Trump amarra a Reino Unido con relación especial Milenio

La semana pasada se firmó el primer gran pacto comercial desde lo que Donald Trump denominó el “día de la liberación”, entre Estados Unidos y Reino Unido.
En cierto modo, se trata de un convenio sin acuerdo: hay muchos detalles que todavía no se firman, o que no entrarán en vigor durante un tiempo, o que están sujetos a cambios.
A Trump le gusta mantener en el aire incluso sus acuerdos para crear una sensación de incertidumbre que le proporcione mayor control.
Pero lo más importante es que los aranceles de 10 por ciento siguen siendo la nueva norma (mucho más altos que cuando Trump asumió el cargo), pero los impuestos de Reino Unido sobre los autos que entran en EU se reducen de 27.
5 a 10 por ciento con una cuota de 100 mil vehículos.
Los agricultores estadunidenses pueden vender más carne de res, etanol y maquinaria en el mercado británico, aunque las normas de seguridad alimentaria no se modificarán para adaptarlas al pollo estadunidense, que es tratado químicamente.
Ambos fortalecerán su colaboración en las cadenas de suministro en sectores como acero y farmacéutico.
A primera vista esto parece consolidar la llamada relación especial.
Si bien 10 por ciento es la nueva normalidad, al menos Gran Bretaña es el primer país en llegar a un acuerdo con Estados Unidos, lo que genera mayor certidumbre en el mercado y las políticas.
Dado que EU es el principal socio comercial de Reino Unido, esto es importante.
Pero, en mi opinión, todo esto subraya la posición increíblemente débil en la que el brexit dejó a Reino Unido en relación con EU y Europa.
Si Gran Bretaña todavía estuviera en la Unión Europea, podría proporcionar el impulso necesario para que la región hiciera lo que debe hacer y se unificara política y económicamente para crear una fuerza de contrapeso contra el populismo y los conflictos globales.
Así como están las cosas, sí, los alemanes tuvieron dificultades para lograr que Friedrich Merz pudiera ocupar el puesto de canciller, pero ya está allí, a pesar de una gran victoria de la extrema derecha, y no cabe duda de que tanto alemanes como franceses están dispuestos a invertir más en defensa y a unificarse más en política exterior.
Se necesita la profundización de los mercados de capitales europeos.
Ahí es donde entran los británicos.
Parte de los cálculos del plan de Trump para mantener la cordialidad con el primer ministro británico, Keir Starmer, no tiene que ver con el comercio: Gran Bretaña es el decimoprimer mercado exterior más grande de Estados Unidos, así que no es crucial.
De lo que se trata es de asegurarse de mantener a Europa desestabilizada y dividida.
No puedo imaginar cuántos inversionistas estadunidenses con los que hablo estarían encantados de transferir su dinero de dólares a eurobonos o invertir en nuevas empresas en todo el continente si supieran que tendrían acceso a mercados de capitales más profundos y líquidos.
Al mantener a Reino Unido alineado con EU, Trump hace que Gran Bretaña sienta que aún mantiene su relación especial, en comparación con los países europeos, y que no sufrirá nuevos golpes económicos.
Pero, de hecho, eso le impide hacer lo que debe hacer, que es encontrar una vía de acceso por la puerta trasera a Europa y construir un consenso común con Francia y Alemania sobre cómo manejar no solo la segunda llegada de Trump, sino también el mercantilismo chino.
Mi colega Martin Sandbu, economista noruego residente en Londres, autor de una columna y del boletín informativo Free Lunch, me acompaña hoy como interlocutor.
Martin, tengo algunas preguntas para ti.
Primero, ¿qué opinas sobre el acuerdo? Segundo, ¿estás de acuerdo conmigo en que la relación de Starmer con Trump impide que Reino Unido haga lo que debe y se acerque mucho más a Europa continental? Por último, ¿cómo esperas que se desarrolle cualquier futuro acuerdo comercial entre EU y la Unión Europea, y qué nos dirá sobre el estado del sistema comercial global?Lecturas recomendadas-Estoy muy de acuerdo con mi colega Janan Ganesh en que la reacción negativa de los liberales contra Trump no tendrá el impacto político que esperamos.
De hecho, si leen mi columna de esta semana, verán que Trump está abriendo nuevos caminos políticos en los estados demócratas y en el sector servicios.
-Me alegró ver a la profesora de filosofía de Harvard Danielle Allen explicar en The Wall Street Journal por qué decidió debatir con Curtis Yarvin, defensor de la Ilustración Oscura.
Las ideas odiosas merecen ser refutadas con seriedad cuando tienen tantos seguidores como esta locura.
-Ross Douthat analiza en The New York Times la avalancha de películas, libros y programas de televisión que se apiada de los ricos y lo que esto dice de nuestra cultura actual.
-Y parece que los millennials ricos se están distanciando de sus contrapartes más pobres incluso más rápido que las generaciones anteriores, según The Wall Street Journal.
Consejo rápido: Derecho y Medicina ya no son carreras del primer nivel; opten por tecnología o finanzas.
