López Obrador y su humanismo con el crimen organizado Excelsior

La razón es ciertamente un misterio, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador siempre ha mostrado mucho humanismo con el crimen organizado.
Por ejemplo, ha visitado Badiraguato, Sinaloa, cuna de grupos de narcotráfico, en seis ocasiones durante su gobierno.
Una vez más que el Acapulco, devastado por el huracán Otis.
Sin importarle las polémicas que ha generado por este tipo de conductas, se empeña en mostrar empatía por los criminales y sus familias, como cuando fue a saludar a la madre de “don Joaquín Guzmán Loera”, como insiste en llamarlo el Presidente.
Hace unos días, cuando volvió a visitar la región del norte de México para inaugurar una carretera, el mandatario declaró que la delincuencia organizada es producto de sus circunstancias.
Argumentó que no nacemos malos: “Todos nacemos buenos, son las circunstancias las que llevan a algunos a tomar el camino de las conductas antisociales, pero yo creo mucho en los seres humanos, creo mucho en la bondad de nuestro pueblo”.
Además, aseguró que regresaría antes de que terminara su mandato.
Dijo que “hay algunos que no les gusta que venga a Badiraguato, pero a mí me gusta, fíjense, ahora sí que mi gusto es.
¿Y saben por qué me gusta? Primero, porque no estoy de acuerdo con los estigmas.
No estoy de acuerdo con que tachen a la gente de mala”.
Ése es nuestro Presidente.
Ése es el mandatario en cuya administración se han cometido 170 mil asesinatos a manos de esos que dice que estigmatizamos.
El que gobierna un México con el récord mundial de homicidios a periodistas.
En el que 10 mujeres pierden la vida cada día y 80 hombres tienen el mismo destino.
Estamos hablando del país donde aparecen cuerpos mutilados en las calles y el crimen organizado asesina, en unas cuantas horas, a 15 policías de la misma corporación.
En el que los narcobloqueos son comunes en varios estados del país y millones de negocios tienen que pagar derecho de piso para funcionar.
Nuestras autoridades sólo nos ofrecen una “estrategia” de abrazos, no balazos, mientras los delincuentes organizados asesinan impunemente.
Y el Presidente les pide a sus mamás que hablen con sus hijos para que “se porten bien”.
La seguridad pública está en manos del defensor de aquellos que nos matan, nos extorsionan y nos roban la paz.
Así el humanismo de la Cuarta Transformación.
No hay muchas más explicaciones a esa deferencia del presidente López Obrador con el crimen organizado más que su interés para recibir su apoyo y ayuda.
Para que éste participe, de forma activa, en las elecciones que se avecinan y donde su proyecto se juega su subsistencia.
No sería la primera vez que esto ocurre.
Podemos hacernos de la vista gorda.
Justificando lo injustificable.
Pero lo cierto es que seguimos cavando el hoyo donde estamos metidos y del cual no podemos salir.
               *Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana.
X: @ralexandermp Columnista: Ricardo Alexander MárquezImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0