La brecha de financiamiento de la biodiversidad Plaza de Ármas

El financiamiento para la conservación (en particular de la biodiversidad) siempre ha existido, proveniente de programas gubernamentales, donaciones filantrópicas, empresas y esfuerzos de organizaciones sin fines de lucro. Estos han desempeñado un rol significativo, pero no han sido suficientes frente a la magnitud de la crisis de biodiversidad. No sólo buenos programas y voluntad ciudadana son necesarios, hace falta recursos económicos para llevar a cabo la conservación de la biodiversidad.

Y según el informe Financing Nature, de Deutz y otros desde el 2020, la brecha de financiamiento global para la biodiversidad ya ascendía a unos 700mil millones de dólares al año. Y agrega que depender de donaciones voluntarias, fondos gubernamentales inestables y ayudas de corto plazo ya no es viable, y resulta insuficiente para contrarrestar los factores sistémicos que impulsan la pérdida de biodiversidad (OCDE, 2020). Estas fuentes son vulnerables a vaivenes políticos, recesiones económicas y fenómenos ambientales extremos, como quedó dolorosamente claro durante la pandemia de COVID-19, cuando se desplomaron los ingresos por turismo vinculados a la conservación (PNUMA, 2021).

Entonces sí los enfoques convencionales no son suficientes, sería el momento de considerar alternativas nuevas, como los Bonos de Biodiversidad.

Y aunque el concepto no es del todo nuevo, los bonos de biodiversidad siguen siendo poco conocidos y comprendidos. En esencia, son instrumentos económicos que conectan el capital privado con la conservación de la biodiversidad. De esta forma, un bono de biodiversidad representa una unidad verificada, medible y basada en evidencia, que genera un beneficio para la biodiversidad, sostenible y adicional a lo que ocurriría de forma natural.

Los bonos de biodiversidad no buscan solo poner un valor monetario a los ecosistemas, sino construir una plataforma financiera capaz de proteger la naturaleza a gran escala.

Se trata de bonos de biodiversidad para el mercado local voluntario en donde quienes ofertan son variados actores, como ejidos, comunidades, propietarios de predios certificados, o espacios públicos como parques, ANPs, camellones como fragmentos de biodiversidad. Y en la demanda están personas físicas o morales, ciudadanos, asociaciones civiles, empresas de cualquier tamaño, que buscan reducir su huella ecológica, instituciones financieras, filántropos y consumidores. Estos compradores se ven motivados por regulaciones, responsabilidad ética y obligaciones internacionales.

Con dichos recursos, se puede financiar las acciones y obras de conservación de la biodiversidad en espacios urbanos entre los que se encuentran los llamados fragmentos de biodiversidad, los cuales aportarán servicios ambientales por medio de la colocación de especies vegetales endémicas seleccionadas  de acuerdo a criterios técnicos ambientales sobre todo, las actividades de mantenimiento, o la reproducción de organismos (plantas y árboles) para introducirlos en los diversos espacios, a fin de fortalecer o incrementar la biodiversidad.

La discusión acerca de la biodiversidad en sus múltiples aspectos va ampliándose, y en particular, lo que respecta al marco jurídico y regulatorio, lo cual es necesario, pero no es lo sufrientemente poderosa para revertir los desafíos actuales del declive.

Por su parte el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) propone tres cambios urgentes a saber:

Transformar las finanzas, redirigiendo y realineando los flujos financieros públicos y privados desde gastos y subsidios perjudiciales para la naturaleza y el clima a gastos y subsidios positivos para la naturaleza;

Transformar la producción y el consumo mundiales logrando cambios audaces en la planificación y las prácticas de los sectores de la agricultura, la pesca, las industrias extractivas, la confección y la infraestructura;

Catalizar el cambio de comportamiento y convocar nuevos diálogos con diversas partes interesadas.

