Don Lalo: Tres décadas entre pólvora, sustos y celebraciones en Irapuato Periódico Correo
Irapuato, Gto.- Gerardo Razo Murillo, mejor conocido como Don Lalo, lleva más de tres décadas dedicado por completo a la venta de pirotecnia en Irapuato.
En todo ese tiempo ha enfrentado sustos, pérdidas y momentos de profunda tristeza derivados de su oficio. Aun así, asegura que no cambiaría por nada los colores, la emoción y la alegría que le brinda una actividad que, para él, significa iluminar las fiestas y dar vida a cada celebración.
“En ese tiempo no había muchas leyes sobre esto. Solo íbamos a sacar un permiso. Luego entró autoridad nueva y nos avisaron que teníamos que movernos; nos consiguieron un lugar donde antes estaba la Plaza de Toros. Nos rentaban el espacio y así empezamos. Duramos nueve o diez años”, recuerda.
Uno de los episodios que jamás olvida ocurrió el día en que, estando él fuera, le llamaron para avisarle que su local se estaba incendiando. La primera imagen que le cruzó por la mente fue la de sus hijos dormidos en el local. Por un instante, dice, sintió que el corazón se le detenía.
“Una persona estaba fumando en el puesto y se quemaron nueve puestos. Esa fue nuestra primera experiencia fuerte, porque yo no estaba ahí (...) Fueron corriendo: ‘¡Don Lalo, todo se está quemando!’. Yo tenía a mis hijos chicos, ahí se habían quedado dormidos… Solo pensé en ellos. Cuando llegué no los encontré. Se me hizo un nudo en la garganta”, relata.
Afortunadamente, sus hijos lograron salir a tiempo y el susto quedó en un recuerdo amargo. Sin embargo, años después volvió a enfrentar el peligro. Viajó a Celaya —donde acostumbraban surtirse— un día antes de la explosión que marcó para siempre la historia de los vendedores de pirotecnia. Él y su familia, afirma, recibieron una segunda oportunidad.
“Nosotros fuimos un día antes del accidente que marcó la historia de Celaya. Ahí íbamos a surtir. Cuando fue la explosión fue una tristeza… Gente ambulante que vendía, todos se murieron, todos se mataron, fue muy triste”, lamenta.
Aunque considera que su trabajo es tan digno como cualquier otro, reconoce que ha enfrentado prohibiciones, señalamientos y restricciones constantes. Critica que se limite la pirotecnia mientras se permiten otras actividades que, en su opinión, generan más daño.
“Nos acostumbramos a vivir de la pirotecnia. Es lamentable ver como es un oficio que tiene muchas prohibiciones, yo lo qie les digo, la.pirotecnia no es lo único que contamina, está la refinería y ahí si nadie dice nada. Y que es peligroso, pues sí, pero es siempre que un adulto venga con los niños", menciona.
A pesar de todo, Don Lalo no renunciaría a este camino. Nada, dice, reemplaza el oficio que eligió para vivir, un trabajo que, especialmente en temporada, sigue siendo su principal sustento y la fuente de orgullo que ha marcado su historia.
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