La salud y las élites Excelsior

Finalmente, la vacunación contra covid-19 es una realidad, varios países comenzaron la compra y aplicación de la vacuna que dará un respiro a millones de personas alrededor del mundo, luego de un 2020 que pareciera escrito por Stephen King.
La mayoría de los países desarrollados comenzó a vacunar a sus poblaciones, experiencias exitosas y, otras, un tanto caóticas, han sido noticia, pero en sus sociedades permanece ese ánimo por la dosis que nos protegerá y devolverá la tranquilidad.
Sin duda, una experiencia alentadora luego de tantas historias de dolor.
En los países emergentes, la suerte es muy distinta, aunque no del todo mala.
En países como México o Argentina, la vacunación a personal médico está en marcha, siguen adultos mayores y, posteriormente, los demás grupos etarios.
Todo dependerá de la disponibilidad de las vacunas y de las medidas proteccionistas que comienzan a vislumbrarse en la Unión Europea.
Incluso Brasil y su flamante mandatario, renuente a todo lo que le huela a progreso, derechos humanos y otros temas básicos en las democracias modernas, comenzaron la vacunación, repito, a pesar de su presidente, Jair Bolsonaro.
Con todo y las controversias por el acceso a la vacuna por parte de particulares, usted y yo somos privilegiados.
Sí, tenemos la esperanza de que en algún momento seremos inmunizados y podremos retomar algunas actividades tan simples como viajar.
 El comienzo de la vacunación debería poner sobre la mesa el debate en torno a la desigualdad y la inaccesibilidad para los países pobres.
La organización internacional Save the Children se expresó en ese tenor: “A pesar de que parte de la primera ola de vacunas se está reservando para todos los países, los gobiernos de los más ricos no deben acaparar el suministro inicial limitado de vacunas disponibles, sino que deben garantizar una distribución basada en las necesidades y no en la riqueza”.
Save the Children nos recordó algo que olvidamos, que hay personas que necesitan la vacuna de manera urgente.
Sí, más que nosotros, ya que su lucha no es por encontrar un tanque de oxígeno o espacio en un hospital, sino una lucha diaria por sobrevivir ante la carencia de lo más básico, en la que un hospital o un taque de oxígeno son algo que ni siquiera conocen.
Hoy vivimos una lucha en la que, tristemente, los más pobres perderán, en la que, como siempre, serán los últimos en beneficiarse de los avances de la ciencia, y no me refiero al pobre que vive en una ranchería en algún punto de nuestro país, porque él vive en un país donde, bien o mal, su gobierno tiene los recursos para no dejarlo morir.
El llamado urgente es por el niño en Siria, Yemen o el Cuerno de África, que sólo sabe de hambre o guerra y que tal vez, cuando llegue la vacuna, sea demasiado tarde.
Columnista: Kimberly ArmengolImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0