¡Kimmel vuelve! Y la doctora calla... Vanguardia.com.mx

Si todo resulta bien y el vengativo Niño Dios no nos tiene deparada otra sorpresa (como viene haciendo desde que se viralizó el video del “Pasito Perrón”), hoy martes se reanuda la transmisión de “Jimmy Kimmel Live!”, uno de los “late night” o programas nocturnos de variedades más importantes de la televisión de los Estados Unidos, en donde estos shows tienen una larguísima tradición y una importante influencia en la opinión pública.
El formato ha tratado de ser replicado en México con resultados que van de lo “¡meh!” a lo desastroso, casi siempre porque están desprovistos del elemento político, lujo que la televisión abierta jamás se ha podido permitir en nuestro país.
TE PUEDE INTERESAR: La Corregidora progre.
Otro logro de la Cuarta TransformaciónAunque cada cadena tiene su propio show con su conductor estrella (Stephen Colbert, Jimmy Fallon, Seth Meyers, etc.
) por razones personales le tengo afecto al de Kimmel y, aunque en realidad no soy fan de los “late night” (como que le agarré alergia a los programas de variedades desde chiquito con “Siempre en Domingo”), comencé a ver esta emisión religiosamente ahora con el segundo periodo de Donald Trump, quien aún no cumple diez meses y ya me parecen diez años.
Y es que el show inicia con un monólogo para abordar con sorna los temas del día, que no tendrían que ser necesariamente políticos, pero tratándose de Donald J.
Trump, un sujeto cuya capacidad de hacer y decir sandeces ha dejado perpleja a la comunidad científica, pues acapara la mayor parte del segmento editorial (siempre en clave de humor).
En otras palabras, Trump no da chance de que se hable de otra cosa que no sea él y sus.
.
.
digámosles, extravagancias (no quiero que me quiten mi visa).
Desde luego, alguien tan obsesionado con el control de la narrativa y de su imagen pública, alguien que busca tener injerencia directa sobre lo que se dice de él (sin reparar en que es probablemente el hombre más poderoso sobre la Tierra y debería estar muy por encima de cualquier comentario), es contradictoriamente de un ego tan frágil que no soporta la caricatura ni el humor a sus costillas.
Luego, ha presionado con diversas estrategias a las cadenas televisoras para que cancelen los “late shows” que, al parecer, tanto le duelen (no obstante, asegura –en otra de sus infinitas contradicciones– que son pésimos y que ya nadie los ve).
Primero, a través de un intrincado juego de demandas y chantajes, logró que le dieran a “The Late Show con Stephen Colbert” una fecha para su última emisión el próximo año.
Y la semana pasada agarró de pretexto los comentarios de Kimmel sobre las reacciones políticas en torno al asesinato de Charlie Kirk, para que Disney-ABC se sintiera moralmente obligado a sacar del aire este programa, y lo suspendió indefinidamente.
Quiero recalcar: Kimmel no hizo chistes ni comentarios mordaces sobre el homicidio de Kirk, pese a que era una persona horrenda y murió de la manera más irónica posible: víctima de una de las peligrosas prerrogativas que tanto defendía –el derecho a portar armas– y sobre la que argumentaba que las víctimas mortales eran un triste precio razonable a pagar.
Aunque la mesa estaba puesta para cebarse en sarcasmo (como sí lo hicieron las redes), Kimmel se enfocó en cómo el gobierno pretendió sacar raja política de este homicidio, forzando una versión inicial sobre que el presunto homicida sería un opositor “de izquierda”, enemigo de Donald Trump y su administración.
Pero las primeras revelaciones indican que el tirador viene de un hogar trumpista republicano y que la izquierda o el Partido Demócrata no parece ser necesariamente la afiliación del perpetrador.
El Gobierno quiso victimizarse colgándose a su vez de la muerte del pobre infeliz de Kirk y terminó haciendo el ridículo.
Y ese ridículo fue el que señaló Kimmel en su monólogo de la semana pasada, sin meterse con el hoy “mártir” del movimiento MAGA, sólo con el gobierno y su rol de víctima perpetua (igual que YSQ).
Haciendo gala de tergiversación, gobierno e incondicionales comenzaron a plañir en medios y plataformas que Kimmel había hecho escarnio del desdichado difunto; por ello la cadena ABC-Disney se sintió compelida a suspender la emisión “de manera indefinida” (y es que Disney se arrastra tan bajo como exija el poder en turno); todo esto provocó que el público opositor al trumpismo iniciara un boicot contra el consorcio y sus plataformas (Hulu y Disney+) y una avalancha de críticas; lo que sin duda pesó para reconsiderar y anunciar la reaparición esta noche de Kimmel, misma que no me pienso perder (diferida por YouTube).
Hay un debate sobre si es o no violatorio de la libre expresión (tratándose de una cadena privada y una decisión ejecutiva).
Pero aunque es clara la intervención gubernamental, no me interesa hoy discutir ese aspecto, sino la facilidad con que tomaron una crítica genuina y la hicieron pasar por discurso de odio para cilindrear a toda la secta trumpista.
Y es que fue exactamente lo que hizo nuestra doctora Presidenta días antes con una pregunta perfectamente legítima, pertinente y sobre todo oportuna, hecha por un reportero de El Universal, sobre la muerte “accidental” de otro miembro de la Marina, y que vendría a significar el séptimo deceso relacionado con la red de huachicol fiscal que se presume podría ser el peor escándalo de corrupción en la historia de México.
Siete muertes relacionadas con un mismo evento (entre homicidios y suicidios inverosímiles) por mera estadística no pueden ya ser una coincidencia.
Y la pregunta del reportero no sólo no era dolosa en absoluto, sino que era imperiosa.
TE PUEDE INTERESAR: ¿A qué costo? Confirma Disney que Jimmy Kimmel regresa al aire este martes¿Qué hizo la doctora? Declararse ofendida, desacreditar el cuestionamiento como fuera de lugar y hacerse la digna: “¡Ya no te voy a responder!”.
Y es exactamente lo que hizo el gobierno de Trump con Kimmel: batear la crítica, tachar al cuestionamiento de lesivo, malintencionado, y al comunicador de “estar lucrando con una tragedia”.
Bonita manga de embusteros, la doctora y el tal Trump; par de ofendiditos.
¡Con qué facilidad se escabullen alegando faltas contra el dolor ajeno, cuando son ellos los que están sacando raja de dichas muertes, turbias y, por demás, misteriosas!A Kimmel lo restituyen hoy (vamos a ver por cuánto tiempo).
Pero la pregunta en la mañanera.
.
.
Esa sigue vigente.
¿Ya consideró la doctora responderla?