Maradona y semifinales Excelsior

Cuando Diego volaba para desembarcar en Napoli por primera vez, escuchó algo que lo conmovió: nunca ningún equipo del sur de Italia había ganado el scudetto.
A los pocos días de iniciar su travesía napolitana fue entrevistado por la RAI a nivel nacional.
Le preguntaron cuál era su objetivo en el calcio y contestó a lo Maradona.
Declaró que su cometido no era ganar un campeonato, sino dignificar al pueblo napolitano frente a tantos años de opresión de los ricos del norte.
Ganar dos veces la Serie A y una UEFA no sólo los ennobleció, sino que selló con Diego una relación afectiva que sería indivisible.
Como ser humano, como nos sucede a todos, se equivocó muchas veces, pero nadie puede achacarle haberse olvidado nunca de sus orígenes.
Cuando estaba bien era tan perspicaz fuera como dentro de la cancha.
Sólo le bastaron un par de frases para entender lo que traía aparejado representar al Napoli.
A su manera, fue un rebelde que siempre defendió el sector social del que se sentía parte: los más humildes.
Las repercusiones de su paso a la eternidad dejaron de manifiesto una vez más la fuerza simbólica del futbol, sin dudas el movimiento e igualador social más potente del siglo XX.
Entre los tantos y variopintos homenajes que se le rindieron alrededor del planeta hubo uno que me resulta esperanzador en tiempos de tanta cultura de antinomias y grietas que, por la vehemencia con que se manifiestan, parecen irreconciliables; el del Santos, la casa de Pelé.
¿Cuánto tiempo se pierde en comparar los artistas en vez de disfrutarlos? ¿Qué importa quién fue mejor? Por lo menos a mí, absolutamente nada.
Como amante del futbol, ojalá hubiera tenido la dicha de disfrutar de Di Stéfano, Pelé y Cruyff como lo hice de Maradona y Messi.
Diego se fue y el mundo del futbol le rindió el homenaje que su legado merecía.
Hoy empiezan las semifinales de la liguilla y sólo uno de los equipos que definirán la Liga MX no estuvo entre los cuatro mejores clasificados en el torneo regular.
El futbol es tan impredecible que, en el torneo en el cual, por las circunstancias especiales de este año, se podían esperar muchas sorpresas, lo sucedido hasta ahora ha sido bastante previsible.
Sólo Chivas, que calificó séptimo en medio de varios hechos escandalosos extradeportivos, pudo aprovechar las complacencias de la competencia para redimir un torneo que hace unas semanas pronosticaba un tsunami para la postemporada.
León es el que mejor juega, pero el final es abierto.
Columnista: Sebastián LuriImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0