Una joven familia irlandesa, un padre empresario y exitoso, dos hijos sanos y alegres, una madre dedicada. Esa era la postal que protagonizaban Jason Corbett (30) y Margaret “Mags” Fitzpatrick (31) con los pequeños Jack y Sarah en su casa recién construida en Limerick, Irlanda. Una foto impecable que prometía, a quien se detuviera a verla, felicidad por largo tiempo. Pero esa imagen venturosa fue demasiado breve y como un sortilegio quedó congelada en la memoria. Cuando Sarah tenía poco más de un mes, el 21 de noviembre de 2006, Mags (31) sufrió un ataque de asma del que no pudo salir con vida.
A partir de esa madrugada el rumbo previsto de los Corbett se torció dramáticamente y entró en un callejón que no tendría salida.
La cotidianidad de Jason después de perder a su esposa se volvió un caos inmanejable a pesar de la colaboración de sus familias. El día no le alcanzaba. Dos hijos muy chicos, un trabajo intenso en el que había sido hacía poco ascendido y las largas cartas a su mujer fallecida en las que descargaba su angustia existencial. Contrató niñeras, una, otra y otra. Por un motivo u otro se iban o no resultaban.
En abril de 2008, a través de un sitio especializado, contrató a la cuarta baby sitter: una chica norteamericana, oriunda de la ciudad de Knoxville, Tennessee, llamada Molly Martens. La bella joven tenía 25 años y enseguida se puso la familia al hombro. Rubia, de ojos transparentes, una figura perfecta, bien dispuesta y de modos suaves, funcionó enseguida. La elección no podía haber sido mejor. En ese momento Jack ya tenía 3 años y Sarah 17 meses. Molly sabía que llegaba para ayudar a ese hombre desolado y para hacerse cargo de dos bebés sin madre. Nada ambicionaba más.
La relación no demoró mucho tiempo en dejar la esfera de lo profesional para transformarse en un romance pleno. Parecía una buena señal del destino y la familia de Jason estuvo de acuerdo con esta nueva relación. Jason había vuelto a reír, necesitaba estabilidad y a Molly parecía no costarle nada cumplir con todos los roles. Jason estaba un poco asustado por cómo discurrían de rápido las cosas, pero Molly presionaba y pisaba el acelerador. Ella se sentía una verdadera madre para Jack y Sarah. Al punto que empezó a evitar, en muchas ocasiones, contar la verdad de que no era la madre sino una niñera que ahora salía con el padre de los chicos. Molly, quien había abandonado la Universidad de Clemson en Carolina del Sur, había encontrado en esos pequeños huérfanos de madre su verdadero objetivo de vida. Jack y Sarah se convirtieron en su obsesión.
El compromiso de la pareja conformada por Jason y Molly llegó el Día de San Valentín de 2010. Hacía dos años que estaban juntos. Jason, consciente de que Molly extrañaba mucho su país y su familia, estaba pensando que podía darle el gusto. Su trabajo le permitía trasladarse a los Estados Unidos y, al fin de cuentas, Molly era la mujer que había elegido como la nueva madre para sus hijos.
Un año más tarde, en 2011, tomó finalmente la decisión de mudarse a Norteamérica. Probarían. Compró una gran casa de 400 mil dólares para su familia en Wallburg, en las afueras de la ciudad de Winston Salem, Carolina del Norte. La casona típica del estilo arquitectónico revival de ese país (ladrillo a vista, pizarra gris y vidrio repartido) contaba con dos pisos y quedaba en el número 160 de la calle Panther’s Creek Court. Un enorme parque la rodeaba. Jason le dio a Molly 80 mil dólares para que la amoblara por completo y decorara a su gusto.
Sarah y Jack no podían creer el tamaño de su nuevo hogar, les pareció una verdadera mansión. Corrían de un lado para otro. Encima Jasón les regaló un perro y les prometió colocar un trampolín en la piscina. A Molly le regaló una lujosa camioneta BMW para que pudiera moverse con comodidad con los chicos. Los chicos empezaron a ir al colegio y los anotaron en natación, béisbol y todo lo que se les ocurrió. Había empezado la aventura americana y todos disfrutaban.
Dos meses después, ya instalados, contrajeron matrimonio en la casa familiar de los Martens en Knoxville. La familia de Jason viajó desde Irlanda para la celebración. Jack llevó los anillos hasta el altar y Sarah las flores. Jason había vuelto a ser feliz. Había recobrado la sonrisa. Por eso cuando supo que su suegro Thomas “Tom” Martens, un ex agente durante más de 31 años del FBI, enfrentaba algunos problemas económicos no dudó en prestarle 49 mil dólares.
