Pedro Pascal y Sarah Paulson: la verdadera historia detrás de su inquebrantable vínculo Infobae
Más de tres décadas de amistad unen a los actores Pedro Pascal y Sarah Paulson, quienes asistieron juntos a la función de Evita en Londres, donde compartieron gestos afectuosos durante el evento. La nueva producción, protagonizada por Rachel Zegler en el papel de Eva Perón, se presentó en el West End londinense.
De acuerdo con Vanity Fair, las muestras de cercanía entre ambos son frecuentes y reflejan un vínculo forjado mucho antes de alcanzar la fama.
De Nueva York a Hollywood: el inicio de un lazo duradero
El vínculo entre Pedro Pascal y Sarah Paulson comenzó en Nueva York a principios de los años noventa, cuando ambos tenían poco más de veinte años. Pascal se había mudado desde California para estudiar en la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York, y fue presentado al círculo de Paulson por una amiga en común. Así lo relataron en una conversación para Interview.
Solían ir al cine en grupo, y una anécdota temprana los marcó: tras ver Sin miedo a la vida (1993), coincidieron en un parque con Woody Harrelson. “Fuimos los dos únicos que sabíamos quién era... al resto no le importó lo más mínimo”, recordó Pascal.
Según Paulson, su amigo ya era entonces magnético y divertido, aunque con una melancolía que lo hacía especialmente transparente como actor.
Carreras dispares, amistad constante
Mientras su amistad crecía, sus trayectorias profesionales tomaron caminos distintos. Sarah Paulson debutó en Broadway en 1994 y empezó a aparecer en televisión y cine con frecuencia. Su reconocimiento definitivo llegó en 2011 con las series de Ryan Murphy American Horror Story y American Crime Story. “Era como ver a un cohete, fue como: ‘Ella lo está logrando’”, dijo Pascal.
En contraste, Pedro Pascal enfrentó una etapa difícil tras graduarse en 1997. Aún usaba el apellido Balmaceda —luego adoptó el de su madre, Pascal— y durante años solo obtuvo papeles menores en televisión, mientras trabajaba como camarero. Paulson, que se había mudado a Los Ángeles, lo ayudó económicamente en varias ocasiones y más adelante fue clave para un giro decisivo en su carrera.
En 2013, Paulson contactó a su amiga Amanda Peet, quien hizo llegar una audición de Pascal a su esposo, David Benioff, uno de los creadores de Juego de tronos. Así obtuvo el papel de Oberyn Martell, que marcó su despegue profesional. Luego llegaron Narcos y otros proyectos que lo consolidaron como figura destacada en Hollywood.
Una amistad renovada
La relación entre ambos actores se fortaleció con el paso del tiempo, incluso después de periodos de distancia. Pascal relató que tras mudarse temporalmente a Los Ángeles y luego regresar a Nueva York, su amistad con Paulson entró en “un segundo capítulo” del que no se separaron desde entonces.
Uno de sus momentos más significativos ocurrió el 4 de febrero de 2023, en el 23º aniversario de la muerte de la madre de Pascal. Ese día presentó Saturday Night Live con gran éxito, y Paulson voló a Nueva York para participar en un sketch. Luego celebraron juntos toda la noche. “Si hubiera habido una cámara sobre mí cuando sucedió, me habría mostrado siendo testigo de cómo comenzaba su vida”, dijo ella en entrevista con la revista.
Cercanía sin connotaciones románticas
La reciente aparición pública de Pedro Pascal y Sarah Paulson durante la función de Evita reavivó el interés por su vínculo. La revista aclara que los gestos físicos entre ellos —como tomarse de la mano o abrazarse— son habituales, pero no responden a una relación romántica.
Pascal explicó que el contacto físico lo ayuda a manejar la ansiedad, especialmente en eventos públicos. Durante una presentación de The Last of Us, comentó a Bella Ramsey que suele llevarse la mano al estómago “porque ahí es donde mi ansiedad reside”.
Complicidad y apoyo mutuo
Desde sus inicios en Nueva York hasta sus actuales éxitos en Hollywood, Pedro Pascal y Sarah Paulson mantuvieron una relación basada en la confianza, el afecto y el apoyo incondicional.
Su vínculo, construido a lo largo de más de treinta años, se mantiene firme y público, sin que existan connotaciones sentimentales más allá de una amistad profunda y duradera.
