No habrá descentralización del gobierno. Una ocurrencia menos de Obrador Elarsenal.net

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Cuando llegó a tomar el cargo que no ejerció a cabalidad principalmente a lo relativo de que las leyes se cumplieran y se castigara a la delincuencia, el auto negado presidente Obrador ofreció revitalizar la vida de la entonces República todavía existente, iniciando el traslado de las burocracias federales a los lugares que se le ocurrieron sin más planeación y por supuesto, sin sopesar las posibilidades y los costos inherentes a esa decisión.

Con excepciones, solo unas dependencias lo que hicieron fue duplicar las oficinas de los titulares en las capitales de los estados y aumentar el personal a su servicio personal y de los funcionarios, léase: incondicionales, compadres y cuatachas, sendos séquitos con sus costos en viáticos y arrendamientos que se deberían documentar, para investigar el costo de la bufonada del tabasqueño más desacreditado de la historia y vaya que hay varios  de ellos que rebasaron la fama corrupta de los atlacomulcas, y lejos.

Como todos los caprichos de un hombre ignorante y fatuo obstinado por odios a la humanidad y con un ego más grande que Santa Anna y Juárez juntos, lo que raya en la perversión de creerse en un inexistente dios huehuenche, lo de enviar las oficinas fuera de la capital, fue un plagio del ideario de Miguel de la Madrid, de su campaña en 1982, que otro tabasqueño, Manuel Bartlet le propuso como algo novedoso, sin decirle que esa idea nunca se puso en marcha con excepción de Caminos y Puentes Federales para sacar de la capital, al siniestro Fernando Gutiérrez Barrios el cancerbero del echeverrismo.

Por cierto, Obrador ayuno de ideas propias le copió a Luis Echeverría todo, mediante el mismo encuerdador: Porfirio Muñoz Ledo; quien le vendió al chacal de Bucareli: Luis Echeverría, en los setentas, convertirlo en el rey de los tercer mundistas, impulsando el folclorismo oficialmente y al macuspano el liderazgo del Foro de Sao Paulo, a lo que el susodicho le metió la impronta hechicera, más la operación de la narcopolítica que asustó a Muñoz Ledo, que le deben haber advertido las inteligencias internacionales, que estaban metiendo las narices en un juego peligroso por lo que se produjo la ruptura, tanto era pernicioso ese plan de invadir Estados Unidos con migrantes y drogas aconsejado por George Soros,  que Donald Trump acaba de determinar que el fentanilo es un arma de destrucción masiva con todas las consecuencias que ello entraña. Por eso tiembla el Caín tropical.

Lo que mas copió Obrador de Echeverría fue lo de endeudarse, en siete años duplicó la deuda que doscientos años acumularon sus antecesores.

Por eso lo de terminar oficialmente con la fuga de dinero de los contribuyentes, con la falsedad de impulsar una vida activa en los estados con la presencia de las burocracias federales, es un inicio que insisto, debe investigarse y castigarse, pero falta mucho más.

Porque lo del tren maya tiene que concluir como debe ser, en cerrar un fracaso que no tiene pies ni cabeza y cuya erogación es absurda.

En ese caso no se parece a Cancún que fue un negocio de los primos de la mujer de Echeverría, los Lima Zuno, que fueron intermediarios para comprar un pantano que no se veía desde el sobre vuelo como tal, porque estaba cubierto de maleza y mangle. Todo 1977 y parte de 1978 se gastó una millonada para con sascab su nombre en maya, tapar con esa arena el pantano. Pero el préstamo fue gracias a Don Antonio Ortiz Mena quien como presidente del BID consiguió el dinero en óptimas condiciones, sin embargo, ya no se iba a dar un segundo, ni un tercer préstamo y Cancún se hubiera quedado en proyecto fallido por los agandalles del echeverrismo, repartiéndose Isla Mujeres, Xel-Ha, Xcaret, Akumal y Chemuyil la pechuga del Caribe mexicano.

Un honesto director de Fonatur, José Antonio Murillo logró entregar el plan maestro completo y en 1980 quedó limpiado de echeverristas el proyecto; y Ortiz Mena aguantó no retirarse hasta que el préstamo se concretara. Fue una historia de éxito.

El tren maya es otra cosa, es irrecuperable la inversión es una torpeza sin futuro.

Y como ese seudo paseo que solo aburre con la monotonía de horas y horas de árboles que impiden ver algo más, que además no existe. Muy poco se puede recuperar de estos siete años de barbarie política, ojalá Sheibaum concluya en reconocer los fracasos del obradorato, el INSABI, SEGALMEX, la Macro farmacia, Mexicana, el Gas del bienestar, los chocolates del bienestar y  tantas estupideces que nunca debieron de iniciarse.

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