La visita de Macron a Brasil reaviva el debate sobre el agronegocio en el país Infobae

Brasil es el primer país latinoamericano en recibir al presidente francés Emmanuel Macron desde este martes hasta el 28 de marzo. Los dos presidentes discutirán nuevas asociaciones en áreas como energía, medio ambiente, tecnología y defensa. Juntos inaugurarán la botadura del submarino Tonelero en aguas de Río de Janeiro. El Tonelero es el tercer con propulsión convencional y forma parte del programa de desarrollo de submarinos de Brasil, ProSub, desarrollado en 2008, con un presupuesto de unos 40.000 millones de reales, unos 8.000 millones de dólares. Los dos países iniciaron una asociación estratégica en ese mismo 2008, con Lula y Nicolas Sarkozy a la presidencia. François Hollande fue el último jefe del Elíseo en visitar el gigante latinoamericano en 2016 para los Juegos Olímpicos, ya que en la posterior era Bolsonaro, los ataques del ex presidente brasileño a Macron habían congelado de hecho las relaciones entre los jefes de Estado de ambos países. Por lo tanto, la llegada de Macron también adquiere connotaciones simbólicas desde el punto de vista geopolítico. Sobre todo, hay mucha expectación por el asunto que ha enfriado las relaciones con Lula en los últimos meses: el acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur. Presionado por los agricultores franceses que salieron a la calle, Macron ha dado en los últimos meses un paso atrás decisivo en relación con el acuerdo al insinuar que no se firmará.

En diciembre pasado, al terminar su presidencia rotativa del Mercosur, el presidente de Brasil, Lula, se había mostrado a la defensiva sobre las posibilidades del acuerdo con la Unión Europea, en discusión desde hacía más de veinte años. “Si no hay acuerdo, paciencia”, había dicho, contradiciendo sus promesas electorales en las que, seguro de un buen resultado, había llegado a plantear la hipótesis de firmar el acuerdo en sus primeros seis meses de presidencia. El bloque comercial latinoamericano formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se creó en 1991, cuando el comercio entre los miembros del bloque ascendía a 4.500 millones de dólares anuales. 32 años después de su creación, ese comercio asciende a 46.000 millones de dólares por año. Un enorme potencial que, al menos hasta ahora, no se puede aprovechar con Europa. En febrero, al término de una cumbre de la UE, el presidente francés dijo que “seguirá oponiéndose” al acuerdo con Mercosur y declaró que ya había informado al presidente Lula de su posición. También afirmó que “no necesita un acuerdo” para comerciar con América Latina y que cualquier tratado que se plantee debe ser “honesto”.

Macron, que defiende la “soberanía alimentaria”, criticó que el posible acuerdo permitiría a los productos de Mercosur entrar en el mercado europeo sin las mismas reglas de producción que existen en Francia. Una de sus exigencias es que Europa pueda controlar cómo se lleva a cabo la producción agrícola en Brasil, en términos fitosanitarios y medioambientales, para aceptar que estos productos puedan acceder en el mercado europeo. El motivo del enfrentamiento es la cuestión de la deforestación y su impacto en la vida de las comunidades indígenas.

Según Francia, a pesar del compromiso del gobierno Lula con las cuestiones ambientales, uno de los problemas de Brasil sigue siendo su dificultad en la metodología para garantizar la preservación. La diplomacia brasileña, por su parte, interpreta la posición de Macron como un intento proteccionista. En ayuda de los brasileños llega ahora un documento de la semana pasada de la Comisión Europea, que defiende que el acuerdo no causará más deforestación. El vicepresidente ejecutivo de la Comisión, Valdis Dombrovskis, en respuesta a una pregunta formulada en enero por el eurodiputado español Miguel Urbán Crespo, del Grupo de Izquierda del Parlamento Europeo, afirmó que “Brasil ha demostrado que puede aumentar la producción mejorando la productividad, sin necesidad de ampliar las tierras agrícolas. Por ejemplo, en el periodo 2005-2012, la producción agrícola brasileña aumentó, mientras que la deforestación y la presión sobre los territorios indígenas disminuyeron significativamente. Por lo tanto, no se espera que el acuerdo genere más presión sobre los territorios indígenas”, dijo Dombrovskis, quien también añadió que “las políticas forestales y de protección indígena son instrumentos clave para mitigar la deforestación y reducir la presión sobre los territorios indígenas”.

Según rumores de la prensa brasileña, Macron quiere evitar la polémica sobre el acuerdo del Mercosur en su viaje a Brasil y más bien trasladar el foco del discurso político con Lula a otros temas candentes como la invasión rusa de Ucrania, el conflicto entre Israel y Gaza y las próximas elecciones en Venezuela. El presidente brasileño, por su parte, organizó la visita de su colega francés centrándose en lugares simbólicos de la preservación del medio ambiente como Belém, en el estado de Amazonas, que el próximo año acogerá la 30ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP30). Allí Macron se reunirá con representantes de comunidades indígenas y, según fuentes del Elíseo, en Belém los dos presidentes podrían firmar un acuerdo sobre una estrategia común en materia de medio ambiente, especialmente en relación con los procesos de descarbonización. También es posible que Macron anuncie iniciativas que se pondrán en marcha precisamente en la Amazonía. Francia, recordemos, es el tercer mayor inversor en Brasil con 38.000 millones de dólares. En 2023, el valor total del comercio entre los dos países alcanzó los 8.400 millones de dólares. Las importaciones brasileñas desde Francia, por valor de 5.500 millones de dólares, consisten principalmente en motores no eléctricos y medicamentos. Las exportaciones de Brasil a París, por valor de 2.900 millones de dólares, corresponden principalmente a soja, petróleo, mineral de hierro y celulosa.

