De pluri panista a millonaria Sol Yucatán
- En los últimos dos años, la diputada del PAN en Yucatán, Zhazil Méndez Hernández, formó un patrimonio inmobiliario que no se puede explicar con sus labores políticas: más de 9 MDP.
- Entre 2020 y 2023 fue armando, con reloj de notaría, un pequeño mapa inmobiliario en tres polos de alta plusvalía: costa en Celestún, borde urbano al norte de Mérida y una vivienda en Bosques de Cholul liberada del banco.
- Si la defensa de la democracia se predica en el micrófono, la transparencia se acredita en el archivo. Y ahí no hay tribuna que valga: solo folios, recibos y licencias.
Redacción/Sol Yucatán
La diputada plurinominal del PAN en Yucatán, Zhazil Leonor Méndez Hernández, suele enarbolar desde tribuna la defensa de la democracia; fuera del recinto, su historia reciente se entiende mejor leyendo folios, metros de tierras, fechas y, por supuesto, millones de pesos.
Entre 2020 y 2023 fue armando, con reloj de notaría, un pequeño mapa inmobiliario en tres polos de alta plusvalía: costa en Celestún, borde urbano al norte de Mérida y una vivienda en Bosques de Cholul liberada del banco.
La línea de tiempo abre en Chablekal, cuando el 2 de abril de 2020 se inscribió a su nombre un predio rústico de 764.43 metros cuadrados en el tablaje 26416. El asiento da cuenta de una compraventa pasada ante la Notaría 15 y de un monto de escrituración de 300 mil pesos; legal, sí, pero de ese tipo de cifras que no conversan con el mercado. El folio aparece libre de gravamen.
El salto a la costa ocurrió el 11 de mayo de 2022. Ese mismo día, y ante la misma notaría, se formalizaron dos escrituras para dos lotes contiguos en la Calle 3-C de Celestún: el número 119, un terreno de 483 metros cuadrados (21 por 23), con 350 mil pesos asentados en el aviso; y el 117, de 345 metros cuadrados (15 por 23), por 250 mil pesos.
Ambos quedaron registrados como “terreno sin construcción” y libres de gravamen. Es decir: tierra limpia en un destino turístico que, por sí sola, sabe subir de precio con el paso del tiempo.
La pieza que cierra el triángulo patrimonial está al nororiente de Mérida, en Bosques de Cholul. El 8 de junio de 2023 se inscribió la cancelación de hipoteca del domicilio de la Calle 17-A número 68. El acreedor, Ve por Más (BX+), sale del folio y la casa —cuyo metraje no consta en ese asiento— queda libre del gravamen citado. Saneado así el bien, su valor de realización crece de inmediato: en esa zona, una vivienda típica se mueve hoy entre 3.2 y 5.5 millones.
No hace falta adjetivar para entender el patrón. Primero, borde urbano de apuesta en Chablekal; después, dos piezas contiguas en la costa; finalmente, la vivienda de Cholul sin deuda.
Diversificación de manual: un activo rústico donde la ciudad empuja, tierra en playa que capitaliza turismo y un inmueble urbano medio-alto que ofrece liquidez. Si se cruzan superficies con precios de mercado por zona, la foto de 2025 deja un rango nítido: el lote mayor de Celestún ronda entre 870 mil y 1.45 millones; su vecino, entre 620 mil y 1.04 millones; el rústico de Chablekal, entre 920 mil y 1.53 millones; y la casa de Bosques, entre 3.2 y 5.5 millones. El corte periodístico razonable —no pericial— coloca el total en torno a 7.51 millones de pesos, con un corredor entre 5.61 y 9.52 millones.
De este lado del papel están los señalamientos que acompañan a la diputada. El primero es de forma, pero no menor: los montos asentados en las escrituras —350 mil y 250 mil en Celestún, 300 mil en Chablekal— corresponden a valores de escrituración o bases fiscales, no al precio real de compraventa; son prácticas legales, sí, que vuelven opaco el verdadero costo cuando no se transparentan valores catastrales y prediales.
Es allí donde la vara de la rendición de cuentas sube de nivel, tratándose de una curul de representación proporcional: quien no ganó por mayoría tiene menos calle y más papel para explicar congruencia entre ingresos, adquisiciones y saneamiento de deudas.
El segundo señalamiento es de fondo y toca la coherencia del discurso. Desde tribuna, Méndez Hernández reivindica la defensa de la democracia y de causas públicas; en paralelo, su patrimonio crece justo donde la plusvalía mejor paga en Yucatán: costa turística, corredor norte y fraccionamiento medio-alto.
No es un ilícito; es una tensión que solo se despeja con documentos abiertos: prediales 2020-2025 de los cuatro folios, licencias y usos de suelo en la vivienda de Cholul y la trazabilidad de recursos que explique las compras y la cancelación de hipoteca.
En Celestún, un vecino lo resume a su manera: la tierra “duerme y sube sola”. En el norte de Mérida, el pavimento y las luminarias hacen el resto. Entre ambos bordes, el expediente registral de la diputada cuenta un relato sin metáforas: fechas, linderos, notarías y actas que explican mejor que cualquier eslogan por qué día a día sus bienes suman plusvalía.
Queda el mismo pendiente con el que arranca toda investigación patrimonial seria: si la defensa de la democracia se predica en el micrófono, la transparencia se acredita en el archivo. Y ahí no hay tribuna que valga: solo folios, recibos y licencias.
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