La posición de Netanyahu es cada vez más precaria. La coalición se ha reducido a un margen de un escaño después de la retirada del Judaísmo Unido de la Torá por la disputa sobre el borrador, y la fecha límite del presupuesto de 2026 ahora pende sobre él como el próximo punto de activación.
El fin de las exenciones del proyecto de ley haredi por parte de la Corte Suprema obligó al ejército a comenzar a realizar convocatorias este año, provocando protestas masivas y exponiendo una falla estructural que ninguna versión del proyecto de ley puede salvar. Cualquier compromiso corre el riesgo de dividir al ala ultraortodoxa o nacionalista. Esa tensión alimenta directamente la diplomacia de Gaza, donde los ministros de extrema derecha están atacando las líneas generales del plan de alto el fuego de Washington, enmarcando cualquier presencia residual de Hamás como traición. Netanyahu muestra flexibilidad a Washington, pero no puede permitirse un respaldo formal sin fracturar su base.
La óptica interna está empeorando. La violencia de los colonos en Cisjordania ha provocado una inusual reprimenda pública por parte del presidente Herzog, quien condenó los ataques contra palestinos y soldados de las FDI por igual, dando cobertura a los llamados del establishment a la aplicación de la ley y dejando a Netanyahu atrapado entre las expectativas de ley y orden y el núcleo ideológico de su coalición. La pelea mediática por el intento del Ministro de Defensa de cerrar la Radio del Ejército añade fricción y refuerza la percepción de un gobierno que se vuelve hacia adentro, centrado en el control más que en la estrategia.
Externamente, su margen de maniobra se ha reducido. La alguna vez confiable influencia del AIPAC en Washington está mostrando tensión a medida que Estados Unidos prominentes…
La posición de Netanyahu es cada vez más precaria. La coalición se ha reducido a un margen de un escaño después de la retirada del Judaísmo Unido de la Torá por la disputa sobre el borrador, y la fecha límite del presupuesto de 2026 ahora pende sobre él como el próximo punto de activación.
El fin de las exenciones del proyecto de ley haredi por parte de la Corte Suprema obligó al ejército a comenzar a realizar convocatorias este año, provocando protestas masivas y exponiendo una falla estructural que ninguna versión del proyecto de ley puede salvar. Cualquier compromiso corre el riesgo de dividir al ala ultraortodoxa o nacionalista. Esa tensión alimenta directamente la diplomacia de Gaza, donde los ministros de extrema derecha están atacando las líneas generales del plan de alto el fuego de Washington, enmarcando cualquier presencia residual de Hamás como traición. Netanyahu muestra flexibilidad a Washington, pero no puede permitirse un respaldo formal sin fracturar su base.
La óptica interna está empeorando. La violencia de los colonos en Cisjordania ha provocado una inusual reprimenda pública por parte del presidente Herzog, quien condenó los ataques contra palestinos y soldados de las FDI por igual, dando cobertura a los llamados del establishment a la aplicación de la ley y dejando a Netanyahu atrapado entre las expectativas de ley y orden y el núcleo ideológico de su coalición. La pelea mediática por el intento del Ministro de Defensa de cerrar la Radio del Ejército añade fricción y refuerza la percepción de un gobierno que se vuelve hacia adentro, centrado en el control más que en la estrategia.
Externamente, su margen de maniobra se ha reducido. La alguna vez confiable influencia del AIPAC en Washington está mostrando tensión a medida que destacados candidatos estadounidenses se distancian del lobby, lo que indica una sutil erosión del aislamiento bipartidista del enfoque de Netanyahu. Sin embargo, sus instintos de supervivencia permanecen intactos. Continúa intercambiando tiempo y socios, aprovechando las rivalidades entre facciones para evitar una prueba definitiva en las urnas. El acto de equilibrio aún se mantiene, pero es frágil. La combinación de una fecha límite presupuestaria, la disputa sobre el borrador, las negociaciones en Gaza y la creciente violencia de los colonos deja poco margen. Si incluso dos de estas crisis alcanzan su punto máximo juntas, la coalición podría desmoronarse y empujar a Israel hacia elecciones que Netanyahu tal vez no pueda detener.