La visita de Macron a Brasil se produce en un momento en que las exportaciones agrícolas del gigante latinoamericano tienen los instrumentos para crecer exponencialmente. El martes, la autorización gubernamental para que empresas brasileñas vendan carne en Egipto elevó a 100 el número de productos cuya exportación a 49 países ha sido autorizada por Brasilia desde que Lula asumió el poder en 2023. Sin embargo, es en el frente interno donde la tensión del presidente con el lobby del agronegocio, históricamente cercano a Bolsonaro, es cada vez más tensa, debido también al estancamiento del acuerdo UE-Mercosur. Tras las duras declaraciones del presidente brasileño contra el sector tanto en la campaña electoral como el año pasado, cuando llamó a los representantes del agronegocio “unos fascistas de San Pablo”, Lula busca ahora una reaproximación, sobre todo de cara a las elecciones municipales de octubre.

La próxima prueba será la mayor feria del sector, Agrishow, prevista del 29 de abril al 3 de mayo en Riberão Preto, en el estado de San Pablo. El año pasado, precisamente a causa de las declaraciones de Lula, los organizadores cancelaron la invitación cursada a su ministro de Agricultura, Carlos Faváro. ¿Y este año? Los expertos del sector prevén una carrera para ver quién hace más anuncios políticos a favor del agronegocio desde el escenario de esta feria. El Secretario de Agricultura y Abastecimiento del Estado de San Pablo, Guilherme Piai Silva Filizzola, lanzará durante el evento el Programa Estatal de Irrigación, que proporcionará líneas de crédito subvencionadas para la compra de equipos de irrigación, así como apoyo técnico del gobierno. Las temperaturas extremadamente altas de los últimos días y el fenómeno climático de El Niño han puesto al sector en alerta máxima. El Niño, que provoca un mayor calentamiento de las aguas del Pacífico Central, afectó a la producción en el campo, con fuertes lluvias en el sur y sureste y escasez de agua en el norte y noreste del país. Por esto, la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) prevé para los próximos meses una cosecha de 312,2 millones de toneladas, un 2,4% menos que en 2022/23, cuando la cosecha fue récord. En cuanto al gobierno, aún no se sabe si el ministro Faváro hará algún anuncio durante el evento. Lo cierto es que en la reunión de la semana pasada Lula, después de presionar a sus ministros para que trajeran resultados y consenso, afirmó que su Partido de los Trabajadores (PT) es un promotor del agronegocio. “La expresión de alegría que se ve en el rostro del señor Fávaro se debe a que ha conseguido algo extraordinario, abrir 98 nuevos mercados para los productos agrícolas brasileños en 13 meses. Seguramente ganará un premio de alguna institución internacional’, dijo Lula.

Más allá de los premios, en las últimas semanas el presidente ha viajado por Brasil intentando atraer al máximo al sector agroindustrial de cara a las elecciones de octubre, asistiendo a la inauguración de una fábrica de fertilizantes en Minas Gerais y planeando nuevos viajes a estados emblemáticos del sector como Mato Grosso do Sul, Goiás y Tocantins. En febrero, Fávaro dijo que Lula retomaría las conversaciones con empresarios de los diferentes segmentos del agronegocio para escuchar sus demandas. Entre los que han pedido reunirse con Lula están los de los sectores de la fruta, el café y el algodón. Serán los primeros invitados de una serie de churrascos con Lula que se celebrarán en la Granja do Torto, en Brasilia, una de las propiedades presidenciales que más se asemejan a una casa de campo, con la intención de crear un clima favorable para estrechar las relaciones.

¿Bastarán estas iniciativas para calmar los ánimos? La Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA) prevé una caída del Producto Interior Bruto (PIB) agrícola del 0,5-1% este año, frente a un crecimiento del 15,1% en 2023 cuando, según los cálculos de la confederación, la agricultura representó el 44% del crecimiento del PIB brasileño, del 2,9%. Ese boom de la producción agroindustrial se debió principalmente al aumento de la producción de soja y maíz. Sin embargo, además del estancamiento del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, la agroindustria brasileña sufre ahora el hecho de que la soja, el principal producto agroalimentario del país, ha alcanzado su precio más bajo desde agosto de 2020, y también se espera que la producción caiga en los próximos meses. A esto se suma la crisis de los pequeños productores rurales que comenzó el año pasado. Sus demandas de liquidación judicial aumentaron un 535% en 2023, con 127 demandas, frente a las 20 de 2022, según datos del centro de análisis financiero Serasa Experian. Esos datos muestran que los productores que más reclaman son los que tienen las mayores áreas de plantación de soja, las mayores áreas de pastos y los cafetaleros. Encabeza la lista Mato Grosso, seguido de Goiás, Minas Gerais y Mato Grosso do Sul. Por eso, todo el sector pide al Ministerio de Economía que prorrogue los créditos de inversión que vencen este año y que mantenga los tipos de interés.