¿Por qué el arte es un objetivo prioritario para el crimen organizado? Aquí te contamos Forbes

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¿Por qué el arte es un objetivo prioritario para el crimen organizado? Aquí te contamos

En 2024, el mercado mundial del arte alcanzó unas ventas estimadas de 57,500 millones de dólares, de acuerdo con el Informe del Mercado del Arte 2025 de Art Basel y UBS, lo que subraya la importancia del arte como activo. El arte se asocia tradicionalmente con motivaciones nobles y patrimonio. Sin embargo, el mercado del arte, con sus transacciones de alto valor por unidad, valoraciones subjetivas o manipuladas, y relativa opacidad, puede ser explotado como herramienta para la inversión delictiva y el blanqueo de capitales, en particular mediante la compra y reventa de obras de arte para legitimar fondos ilícitos.

¿Cómo puede protegerse la industria? ¿Son eficientes las herramientas disponibles y qué más se puede hacer? En nuestra reciente investigación, profundizamos en las fuerzas que impulsan el blanqueo de capitales en el mundo del arte y las maneras de combatir esta creciente lacra.

Falta de transparencia

Los expertos estiman que entre el 2 y el 5% del PIB mundial se blanquea anualmente. Si bien el lavado de dinero a través del arte es solo un método entre muchos, la industria del arte destaca por su falta de transparencia y mecanismos de valoración subjetivos, a menudo vinculados a la especulación. Esto la convierte en uno de los mercados menos regulados en cuanto a los esfuerzos para frenar el lavado de dinero. De hecho, después del tráfico de drogas y armas, el comercio de obras de arte se posiciona como la fuente de financiación más lucrativa para actividades ilegales.

En 2007, se produjo un ejemplo sorprendente con una pintura de Jean-Michel Basquiat. La obra pasó por la aduana con una factura que declaraba su valor en tan solo 100 dólares, a pesar de que su valor real era de 8 millones de dólares. Detrás de esta transacción se escondía una trama de lavado de dinero orquestada por un exbanquero brasileño. Este caso revela cómo el mercado del arte, por su propia naturaleza, puede encontrarse en el centro de actividades ilícitas.

Una maquinaria bien engrasada

El lavado de dinero es el proceso de ocultar el origen de fondos obtenidos ilegalmente para que parezcan legítimos. El objetivo es simple: convertir el “dinero sucio”, que no se puede usar abiertamente, en “dinero limpio” que se integra a la perfección en la economía legal. En el mundo del arte, las organizaciones criminales explotan tácticas consolidadas, similares a las empleadas por los cárteles mexicanos de la droga en el tráfico de fentanilo.

El arte cumple dos funciones clave en los esquemas criminales. Primero, actúa como fuente directa de ingresos ilícitos mediante la producción de obras falsificadas o la venta de piezas robadas. Segundo, funciona como una herramienta para blanquear dinero: se compran y revenden obras de arte auténticas para limpiar fondos ilícitos.

El proceso de blanqueamiento de dinero se desarrolla en tres etapas: inversión, estratificación e integración. La inversión implica convertir el dinero sucio en fondos depositados en cuentas bancarias. Por ejemplo, los delincuentes pueden comprar obras de arte en efectivo y luego revenderlas, exigiendo el pago mediante transferencia bancaria al nuevo comprador. Esto a menudo se basa en sobornos a personas con información privilegiada en galerías, casas de subastas o puertos francos.

La estratificación consiste en mover el dinero invertido a través de múltiples cuentas para ocultar su rastro. El mercado del arte reviste especial interés en esta etapa del blanqueo de capitales debido a la especulación con ciertos tipos de obras de arte y subastas, que puede disparar el precio de las obras de arte. Esto permite a los delincuentes invertir grandes sumas de dinero en un número limitado de transacciones sin llamar la atención.

Finalmente, la integración implica reinvertir el dinero blanqueado en activos legales, a menudo a través de empresas fantasma, para completar el ciclo.

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Múltiples vulnerabilidades

En muchos sentidos, el mercado del arte es vulnerable a la actividad delictiva. Estas vulnerabilidades son especialmente pronunciadas en ámbitos donde la opacidad y el anonimato son comunes, como las ventas privadas en casas de subastas, las transacciones digitales con criptomonedas y el uso de puertos francos para el almacenamiento y la transferencia.

El primer eslabón de la cadena de actividades ilícitas suele ser la producción de arte falsificado o la venta de obras robadas, que generan fondos susceptibles de ser blanqueados. Un ejemplo notable es una importante operación europea de 2024 que abarcó España, Francia, Italia y Bélgica. Las autoridades incautaron más de 2,000 obras de arte contemporáneo falsificadas, lo que resultó en una pérdida estimada de 200 millones de euros.

Otra vulnerabilidad crítica surge cuando las obras de arte cambian de manos a través de plataformas de venta como galerías o ferias. Este riesgo es especialmente pronunciado en las ventas privadas, donde la procedencia y la identidad del vendedor rara vez se hacen públicas. La falta de transparencia crea excelentes oportunidades para que los delincuentes blanqueen dinero al ocultar el origen y el historial de propiedad de la obra de arte.

Finalmente, al final de la cadena de valor, se suelen utilizar empresas fantasma para la compra de obras de arte, ocultando así al verdadero beneficiario y dificultando a las autoridades el rastreo del origen de los fondos.

¿Nuevas herramientas más eficaces?

El marco regulatorio que rige el mercado del arte ha evolucionado recientemente hacia estándares más estrictos.

En la Unión Europea, la sexta directiva contra el blanqueo de capitales amplió los requisitos de prevención del blanqueo de capitales para incluir a los profesionales del mercado del arte. En virtud de esta directiva, ahora están obligados a verificar la identidad de los clientes y a supervisar cualquier transacción superior a 10,000 euros.

A nivel de los Estados miembros, las medidas nacionales reforzaron las sanciones contra el blanqueo de capitales en el mercado del arte. Por ejemplo, en EU, la propuesta de Ley de Integridad del Mercado del Arte pretende imponer obligaciones específicas al sector del arte en materia de prevención del blanqueo de capitales, verificación de la identidad de los clientes, mantenimiento de registros detallados, supervisión de transacciones superiores a 10,000 dólares y notificación de actividades sospechosas al Departamento del Tesoro estadounidense.

Sensibilización pública

Los museos también desempeñan un papel crucial, especialmente en la sensibilización pública. Por ejemplo, en 2024, una exposición en Milán presentó más de 80 obras de arte vinculadas al crimen organizado, incluyendo obras de Salvador Dalí y Andy Warhol, para visibilizar el problema del tráfico internacional de arte.

Debido a su complejidad y opacidad, el mercado del arte es un terreno fértil para las actividades de blanqueo de capitales. Si bien los recientes avances regulatorios suponen un avance significativo, siguen siendo insuficientes para superar las debilidades de la cadena de valor del arte: falta de transparencia, corrupción y lagunas regulatorias en los puertos francos, por nombrar solo algunas. Esperamos que la importancia del arte —en sí mismo, a ojos de la ciudadanía y en términos de su poder blando— anime a las autoridades públicas a reforzar sus mecanismos de acción, estableciendo al mismo tiempo una auténtica cultura de transparencia y rendición de cuentas.

*Guergana Guintcheva es profesora de Marketing y Bertrand Monnet es profesor, ambos en la Escuela de Negocios EDHEC.

Este texto fue publicado originalmente en The Conversation

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