Crónica Gomezpalatina El Siglo de Torreón

Primera parte Consideramos de interés para los que habitamos estas tierras, conocidas como La Comarca Lagunera, ubicada en los territorios de dos estados vecinos: Coahuila y Durango, conocer parte de los acontecimientos históricos sucedidos a través de los tiempos en su entorno, en una explicación.
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que pretende dar un mayor conocimiento y comprensión de los mismos.
Por la naturaleza de nuestro encargo de cronistas del área duranguense, nos avocaremos mayormente a esta Región de nuestra entidad, sin dejar de anotar aspectos de la comarca en general, por la estrecha relación geográfica y la afortunada conurbación que tenemos en algunos puntos.
Iniciaremos señalando que estamos ubicados en el área llamada del Bolsón de Mapimí en una enorme estepa semi desértica, en consecuencia, de clima cálido y extremoso, escasa precipitación pluvial, con poca abundancia de plantas del tipo de cactáceas y otras inferiores, su presencia es limitada precisamente por la falta de agua, los historiadores señalan que con anterioridad flora y fauna eran abundantes y diversas por el derrame de las aguas de los ríos Nazas y Aguanaval por la llanada lagunera, propiciando que vegas y lagunas fueran fuente de vida y fertilidad.
Precisamente y por la vital importancia del preciado líquido, y tomando como base el libro La Región Lagunera del historiador Antonio Arreola Valenzuela, citamos los grandes cambios del cauce del Río Nazas, señalando que especialistas en el tema argumentan que el río Nazas, en principio, llevaba sus aguas a la laguna de Tlahualilo en el Bolsón, donde en su mayor parte se resumían y que con el tiempo, esta laguna acumuló gran cantidad de azolve, lo que provocó que el curso se desviara hacia otra parte, desembocando en la Laguna de Mayrán; otros en cambio, sostienen que el río desde tiempos remotos desembocó en la propia laguna de Mayrán.
Hay una tercera posición que considera que tanto el río Nazas como el Aguanaval, al desembocar en los planos de un desierto se hacían divagantes y que era muy posible que, en épocas de crecientes excepcionales, las grandes avenidas incluso hasta hayan unido y desunido sus cursos.
En un documento emitido por el Gobierno de Durango, sin embargo, se informa: En el año de 1843, con motivo de fuertes lluvias, tuvo el río Nazas una gran avenida: El azolve natural de la laguna del Tlahualilo y este gran creciente hizo que el río cambiara su curso, desviándose por San Nicolás de las Habas a la laguna de Mayrán; así ha permanecido hasta ahora sin haber vuelto a entrar sus aguas a la laguna del Tlahualilo, por su corriente habitual.
En nota adicional al informe referido, se asienta que en el punto en que se desvió el río fue a la altura del casco de la hacienda de Hormiguero, más o menos a 22 kilómetros de la boca de Calabazas con dirección noreste-este en lugar de nor-noroeste que seguí anteriormente.
En documento similar al emitido por el Gobierno de Coahuila, se asienta que por tradición y por informes privados, se sabe que ya para el año de 1840, el río había cambiado su curso.
En el texto se dice lo siguiente: Registrados detenidamente los archivos del Gobierno de Coahuila, no se encontró dato alguno que sirviera para poder fijar de una manera exacta y precisa la fecha en que el río Nazas abandonó su curso antiguo para tomar el que tiene en la actualidad, y sólo por tradición o por informes privados, se sabe que ya para el año de 1840, el río seguía el curso que hoy tiene.
A esas informaciones adicionamos un punto de vista de Leonardo Zuloaga, uno de los grandes terratenientes de la Laguna, que nos parece muy interesante.
Zuloaga, al poco tiempo de haber adquirido la propiedad, en una parte del documento, fechado el 22 de abril de 1849, narraba: Fecundan este valle los ríos Nazas y Aguanaval: el primero, baja caudalosamente en julio, y no se corta algunas veces en todo el año, el segundo corre tres o cuatro meses, ninguno de los dos tiene cauce desde que entran a la llanada, y con entera libertad derraman y reparten sus aguas por distintas direcciones, ya regando mansamente y sin ruido el plano, o tomando las pequeñas corrientes que varían con frecuencia.
De estas informaciones documentales, la última, coincide con la información de Vito Alessio Robles y que fue un testigo presencial de la época, en que aún no existían obras hidráulicas de control de aguas, nos permite ver con claridad, que ambos ríos, al salir al plano de la vasta región de las lagunas, por lógica consecuencia y conforme a la intensidad de las crecientes, estas tenían que tomar diversos cursos, lo que nos hace suponer que la laguna del Tlahualilo, como las demás lagunas, también fue un resumidero de las crecientes del río Nazas.
Los pobladores iniciales de la comarca habitaban a la orilla de vegas, ríos y lagunas, para aprovechar la abundancia de peces y patos que constituían elementos básicos en su alimentación, y para aprovechar la incipiente actividad agrícola de siembre de maíz y calabazas, otros grupos se asentaban alrededor de los mezquitales que los proveían de la vaina de esos ejemplares forestales, de la cual elaboraban harina, pinole, pan, atole, y vino.
