VENTANAS ROTAS
Por Víctor Manuel Vallejo Cruz
Este miércoles 16 de mayo del año en curso, sin ninguna sorpresa de por medio, finalmente Margarita Zavala, la primera candidata independiente de los tiempos modernos, declinó en su aspiración para convertirse en la primera mujer que accede al cargo más relevante del Poder Ejecutivo Federal.
Afirmo que sin ninguna sorpresa de por medio, ya que desde hace un par de semanas Andrés Manuel López Obrador advirtió de las presiones de los empresarios más poderosos del país, para que varios de los contendientes declinaran sus respectivas candidaturas en favor de Ricardo Anaya y, de esta forma, estar en condiciones de impedir el arribo de MORENA y el “peje” al poder.
Así las cosas, ayer se inició el período de las declinaciones, de las que seguramente José Antonio Meade tomó nota, ya que desde el muy lejano tercer lugar en el que lo ubican las encuestas, deberá de ser el siguiente en ceder su intención de contender por la presidencia de la República.
De otra forma, López Obrador tiene el camino libre para alzarse con la victoria este 1º de julio.
Es tal la diferencia, en algunos casos hasta de 20 % en las encuestas, que quizá ni con la suma de las intenciones del voto del resto de los contendientes, puedan alcanzar al “peje” como el sólido puntero de estos comicios.
De esta forma, los mexicanos nos aprestamos a ver un escenario inédito en nuestra democracia.
Lo que generalmente produce la segunda vuelta en los comicios presidenciales en otros países, donde solo los dos más votados en la primera participan en ella, pero ahora, en la única vuelta de comicios y teniendo como un instrumento en forma de cedazo a las encuestas las que se emplean para determinar a los que estarán en la elección, y que vuelven a cobrar cobran especial relevancia en esta nueva etapa de la democracia mexicana.
¿Qué hará el presidente de la República? Ante lo evidente – el tercer lugar de Meade – deberá imponer el pragmatismo del que mucho se ha escrito de él.
De lo contrario, sus reformas estructurales pasaran a mejor vida, entre las que destacan la reforma energética y la educativa.
Pero lo que verdaderamente está en juego, es la forma de hacer política y negocios en México, lo que se ha denominado como el capitalismo de cuates o el capitalismo de amigos, en el que un reducido grupo de empresarios mexicanos, españoles y portugueses logran los mejores y más cuantiosos contratos de obra pública en su administración.
Los mismos de siempre, los que atrincherados desde las altas esferas del poder económico y político, sin pudor alguno se siguen enriqueciendo a pesar de que más del 50 % de nuestra población se encuentra en la pobreza.
Son los que no tienen que batallar con un salario mínimo de $88.
36 que convierte a nuestro país, en el de mayor desigualdad económica de los países de la OCDE.
Una brecha de ingresos que ofende y que al mismo tiempo convive con al menos 10 mexicanos que alcanzan a aparecer entre los más ricos del mundo, como cada año lo da a conocer la revista Forbes.
Este es el rostro de nuestro querido México, el del sistema económico que sexenio tras sexenio, nos muestra a los nuevos ricos, a los nuevos “emprendedores” salidos desde el poder político y que han expoliado a la principal empresa pública mexicana, PEMEX, hasta el cansancio, hasta el grado de que cerca del 80 % de la gasolina que consumimos en el país, tenga como origen el extranjero.
En suma, una confrontación entre dos candidatos, dos visiones del México del siglo XXI, entre los que creen que debemos continuar por la misma senda, la que ha llevado a niveles de violencia inimaginables en nuestra sociedad, al que aspiran a sostener un modelo económico de bajos salarios para atraer inversión extranjera, para manufacturar sus productos en nuestro país y luego exportarlos al mercado de consumo más grande del mundo, los Estados Unidos.
O el otro México, el que aspira a encabezar López Obrador, quien se define como liberal – seguidor de nuestra larga trayectoria que se remonta al siglo XIX con Benito Juárez y a los albores del Siglo XX con el Apóstol de la Democracia, Francisco I.
Madero – pero con un generoso contenido social – como el que enarboló en su momento Lázaro Cárdenas y le aportó identidad al mexicano-, el que reclama que nuestro país no condene a los mexicanos a migrar de él, en busca de una mejor vida exponiendo a las familias a la separación permanente de sus miembros, el que condena la reproducción de la pobreza de padres a hijos como si fuera una fatalidad insuperable, que quien nace en la pobreza morirá en la pobreza, sin tener la oportunidad ni el derecho de aspirar a algo mejor que los programas asistencialistas del gobierno, convertidos en rehenes de su ignorancia y manipulable para los comicios.
Pues bien, pronto los mexicanos tendremos que afrontar nuestro destino.
La fecha el 1º de julio.
Y a todo esto, ¿Usted qué piensa estimado lector?
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