Martin Sandbu respondeHola Rana: soy fan de Swamp Notes desde hace mucho tiempo, así que es emocionante finalmente sumergirme en el pantano.
¿Y qué puede ser más pantanoso que este supuesto gran acuerdo comercial? Porque no es ni grande, ni es acuerdo, y puede, como insinúas, no tratarse solo de comercio, sino de posicionamiento geopolítico.
Lo más sorprendente del “acuerdo” en sí es que el escueto documento que publicaron tiempo después del anuncio dice que ninguna de las partes considera nada de él un acuerdo legalmente vinculante.
Creo que los que esperan un verdadero acuerdo de libre comercio —es decir, un tratado internacional— se sentirán decepcionados.
Así no es como actúa Donald Trump, e incluso cuando lo hace, conozco gente en Ottawa y Ciudad de México que puede decirte lo confiable que es la firma de Trump.
Eso no significa que el “acuerdo” —si se mantiene— no ofrezca algunos beneficios a Reino Unido, aunque consistan en recibir un golpe un poco menos fuerte del bravucón del otro lado del océano.
¿Pero a qué precio? Justo cuando empezaban a filtrarse los detalles estaba hablando con un experto en comercio británico cuyo principal temor era que esto significara que “Reino Unido le fallara a la economía global”.
Y eso es lo que ocurrió: al celebrar el “acuerdo” el país respaldó la nueva base de Trump de aranceles elevados en general, con solo pequeñas excepciones que pueden salvar los empleos que dependen de la exportación, pero dificultarán su expansión.
Una historia que circula aquí es que Jaguar Land Rover se estaba preparando para anunciar pérdidas de empleos y que ahora no tiene por qué hacerlo.
De ser cierto, significa que Trump aprendió que puede extorsionar a sus socios más cercanos y obtener gran parte de lo que quiere.
En el caso de los autos, JLR y otros ahora tendrán que lidiar con un arancel de “solo” 10 por ciento en lugar de 25 por ciento, pero solo sobre los primeros 100 mil autos, bastante cerca de las exportaciones normales.
Así que olvídense de cualquier expansión en EU.
En cuanto a tu segunda pregunta, no estoy de acuerdo contigo: el único perjuicio que Reino Unido no se ha infligido con esto es dificultar la profundización de las relaciones con la Unión Europea.
En el apartado agrícola del acuerdo (importaciones de carne de res), Reino Unido se negó a debilitar sus normas regulatorias, una condición previa para facilitar el comercio de alimentos y plantas a través del canal de la Mancha.
Mantenerse firme en este punto revela que el gobierno está más determinado a reparar algunos de los daños del brexit de lo que suele dejar entrever públicamente.
De hecho yo iría más allá: a corto plazo, el “acuerdo” con Trump le da a Keir Starmer más margen político para anunciar objetivos ambiciosos en la cumbre Unión Europea-Reino Unido de la próxima semana.
Esto se debe a que, por muy malo que sea, el anuncio del jueves neutraliza cualquier oposición política de los partidarios del brexit que claman que el acercamiento de Starmer a la Unión Europea torpedea cualquier posibilidad de un acuerdo comercial con EU.
Así que, al menos en el corto plazo, creo que la política comercial de esta semana no contribuyó a la estrategia de Trump de “divide y vencerás” para Europa, que estoy seguro de que tienes razón al afirmar que es la que está buscando.
Pero veamos qué sucede con la regulación en tecnología a medida que avanzan las negociaciones.
En cambio, el acuerdo está mucho más dirigido a China, donde parece que las exenciones arancelarias al acero están vinculadas a que Reino Unido reduzca la influencia de Pekín en el sector.
Por último, ¿qué pasa con la Unión Europea? Si bien Reino Unido decepcionó al lado global, no estoy de acuerdo con los que piensan que esto presiona a otros a seguir su ejemplo, y sin duda no a la Unión Europea, que conoce muy bien su propia fuerza.
(En todo caso, podría animar también al bloque a ser más ambicioso con Reino Unido la próxima semana).
Por lo que veo, la Unión Europea todavía se pregunta qué espera EU de ella.
Pero tanto ella —como China— habrán aprendido dos cosas.
Una es que Trump siente que necesita un éxito aparente.
La otra es que Trump aceptará como ese éxito una promesa no vinculante de comprar algo.
Así que uno puede esperar una mayor disposición a seguirle la corriente a las apariencias, así como promesas sin sentido como comprar más gas natural, si eso ayuda a que las cosas avancen.
Pero me sorprendería que Bruselas o Pekín firmaran un acuerdo donde todas las concesiones fueran de su parte en relación con la base a favor de Trump, como hizo Reino Unido.
El “día de la liberación” demostró que Trump no es un político serio, y ahora todos pudieron ver que su noción de lo que constituye un “acuerdo comercial” también es poco seria.
Eso solo puede aumentar el atractivo de alcanzar acuerdos reales y vinculantes con países que sí lo son.
Así que puede ser que Trump le haya dado un nuevo impulso a la globalización, sin EU.