Se prepara el crimen organizado en guerras extranjeras Elarsenal.net
Raúl Flores Martínez.
Mientras el mundo observa con atención el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, una amenaza menos visible pero igualmente alarmante comienza a tomar forma entre las grietas del frente internacional: la infiltración de sicarios ligados a cárteles del narcotráfico latinoamericano —principalmente mexicanos y colombianos— en la Legión Internacional de Ucrania.
Detrás del aparente voluntariado en una guerra extranjera, lo que realmente se perfila es una estrategia calculada por parte de estas organizaciones criminales. Su objetivo no es ideológico ni solidario: buscan entrenamiento militar especializado, particularmente en el uso de drones FPV, una tecnología que ha transformado los métodos de combate moderno.
Esta nueva capacidad, una vez trasladada a América Latina, podría desencadenar un salto cualitativo en la forma en que operan los cárteles y sus conflictos internos.
Los drones FPV, utilizados en Ucrania con asombrosa efectividad tanto para vigilancia como para ataques precisos, ofrecen una ventaja táctica significativa.
En manos del crimen organizado, podrían convertirse en herramientas para emboscadas letales, asesinatos selectivos e incluso ataques coordinados contra fuerzas del orden.
Según informes de contrainteligencia ucraniana, los sicarios no solo estarían participando en la guerra, sino documentando y absorbiendo tácticas militares aplicables a contextos de conflicto urbano. En pocas palabras: Ucrania estaría siendo utilizada como un campo de entrenamiento real para mafias transnacionales.
Este fenómeno no debe verse como una simple curiosidad geopolítica, sino como una señal de alarma para los sistemas de inteligencia y seguridad en México y otros países de la región. La combinación entre poder económico, acceso a armas, entrenamiento especializado y ausencia de escrúpulos multiplica el riesgo de que los enfrentamientos entre grupos criminales —y contra fuerzas estatales— escalen a niveles inéditos de violencia y destrucción.
El historial de daños colaterales en conflictos entre cárteles ya es preocupante; sumar capacidades adquiridas en una zona de guerra eleva exponencialmente el potencial de tragedias masivas. No se trata solo de una amenaza para los actores armados: la población civil podría quedar aún más atrapada en medio de operaciones cada vez más sofisticadas y despiadadas.
Este escenario también cuestiona los protocolos de reclutamiento en la Legión Internacional de Ucrania. En su intento por reforzar sus líneas con combatientes extranjeros, el gobierno ucraniano podría estar dejando pasar, inadvertidamente, a individuos con trayectorias criminales, sin los filtros necesarios para identificar motivaciones ajenas al conflicto bélico.
Al permitir esta infiltración, incluso de forma no intencionada, se corre el riesgo de exportar la guerra más allá de sus fronteras formales, transformándola en un catalizador de violencia global con impacto directo en países que ya enfrentan profundas crisis de seguridad.
La guerra en Ucrania está dejando lecciones duras y peligrosas. Una de ellas es que, en un mundo globalizado, los conflictos no se quedan donde estallan. La sofisticación del crimen organizado latinoamericano, alimentada por tecnologías de guerra moderna, podría representar la próxima gran amenaza para la estabilidad regional. México y Colombia, así como el resto de América Latina, deben tomar nota y actuar con rapidez, antes de que la línea entre crimen y guerra desaparezca por completo.
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