El Barrio: El caso de “La Purísima” parte 26 Heraldo de Aguascalientes

Un barrio viejo/ un bar de mala muerte/ quiso la suerte que yo estuviera ahí/ por este humilde oficio de cantinero/ y hoy quiero contarles lo que ahí viví. Con esta estrofa inicia la canción «Barrio Viejo» de Joan Sebastián, la traigo a colación pues refleja mucho de la esencia de esa simbiosis que existe entre el barrio de La Puri y las cantinas.

Tener una cantina favorita, donde los cantineros y meseros te conocen y saben tus gustos, tu bebida preferida y la forma exacta en cómo te gusta que te la preparen, te genera una sensación de importancia y satisfacción que difícilmente encuentras en otro lugar. Me parece importante recordar que antes, las cantinas prohibían la entrada a las mujeres, algunas tenían letreros que hoy serían sujetos de censura y cancelación como “Se prohíbe la entrada a menores, perros, mujeres, mendigos y uniformados”, eso cambió por un decreto emitido en 1982 por José López Portillo, pero tradicional y culturalmente se siguió frecuentando sólo por hombres e impedía la entrada principalmente a las mujeres, (creo que cumplía la función de ser un lugar para decir, hacer y actuar como se quisiera sin la inhibición de ofender a una dama) pero fue a partir del nuevo milenio que comenzó a cambiar y las mujeres también comenzaron a frecuentar dichos lugares, hoy sólo los menores quedan fuera.

Las cantinas ofrecen más que tragos, son una tradición arraigada en nuestro país, un lugar con peculiares características, donde después del trabajo te encuentras con otros para convivir, platicar, cantar y hasta comer. En La Purísima hay varias cantinas de gran tradición, a continuación, describo algunos datos y características de las que siguen vigentes.

El Johnny Bar, ubicado en Juan de Montoro y Diana, su dueño de nombre Ventura Reyes Velazco tenía varios negocios de ese tipo en la ciudad, pero en este de La Puri, por muchos años el encargado fue su hijo, conocido en el barrio como Don Chicho, quien preparaba las botanas y alimentos que ofrecía a sus clientes, con la famosa Sopa de Médula, que revivía a muertos. Durante muchos años los cantineros fueron Elías y Don Lupe, cada uno con su propia personalidad; Don Lupe serio, pero buen escucha, si te sentabas en la barra podías estar hablando horas con él y de vez en cuando te respondía con un “ey”, suficiente para que siguieras hablando y él escuchando, preparaba unos clásicos Camparis, Sangría y el Desarmador. Don Elías era de un carácter de esos que les llaman “especial”, principalmente con clientes desconocidos y que no eran parroquianos frecuentes, pero ya en confianza se prestaba a la broma, la carrilla, el doble sentido y el albur con los clientes, pero sin faltar al respeto, siempre procurando un buen ambiente. Cuando llegó el Palacio de Justicia al barrio, El Johnny comenzó a ser la preferida de los licenciados y abogados. Donde después de una jornada en los juzgados llegaban a charlar y beber, los clientes podrían llegar antes de iniciar su jornada -por ahí de las 8 o 9 de la mañana- tocaban la puerta en clave y ya sea Don Chicho o uno de los cantineros abriría y discretamente eran atendidos con un brebaje que ayudara a curar su cruda e iniciar el día al 100%.

La cantina Salón Alameda, hoy Bar Alameda, propiedad original del señor Jesús Montalvo Carmona, después pasó a Fernando Ávila González, vecino de la calle Hornedo y también dueño del Bar Toluca. Del Salón Alameda podemos decir que ferrocarrileros y grillos (políticos) eran sus parroquianos más asiduos, donde se juntaban a jugar dominó o las cartas, contratar algún trío para que les tocara la canción de su preferencia, charlar mientras brindaban, pero por esa razón se generaban álgidas discusiones sindicales y políticas. Por ejemplo, se cuenta que, previo a la elección para gobernador de 1932, se encontraron en dicha cantina parte de los equipos de Rafael Quevedo y Osorio Camarena y de las miradas, pasaron a las palabras luego a los golpes, y finalmente se desató una balacera que se extendió por distintas calles de La Purísima, y que provocó que las cabezas de partido y candidatos se reunieran y resolvieran el asunto días antes de la elección.

Por otro lado, en Madero entre Poder Legislativo y General Barragán está “La Cabaña del Viejo, propiedad del Sr. Antonio Alanís y quien atendía como cantinero responsable, el señor Gabino Pérez Arellano” (De la Rosa, 2006); Otra que no puede dejarse pasar es «Mi Canto Bar», de Don Ramiro Galván en Poder Legislativo y Pensador Mexicano, siempre se destacó y sigue destacando por su abundante botana y gran ambiente, en donde los parroquianos eran de los más variados oficios, estratos o sectores, desde estudiantes universitarios, desempleados, obreros, licenciados, comerciantes, etcétera, todos convergían para brindar, relajarse y divertirse.

Pero entre la década de los 80 y 90’s, la llegada de la modernidad y la influencia de la cultura anglosajona, las cantinas comenzaron a tener un declive, los jóvenes preferían ir a un bar, disco o antro, las miraban hasta con cierto desprecio, posiblemente porque muchos de niños crecieron viendo pleitos y discusiones, que se desarrollaban dentro y fuera de estos centros, que hasta las patrullas hacían guardia a la hora de cierre, alguno que pasado de copas se quedaba tirado en las afueras, dando un mal aspecto para este tipo de establecimientos, o hasta vieron o supieron de alguna vez que sus padres o familiares estaban borrachos y haciendo algún desfiguro en ellas. Pero en la presente década han tenido un nuevo auge, hoy el precopeo se hace en una cantina o lo que intenta emular lo que eran esas cantinas de antaño.

Por todo lo anterior es de reconocer que las aquí descritas sobrevivieran y sigan tan vigentes como en aquellos viejos tiempos.

Finalmente, me parece importante mencionar y destacar que uno de los negocios más emblemáticos del giro de bar merendero surgiera en La Purísima, me refiero al Merendero San Pancho, de los hermanos Sandoval. En 1999 sobre el lado sur de la glorieta, en la segunda planta del negocio de carnitas, abrieron El Merendero SP; fue tanto el éxito que rápidamente se expandió, un año después en la Av. Colosio, y en 2001 en la Glorieta de las Américas; llegando a tener sucursales fuera de las fronteras de Aguascalientes; a casi 25 años sin duda fue un giro de negocio novedoso y exitoso que marcó un antes y un después en el gremio, por lo que fue replicado por muchos empresarios, tanto local como nacionalmente.

Para finalizar ¿Qué recuerdos, anécdotas, datos tienes de las cantinas de La Purísima?

Se reciben precisiones, datos o sugerencias para enriquecer este proyecto en honoerato@hotmail.com, Instagram: noeg360, Twitter: @noeg2.