Pagar tortillas con stablecoins El Diario de Chihuahua
Imagínese llegar a la tortillería de la esquina aquí en Juárez y que, en lugar de sacar un billete de 100 pesos, tenga que abrir su celular, escanear un código y pagar en “Tether” o en “USD Coin”. Suena a ciencia ficción, pero no está tan lejos: en un país donde la inflación se come el peso, la tentación de pagar con monedas digitales atadas al dólar empieza a tomar forma.
Tether y USD Coin, son las principales stablecoins, -monedas estables-, y con mayor crecimiento en el mundo. Cada una de ellas, respaldadas uno a uno con el dólar americano. Son en esencia, un dólar digital que vive en los teléfonos y servidores de las empresas emisoras.
Las stablecoins prometen estabilidad: lo que hoy vale un dólar, mañana sigue siendo un dólar, sin que el vaivén del tipo de cambio o la inflación interna lo sacuda. ¿Qué pasaría si el kilo de tortilla se cotizara en dólares digitales y no en pesos? Para el consumidor sería una forma de protegerse, pero para la economía mexicana sería un golpe directo a la soberanía monetaria.
El Banco de México perdería control sobre el circulante, los bancos comerciales verían esfumarse parte de su negocio de pagos y el peso quedaría relegado a una moneda de segunda para compras locales. Todo porque la gente buscaría algo que le dé certidumbre frente a precios que no paran de subir en la mesa.
El futuro podría empezar en la tortillería: pagar en stablecoins el kilo de tortilla de maíz es el escenario más sencillo y al mismo tiempo más disruptivo. Ahí se desnuda la realidad: cuando el dinero oficial ya no alcanza, la gente busca otra forma de defender su poder de compra. Y si ese refugio se llama dólar digital, México tendría que replantearse qué significa realmente tener moneda propia.
Hoy, las stablecoins mueven más de 280 mil millones de dólares en circulación global. Tether (USDT) y USD Coin (USDC) se han convertido en las verdaderas líderes de un fenómeno que ya no es marginal.
En economías golpeadas como Argentina, Venezuela o Turquía, dejaron de ser un experimento digital para transformarse en la moneda cotidiana de quienes no confían en su billete local.
México, aunque no aparece todavía en los grandes titulares, ya asoma en esa corriente. Hay remesas que entran directamente en stablecoins, freelancers que prefieren cobrar en USDT y comercios en línea que aceptan pagos en USDC. El cambio ocurre en silencio, sin anuncio oficial ni estrategia gubernamental, pero ocurre.
Lo que parecía un juego de criptoentusiastas se ha convertido en el dólar digital de facto: sin banco central, sin ventanilla, sin tarjeta de crédito. Solo con un celular en la mano se puede participar en una economía paralela que crece cada día y que no pide permiso a nadie.
Así que sí, el día en que alguien pague tortillas o burritos en Ciudad Juárez con stablecoins no está lejano. La verdadera pregunta no es si pasará, sino qué tan rápido se normalizará y cómo reaccionará el peso frente a un competidor que ya corre por la vía paralela. Seguir cruzados de brazos nos condena, otra vez, a ser espectadores de nuestra propia irrelevancia.
Cada stablecoin, como las de Circle o Tether, no vive en bóvedas ni en sucursales bancarias. Su espacio natural son los teléfonos y los servidores: billeteras digitales en la palma de la mano o bases de datos que cruzan fronteras sin pedir permiso.
No existe el billete físico, solo el registro en la cadena, en la blockchain, que es un sistema distinto y aparte de los bancos tradicionales.
Y sin embargo, basta con un par de clics para que esa moneda digital se convierta en efectivo tradicional a través de un exchange, un cajero o un intermediario. En ese tránsito veloz está la verdadera disrupción: el dinero ya no depende de la ventanilla, sino de la conexión a internet.
Y una vez que las stablecoins se aceptan como forma de pago y de liquidación, la necesidad de cambiarlas a efectivo desaparece. Si puedes pagar las tortillas, el recibo de la luz o un viaje en Uber directamente con USDC o USDT, ¿para qué pasar por la ventanilla del banco?
El celular se convierte en la billetera definitiva y el billete físico en un estorbo del pasado. Ese es el salto decisivo: cuando la moneda digital deja de ser un puente hacia el efectivo y se transforma en la moneda cotidiana por derecho propio.
Tal vez, puede generar miedo o resistencia al cambio, pero el tren ya salió hace rato de la estación. El punto es, en que momento deberemos subirnos o seamos obligados a hacerlo.
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