¡¡¡El protagonismo corriente de Noroña!!! Elarsenal.net

Raúl Flores Martínez.

El protagonismo de Gerardo Fernández Noroña ya cruzó una línea que no sólo es ética, también humana. No le bastó usar el insulto como herramienta política ni la descalificación como sello personal. Ahora, desde la comodidad de un videochat, decidió arremeter contra una mujer que acaba de quedar viuda por un crimen atribuido al Cártel Jalisco Nueva Generación.

Y lo hizo, además, con el tono sobrado y burlón que exhibe su machismo y prepotencia sin el menor pudor.

Grecia Quiroz no solo perdió a su esposo, Carlos Manzo, asesinado por un sicario el pasado 1 de noviembre durante la celebración de Día de Muertos. También tuvo que asumir, en medio del duelo, la presidencia municipal de Uruapan. En un país donde las viudas de la violencia rara vez tienen voz, el senador de Morena decidió que lo más urgente no era exigir justicia ni cuestionar la penetración del crimen organizado en Michoacán, sino insinuar que la nueva alcaldesa ya anda en campaña por la gubernatura.

“La ambición ya se le despertó y va por la gubernatura de Michoacán, se los firmo… Va a ser candidata, pero de ahí a que nos gane hay un mar de distancia, pero es evidente que ella ya está en esa línea”, dijo Fernández Noroña, como si la muerte de Manzo fuera un simple capítulo en una historia personal de cálculo político, no un asesinato que exhibe la vulnerabilidad de quienes gobiernan en zonas controladas por el narco.

Lo relevante aquí no es solo lo que dice, sino lo que omite. No hay una sola palabra de empatía con la familia, ni una exigencia contundente al Estado para esclarecer el crimen, ni una mínima reflexión sobre el poder del CJNG en Michoacán.

Lo que sí hay es una narrativa que reduce a Grecia Quiroz a la caricatura de “la ambiciosa”, la que “ya vio el negocio” de la tragedia. El viejo recurso de descalificar a una mujer que ocupa un cargo público, insinuando que todo lo que hace está marcado por la ambición desmedida.

El senador, que se presenta a sí mismo como referente moral de la izquierda, recurre al ataque fácil, a la sospecha sembrada, al señalamiento sin prueba. Lo hace, además, desde un espacio controlado, sin posibilidad de réplica, hablando a una audiencia que lo celebra sin matices.

Tan cobarde es, que no cuestiona al CJNG, no habla de las estructuras criminales que tienen sitiados municipios completos, no exige resultados al sistema de justicia. El blanco es ella, la viuda, la alcaldesa, la mujer.

Que alguien con ese nivel de exposición pública elija castigar con palabras a quien acaba de enfrentar el asesinato de su esposo dice mucho del tipo de liderazgo que presume.

Un liderazgo que no construye, sino que golpea; que no acompaña a las víctimas, sino que las pone bajo sospecha; que no entiende el contexto de violencia en Michoacán, sino que lo usa como telón de fondo para hacerse notar.

El problema no es solo Fernández Noroña y su estilo pendenciero. El problema es que este tipo de discursos se normaliza dentro de la política mexicana. Se aplaude la frase dura, la burla, el dardo contra la mujer que se atreve a ocupar un espacio de poder en medio de una tragedia. Mientras tanto, los verdaderos responsables del terror cotidiano, los que ordenan y ejecutan asesinatos, siguen ahí, intactos, fuera de cuadro.

Lo mínimo que se esperaría de un senador de la República frente al asesinato de un alcalde y el ascenso forzado de su viuda, es respeto, prudencia, exigencia de justicia. Fernández Noroña eligió otro camino: el de la provocación barata, el de la sospecha sembrada sobre la víctima, el del machismo que se niega a soltar el micrófono. Y sí, eso también dice mucho de la política que hoy se tolera en este país.