Dentro de los muros de la nueva familia “feliz” no demoraron en aparecer tensiones y rispideces.
Molly Martens insistía demasiado con que quería adoptar formalmente a los chicos así ellos podrían tener la nacionalidad norteamericana. Jason en cambio dudaba. No estaba seguro. No quería que ellos abandonaran sus pasaportes irlandeses y prefería conseguirles la residencia por su trabajo y no por su lazo con los Martens. Para Molly esto empezó a ser un desaire y cada vez se empeñó más con que Jason le diera cabida. Estaba decidida a ser la “madre” de Jack y Sarah como fuese. Era injusto, pensaba, que Jason lo impidiera. Jason, por su lado, extrañaba su entorno y si bien le había querido dar el gusto a Molly no sabía si este traslado sería para siempre. Soñaba con volver a su patria y abrir una pizzería en un sitio llamado Spanish Point, en el condado de Clare. Si Molly adoptaba a sus hijos, ese hecho podría poner en riesgo su posibilidad de retorno con ellos a Irlanda.
La vida es sueño. Y pesadilla.
El 1 de agosto de 2015 pintaba ser un sábado normal. Jason (39) trabajó un buen rato en su propiedad con la ayuda de un vecino y, luego, con sus esposas compartieron unas cervezas en el jardín delantero.
A las 20.30 llegaron de visita los padres de Molly (31), Tom (65) y Sharon Martens. Se quedarían a dormir por el fin de semana. Por la noche comieron unas pizzas y se fueron a acostar. Tom y Sharon usaron el cuarto de huéspedes, ubicado en la planta baja.
A las 3 de la madrugada del domingo 2 de agosto una operadora del 911 atendió una llamada proveniente de Phanter’s Creek Court.
Operador: ... cuál es su emergencia?
Thomas: Emmmm mi nombre es Tom Martens y estoy en el 160 de Panther´s Creek Court y… nosotros necesitamos ayuda.
Operador: Okey, ¿qué está pasando allí?
Thomas: Mi… mi… el marido de mi hija, mi yerno, peleó con mi hija y yo intervine y creo… pienso que está en mal estado. Necesitamos ayuda.
Operador: Okey. ¿Qué quiere decir con que está en mal estado? ¿Está herido?
Thomas: Está sangrando por todos lados y creo que podría haberlo matado.
El que hablaba era Tom Martens, el suegro de Jason.
Cuando los de emergencias llegaron minutos después encontraron a Jason Corbett desnudo, ensangrentado y ya sin vida en el piso de su habitación de la primera planta. Lo llevaron a la ambulancia, pero no pudieron hacer nada. Los paramédicos notaron que el cuerpo estaba demasiado frío para el tiempo que había transcurrido desde el llamado. Era obvio a simple vista que la víctima tenía la cabeza destrozada. En el lugar estaban las armas utilizadas: el bate y el ladrillo completamente ensangrentados.
Sacar a los chicos sin que vieran la escena fue un desafío. La sargento Dagenhardt entró primero al cuarto de Jack y luego al de Sarah. Estaban profundamente dormidos. Tomó a Jack de la mano y a Sarah se la puso a upa. Les pidió que cerraran los ojos con fuerza hasta que ella les dijera. A Sarah le indicó también que escondiera su cara en su cuello. Así atravesaron el hall salpicado de rojo. Había sangre en las paredes y el suelo. Una vez en la planta inferior los chicos fueron puestos bajo el cuidado de Sharon Martens.
Tom y Molly, padre e hija, estuvieron declarando durante varias horas en la comisaría y por separado. Tom Martens relató que estaba quedándose con su mujer en la casa de su hija por el fin de semana. Según Tom su yerno se había ido a dormir muy borracho. Durante la madrugada, poco antes de las tres, se había despertado por una pelea que provenía de la suite del piso superior, donde estaban Molly y su yerno.
Molly en su interrogatorio contó que Sarah se había despertado alrededor de las dos de la madrugada con una pesadilla y que ella se había levantado para ir a asistirla, pero que Jason se molestó mucho por haber sido despertado. Al rato, según Molly, todo derivó en una feroz pelea en la que él intentó ahorcarla y ella gritó aterrada al punto que despertó a su padre Tom en la planta baja, quien no dudó un segundo en tomar un bate de béisbol y subir corriendo. Tom entró al cuarto principal y dijo a la policía haber visto a su yerno con las manos sobre el cuello de Molly. Le lanzó un golpe con el bate y, luego, se trenzó en una pelea con Jason donde rodaron por el piso. Fue entonces que Molly tomó un ladrillo, que casualmente tenía en su mesa de luz, y le pegó con él a su marido en la cabeza o en el hombro, no podía recordar bien. Acto seguido, Tom pertrechado con el bate golpeó el cráneo de su yerno repetidas veces. Aseguró haber usado la fuerza necesaria para la que estaba entrenado en el FBI y así poner fin a la amenaza mortal contra su hija Molly.
