Tengo diez años en la Fundación y todos los días me llevo algo".