Y ya se había advertido, en el Marco Mundial para la Diversidad, dentro de sus objetivos y en particular en la Meta 19, que “El objetivo es aumentar sustancial y progresivamente el nivel de recursos financieros de todas las fuentes, de manera eficaz, oportuna y de fácil acceso, incluidos los recursos nacionales, internacionales, públicos y privados, de conformidad con el artículo 20 de la Convención, para implementar las estrategias y planes de acción nacionales sobre biodiversidad, movilizando al menos 200 mil millones de dólares por año para 2030” Así como también, “Estimular esquemas innovadores como el pago por servicios ecosistémicos, bonos verdes, compensaciones y créditos de biodiversidad y mecanismos de distribución de beneficios, con salvaguardias ambientales y sociales”

Por otra parte, el PNUD estableció como propuesta: “Estimular esquemas innovadores como el pago por servicios ecosistémicos, bonos verdes, compensaciones y créditos de biodiversidad y mecanismos de distribución de beneficios, con salvaguardias ambientales y sociales”.

Pero también ha señalado que el futuro es Local, lo cual se traduce, en que el mayor impacto se conseguirá actuando desde lo local, de manera conjunta con todos los actores involucrados.

En este sentido, vamos obteniendo los insumos de la receta (para diseñar una o varias alternativas), tales como:

• El espacio (desde lo local)

• El Tiempo (en lo inmediato, actuar urgentemente).

• Corresponsabilidad (ciudadana)

• Cambio de paradigma hacia el biocentrismo

• Nuevos mecanismos y figuras (pago de servicios ambientales, compensaciones, bonos de biodiversidad para el mercado local voluntario, protección de los fragmentos de biodiversidad urbana, fondo ambiental, actualización del marco jurídico y regulatorio, expos de biodiversidad, fondos internacionales y otros más.)

En fin, de lo que se trata es, de integrar todo aquello que es indispensable para la sostenibilidad de la biodiversidad, dentro de lo cual, sin duda alguna, se encuentra la disminución de la brecha de financiamiento de la biodiversidad. De ahí la relevancia, de contar con los recursos económicos suficientes para sostener las acciones como mantenimiento, propagación de especies nativas, restauración y muchas más, que se interrelacionan como la polinización, el agua, la salud del suelo, el control de plagas y enfermedades, el tráfico ilegal de especies., la introducción de especies exóticas e invasoras.

Lo anterior es para enfrentar la pérdida global de la biodiversidad que plantea riesgos fundamentales para el bienestar humano, amenaza nuestra seguridad alimentaria y de agua, pone en riesgo nuestro salud física y mental, debilita nuestra economía, aumenta la fragilidad, aumenta el riesgo de conflicto, exacerba la crisis climática y degrada la belleza del mundo natural que compartimos con todas las formas de vida. Y aunque sabemos que el nivel actual de financiación de la biodiversidad y los mecanismos institucionales actuales para valorar e invertir en la biodiversidad no están a la escala requerida, los fondos que se pretendan recaudar para la biodiversidad, deberán ser mayoritariamente para la inversión directa en la conservación, protección o restauración de la biodiversidad, y en segundo plano para inversiones indirectas.

Recordemos que en el documento de Taxonomía Sostenible de México coordinado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y dado a conocer en el 2023, se señaló lo siguiente “Los análisis preliminares estiman que para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2022 a 2030, México necesita financiamiento anual entre $74 y $92 mil millones de dólares, lo que equivale a movilizar entre 6.8% y 8% del Producto Interno Bruto. Ante una brecha de financiamiento de esta magnitud, es necesario que los esfuerzos se aceleren más allá de las limitaciones presupuestarias del gobierno y se movilicen recursos financieros a gran escala. Para lograr esto, es crucial crear un ecosistema financiero sostenible e inclusivo en los próximos años. Esto se puede lograr a través de la implementación de distintos mecanismos que fomenten la movilización de recursos hacia actividades que contribuyan tanto al bienestar social como al cuidado del medio ambiente.”

Quizá en el día a día, como ciudadanos no nos percatemos del valor y aportaciones de la biodiversidad, pero recuerde cada vez que come, que se lo debemos a la agrobiodiversidad, y que cuando respira, también la biodiversidad es responsable de la producción de oxígeno y que en nuestra calidad del aire, ahí encontramos a la biodiversidad removiendo contaminantes y capturando CO2 o cuando abra la llave del agua, recuerde que la infiltración a los acuíferos de donde proviene el agua, es también un servicio ecosistémico que brinda la biodiversidad.

Invertir en la biodiversidad es un seguro para el futuro, nuestra calidad de vida y producción de bienes y servicios valiosos.

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