Una muerte puso fin a otra posible muerte. La víctima pasó a ser otra. Así de simple. Chau Jason.
Los peritos, en esos mismos días, escribieron en su reporte que los golpes no podían ser contabilizados porque se superponían. Calculaban que había existido una docena de impactos fatales a ambos lados y detrás del cráneo de Jason. El estado de su cabeza, dijeron a modo de ejemplo, era compatible con una caída desde gran altura o con un grave choque de auto. La víctima también presentaba golpes en sus brazos y torso.
Tom Martens acusó a su yerno de ser alcohólico y, tanto Molly como su padre, hablaron de recurrente “violencia doméstica”. Apuntaron a Jason sin ningún remordimiento: era el responsable y el causante de todos los males desatados.
Un detalle que no pasó desapercibido fue que ni ella ni su padre tenían heridas que reflejaran el combate defensivo en el que decían haber estado inmersos. Por otro lado, interrogar a un experto en interrogatorios como Tom Martens constituía todo un desafío para la policía a cargo del caso.
Sharon Martens también decía cosas increíbles. Que luego de haberse despertado con los gritos y ladridos de los perros del barrio, vio a su marido salir del cuarto con un bate. Subía a confrontar a su yerno, pero ella volvió a quedarse dormida. ¿Qué hacía esa mujer mientras sus nietos dormían arriba y su yerno moría a palazos? ¿Dormía realmente? ¿Cómo era posible esa falta de empatía y que no hubiera escuchado nada?
En 2007, un año después de la muerte de su mujer, Jason Corbett hizo un testamento para que, en el caso de que le pasara algo inesperadamente, sus hijos quedaran bajo la tutela de su querida hermana Tracey y de su marido David Lynch quienes ya tenían dos hijos. Deseaba que ante una tragedia más ellos fueran los guardianes legales absolutos de Jack y Sarah.
Cuando conoció a Molly y decidió casarse con ella, no modificó ese testamento. Quiso dejarlo inalterado. Ante cualquier eventualidad él quería que ellos pudieran volver a Irlanda con su propia familia y la de su primera esposa. Temía que si las cosas no salían bien y ocurriera un divorcio, adoptándolos ella tuviera derechos sobre su custodia que impidieran el retorno.
Hay que reconocer que el temor, por lo menos esta vez, funcionó como un escudo protector.
Al volver a su casa, después del interrogatorio, Molly Martens comenzó a hacer algunas cosas que llamaron poderosamente la atención de los detectives. Por ejemplo, gastó 5500 dólares para realizar una limpieza industrial de todos los rastros de sangre de la casa e intentó cremar el cuerpo antes de que los familiares de Jason llegaran desde Irlanda. Las autoridades fueron más rápidas que ella y frustraron su intención.
Tracey Corbett era muy pegada a su hermano y horas después de enterarse de la tragedia se tomó un avión con su marido David Lynch: llevaban como un tesoro el testamento de Jason. Sabían que iban a buscar a sus sobrinos. Llegaron un día después y fueron directo al estudio del abogado de Jason. Cuando quiso ver a los chicos, Molly se lo negó. No demoró en enterarse que la viuda acababa de presentar los papeles solicitando la custodia de Jack (10) y Sarah (8). No habían pasado ni 48 horas del homicidio.
Recién Molly les permitió a los Corbett ver los restos de Jason después de que ellos firmaran un acuerdo legal en el que se comprometían a pagar los costos del funeral y de la repatriación de su cadáver a Irlanda.
La guerra estaba formalmente declarada. Pero las escaramuzas venían desde hacía tiempo atrás y empezaron a trascender luego del crimen.
A Tracey le llevó cuatro días poder ver el cuerpo de su hermano. Quedó horrorizada con lo que vio. Le prometió a su hermano muerto, que buscaría justicia, que haría todo por esos chicos, que sería una madre y más.
La familia Corbett recurrió el pedido de Molly en la justicia y solicitó que se cumpliera con la voluntad que había expresado previamente Jason en su testamento.