Defendían los lugares donde se instalaban como de su propiedad contra otras tribus que pretendían apoderarse de ellos, defendiéndolos por la fuerza.
La presencia más destacada de etnias era la de los laguneros, irritilas, coahuilas, cabezas, cocoyomes y tobosos entre cerca de 150 grupos derivados de las citadas tribus y algunas otras más.
Su organización para la producción de bienes materiales, era comunal.
Y sus principales actividades eran la caza y la pesca, eran seminómadas y se movían de un lugar a otro dentro de sus extensos territorios.
Los que estaban cerca de las lagunas utilizaban para guarecerse chozas elaboradas con zacate o carrizo en forma de campana Se organizaban familiarmente en diversas formas, en determinados grupos existía la monogamia y en otros la poligamia, comúnmente hablaban el mexicano, con excepción de los irritilas que tenían su propia lengua, la educación no estaba confiada a alguien en especial, era colectiva, los más grandes de edad y los viejos decían a los niños como hacer las cosas.
Desde la espalda de las madres, metidos dentro de un saco, asistía y se entremezclaba en la vida comunal.
Los niños de mayor edad, se educaban participando en las actividades de la colectividad y a muy temprana edad ya debían vivir a sus expensas.
En cuanto a la organización política, la única autoridad reconocida era la de los más fuertes, valientes y diestros en la guerra.
Las creencias religiosas se basaban en el miedo a diversos espíritus malos, que se veían reflejados en los fuertes remolinos provocados por el viento, los que los espantaban y les llamaban "cachiripa" que para ellos era el nombre del demonio.
Temían también a las estrellas fugaces y a los cometas.
Creían que los sueños era un aviso o premonición de lo que ocurriría, atribuyendo poderes divinos a los árboles, plantas, astros y al fuego.
Cuando llegaron los conquistadores, se fueron a refugiar al Bolsón de Mapimí, de donde estuvieron, siempre, tratando de recuperar los territorios que ellos consideraban de su propiedad, desde los tiempos lejanos.
Los españoles desaparecieron las tierras comunales, cometiendo con ellos los más grandes despojos cambiando a su favor la organización económica, social y política, explotando los recursos naturales, los del hombre e implantando una nueva religión, arbitrariedades que habrían de prolongarse durante los períodos virreinal y colonial.
La guerra consecuente entre las tribus y los conquistadores, favoreció a los últimos debido a su superioridad militar, sin embargo, los ataques de los indígenas persistieron durante muchos años sin alcanzar resultados positivos, ya que con el tiempo quedaron dominados por las campañas de pacificación o exterminio.
Si bien sus ataques eran atroces y llenos de barbarie, eran la respuesta lógica al atropello sufrido y sus víctimas inocentes eran los pobladores de rancherías y haciendas, que sufrían esas agresiones sin ser los culpables de las ofensas.
Como actuales habitantes de la Región Lagunera de Durango, necesitamos conocer nuestra historia, para comprender todas las vicisitudes que tuvieron que sufrir los pioneros colonizadores para hacer posible su estancia en esta comarca, y comprender que aquí las cosas nunca han sido fáciles, que todo lo que se ha logrado fue a base de esfuerzo y sacrificio, que se han vivido situaciones muy complicadas en el proceso histórico, como los procesos revolucionarios que a principios de la centuria anterior trajeron consecuencias funestas para la población, por la pérdida de vidas y los graves daños causados a la economía nacional, misma que en las décadas siguientes a ese ciclo sufrió pérdidas cuantiosas que se reflejaron en el bienestar de la nación y particularmente de La Laguna, como también es conocido nuestro terruño.
Un grandioso acontecimiento fue la llegada del ferrocarril en el año de 1883, a partir de esos momentos se transformaron favorablemente todas las situaciones sociales y económicas y nuestras comunidades hermanas se beneficiaron enormemente con todas las posibilidades de comunicación, negocios y mejores medios de vida, el crisol de culturas que se formó con la llegada de personas de muchas latitudes, contribuyo a la creación de una nueva identidad, soportada por los esplendidos valores que habíamos recibido de nuestros antepasados trayendo por consecuencia un fortalecimiento a nuestras formas de ser, como gente de bien y de provecho, que deberemos tratar de mantener por siempre como un distintivo de vida, que nos conserve la consideración que hemos logrado a través de muchas generaciones de trabajo, esfuerzo y desarrollo compartido y solidario.
Ojalá que las presentes generaciones, con mayor educación, mejores medios de vida, libertad, justicia y capacidades más completas, nos puedan llevar a un camino de progreso que sea ejemplo de superación y prosperidad, con la formación de una nueva sociedad más justa y honorable, que tenga presente que la igualdad y la fraternidad son la base de un futuro mejor.
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