El sargazo: un problema que debería preocuparnos Excelsior

Por Ramón Aguirre DíazAsistí a una reunión del Comité del Agua del Colegio de Ingenieros Civiles de México para escuchar a especialistas hablar sobre un tema del que no tenía mayor conocimiento: el problema del sargazo en las costas del Caribe mexicano.
Un asunto que puede afectar seriamente la economía de una zona del país que atrae a 14 millones de turistas al año, con una derrama cercana a los 15 mil millones de dólares, siendo uno de los mayores polos de atracción turística del mundo.
Eso, sin menoscabo de la afectación a la calidad de vida del más de un millón de habitantes de la región.
  En la reunión nos informaron que la presencia de sargazo en el Atlántico no es algo nuevo, incluso se tiene el antecedente de un primer registro de su existencia hecho por Cristóbal Colón en 1492, en lo que, podríamos decir, es el centro del océano Atlántico, en el llamado Mar de los Sargazos.
El sargazo generado en esa zona nos llegaba muy esporádicamente y en pequeñas cantidades.
 Es a partir de 2011 cuando la distribución y abundancia del sargazo cambió y se formó el Gran Cinturón del Sargazo del Atlántico, que, iniciando en África, las mareas lo llevan hacia el continente americano, donde recibe nutrientes de origen antropogénico que se descargan al océano por ríos como el Amazonas y el Orinoco, llegando a las costas del Caribe mexicano y al Golfo de México, de manera significativa a partir de 2015.
  El cambio climático pudo haber favorecido al fenómeno al modificar los regímenes de corrientes y vientos.
 El problema es la gran cantidad, llegan cientos de miles de toneladas de un organismo vivo que muere y entra en descomposición; además, en su trayectoria, incorpora, en muchos casos, residuos, bacterias, plásticos, caracoles, pequeños camarones.
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son algas pardas que pueden fácilmente absorber metales y semimetales, como el arsénico, y que, al descomponerse, producen gran cantidad de gases que causan malos olores.
  Asimismo, en el mar liberan sustancias que generan la llamada marea marrón, la cual provoca una disminución de luz y oxígeno, provocando la muerte de peces, corales, langostas y moluscos, entre otros.
  Las hermosas playas del Caribe mexicano están en riesgo, ya que no es sencillo retirar el sargazo sin llevarse arenas.
Capturarlo en el mar o bien la construcción de barreras, además de caro, no resulta totalmente efectivo.
El sargazo y la marea marrón, a reserva de quitar la belleza de las playas y de las aguas casi cristalinas, dejan residuos que provocan la muerte de pastos marinos que son los que ayudan a fijar las arenas.
  Como consecuencia, se empiezan a modificar las costas, perdiéndose muchos metros de playa.
  Es un problema serio, puesto que la disposición y retiro del sargazo requiere de un tratamiento especial, que implica altos costos y la necesidad de un máximo cuidado por la emisión de gases, como el sulfhídrico, amonio y sulfuros que se generan por su descomposición, adicionalmente, los lixiviados, que son los líquidos que se le desprenden, pueden ser tóxicos.
No se trata de un tema menor, pues, por el tipo de suelo kárstico que existe en la región, si no se realiza una disposición adecuada y simplemente se deposita en la selva, manglares o terrenos, los lixiviados pueden fácilmente filtrarse y afectar la calidad del agua de los acuíferos que abastecen a la población y, además, generar gases tóxicos en las turísticamente atractivas cuevas marinas.
 Como ya se ha esbozado, no se trata de un asunto menor.
Deberíamos no tan sólo preocuparnos, sino ocuparnos de ello, dándole la importancia que el caso merece.
   RECONOCIMIENTO  Agradezco a la M.
en C.
Rosa Elisa Rodríguez Martínez, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, su valiosa colaboración para la elaboración de la presente columna.
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