Cuatro días después de haber perdido violentamente a su padre, Jack y Sarah fueron entrevistados por asistentes sociales. Les preguntaron por la relación entre Molly y Jason. Las grabaciones de esas sesiones muestran que Sarah no podía manejar su ansiedad y se ve a ambos decir que su padre había sido violento con Molly. Jack habló con precisión, como guionado, y relató lo ocurrido esa noche: su hermana se despertó soñando con insectos, sus padres discutieron, su abuelo subió con el bate y que su mamá usó el ladrillo que tenía y que iban a pintar juntos… Cuando le preguntaron cómo es que sabía todo eso, reconoció: “mi mamá me lo dijo” y respondió que su papá “lastimaba a mi mamá física y verbalmente”. Sarah a su turno reveló que su padre “se enoja mucho con mamá si deja la luz prendida” y cuando le inquirieron si alguna vez Jason le había pegado a Molly y ella se revolvió incómoda y dijo “una”. También aceptó que todas esas cosas las sabe porque su mamá se las contó.
Algunas de las palabras que usaron los chicos incomodaron a los especialistas: no eran las que frecuentemente usan los niños de esa edad. Por ejemplo lo de “verbalmente”. Faltaba mucho por descubrir todavía. Esos niños lo habían perdido todo, eran huérfanos. Lo único conocido que les quedaba en su casa era Molly Martens a quien quería y consideraban una madre. No era algo para pasar por alto.
Aún con los dichos de los menores, esta batalla inicial, la perdió Molly: el 20 de agosto de 2015 las autoridades descartaron su pedido de hacerse cargo de los chicos y entregaron a los dos menores a la familia conformada por sus tíos Tracey Corbett y David Lynch.
Fue un drama sacarlos de la casa en que vivían. Dos patrulleros, servicios sociales, ellos que lloraban y pateaban y pedían quedarse con su mamá. Molly lloraba desconsolada. Pero la Justicia había fallado con firmeza. Los menores no eran ciudadanos norteamericanos, no habían sido adoptados por Molly y estaba el indubitable testamento de Jason que los quería con su propia familia. Punto.
Tracey y David Lynch volvieron con ellos a Irlanda y los chicos empezaron a convivir con sus tíos y sus primos Dean y Adam, los hijos biológicos de la pareja. Sería un complejo desafío. El cuerpo de Jason fue enterrado al lado del de su primera esposa Mags.
No sería fácil que los chicos entendieran la gravedad de las acusaciones contra su madrastra, estaban acostumbrados a Molly. La querían. Era la “madre” que habían conocido. Sarah, por las noches cuando Tracey la acostaba, le preguntaba una y otra vez cómo era que había perdido a tres padres. A Sarah le costaba volver a querer a alguien, confiar, temía sufrir.
David Lynch explica que por suerte ellos estaban bien formados porque habían sido padres de acogida y que tuvieron herramientas para vencer los traumas con que esos chicos venían. Jack y Sarah empezaron una terapia psicológica intensiva para sobrellevar las dos pérdidas que habían tenido en menos de nueve años. Era una tarea titánica porque los chicos extrañaban su vida anterior. Sarah había sido la más pegada a Molly y Jack a su padre. Aun así fue para él mucho más difícil porque añoraba a Molly, a sus amigos, el deporte y, por supuesto, a su padre. En cambio Sarah parecía adaptarse mejor, era más sociable y enseguida se hizo amigas. Jack estaba desesperado al punto que le envió un mensaje cariñoso a Molly diciéndole que la quería y la extrañaba mucho. Molly usó ese mensaje y lo reveló a la prensa. Para Jack fue una horrible traición y eso cambió radicalmente su postura.
La investigación avanzó y los detectives fueron armando el rompecabezas de evidencias. Descubrieron que Jason había estado planeando su regreso a Irlanda de manera definitiva. Había una fecha que manejaba la víctima: el 21 de agosto de 2015. A menos de veinte días de su último latido. Al momento de su muerte ya había transferido 60 mil dólares a un banco irlandés.
Había cosas que no cerraban. La escena del crimen no se condecía con lo que sostenían Molly y Tom sobre esa pelea entre suegro y yerno en el suelo de la habitación. Parecía que los primeros golpes habían sucedido sobre la cama, con Jason durmiendo.
Nueve meses más tarde el pequeño Jack decidió abrir la boca y soltar una bomba. Reveló que en aquella primera declaración con los servicios sociales, cuatro días después de perder a su papá, había mentido. La verdad era que Molly había llorado con ellos y los había preparado a los dos para que dijeran lo que habían sostenido bajo la amenaza de que podrían, también, perderla a ella. Las historias de abuso doméstico eran falsas. Sarah también admitió que había dicho lo que Molly quería por temor a perderla.
Mientras los chicos intentaban comenzar una nueva vida en Irlanda, Molly comenzó a postear fotos de ellos en Facebook donde incluía un número de teléfono y su dirección en los Estados Unidos. Los instaba a ponerse en contacto con ella. El 8 de diciembre de 2015 posteó: “Nunca he dejado de amarlos. Lamento no compartir nuestra genética” y “Nosotros compartíamos nuestra vida y yo era la persona elegida para ser su madre. Fui la persona a la que llamaron mamá durante ocho años. Siempre serán mis hijos. Son mi corazón y mi alma”. Intentaba llegar a ellos por todos lados. Su obsesión no disminuía, aumentaba. Esto ponía en peligro la vulnerable estabilidad emocional de los menores.
Los Corbett Lynch tuvieron que obligar legalmente a Molly a detenerse: tenía que dejar de subir contenido en redes sociales y desistir en sus intentos por conectarse con ellos. Construyeron muros más altos para evitar que ella se volviera a introducir en sus vidas.
El 5 de enero de 2016, Molly y Tom Martens fueron imputados por homicidio en segundo grado: con exceso de fuerza en la defensa y con malicia. Debieron entregar sus pasaportes, fueron advertidos que no podían ponerse en contacto con los chicos y tuvieron que pagar una fianza de 200 mil dólares cada uno, para esperar el juicio en libertad.
En el juicio, que se llevó a cabo durante el mes de junio de 2017, el juez Lee no admitió las primeras declaraciones de los menores a los servicios sociales ya que habían sido desmentidas por ellos.
En esas semanas de audiencias salieron a la luz muchas situaciones. Tracey Corbett Lynch testificó que fue un tiempo después de que volvieran a Irlanda con los chicos que Jack le reveló la mentira: lo que había dicho en su primera declaración no era cierto. Eso dio vuelta todo. Por otro lado, la enfermera Katie Wingate-Scott testificó que le había recetado a Molly Martens la droga trazodona el 30 de julio 2015, luego de que ella le dijera que estaba teniendo problemas para dormir debido a un problema circulatorio congénito en sus pies. Esto ocurrió solamente tres días antes de la muerte de su marido. Este medicamento es un antidepresivo de segunda generación que se utiliza para tratar episodios depresivos, estados de ansiedad o para inducir el sueño. El farmacéutico James Hiatt confirmó que esa receta fue adquirida en su local. Todo cerró cuando los peritos forenses revelaron que en el cuerpo de Jason había trazos de trazodona. ¿La había tomado por voluntad propia o había sido un intento de Molly para drogarlo y dejarlo indefenso? Quién sabe. Además, los acusados habían afirmado que él estaba borracho, pero su alcohol en sangre al momento del análisis era solo del 0,02 por ciento. No estaba alcoholizado.
Los paramédicos David Bent y Amanda Hackworth testificaron que el día de la llamada al 911 llegaron en diez minutos a la escena. Hackworth aseguró haber notado con sorpresa que la víctima estaba demasiado fría para el tiempo transcurrido según los Martens. No le cerró. No habían hallado actividad eléctrica en su corazón y a las 3.24 dejaron de intentar revivirlo.
La operadora del 911 que atendió a Tom Martens declaró también que se había sorprendido por la calma con la que ese señor había mantenido la conversación durante 14 minutos. Alegó que cuando le indicó las maniobras de resucitación escuchó un conteo demasiado mecánico para ser natural y la voz de Tom Martens había vuelto al teléfono sin demostrar jadeo ni cansancio como era esperable.
Muchos estaban convencidos de que, para ese momento, Jason Corbett ya estaba bien muerto y que su suegro no le había practicado RCP. Porque además en sus manos no se halló nada de sangre y debería haberla tenido si lo hubiese hecho.
El detective experto en estos delitos, Frank Young, explicó en la corte que cuando llegó y Molly le dijo que su marido la había querido estrangular, le pidió permiso para fotografiarla. Quería registrar sus lesiones en el cuello. Luego de hacerlo desde todos los ángulos no pudo hallar ninguna evidencia. Pero sostuvo que le había tenido que pedir a Molly que dejara de frotarse el cuello mientras él hacía las fotos. Otro policía llamado David Dillard relató que vio a Molly, sentada en su patrullero, frotarse con fuerza el cuello y que la escuchó emitir unos chillidos pero que no vio una sola lágrima en su cara.
No fue todo: el doctor Stuart James, perito forense, analizó la sangre esparcida en la escena. Afirmó que esas primeras salpicaduras solo podrían haber ocurrido mientras Jason estaba acostado ya que había sangre del lado interno de la colcha y también rastros dentro del colchón. Los golpes no habían comenzado en el piso de la habitación. También dijo que el patrón que se observaba en las paredes indicaba, por la dirección de los mismos, que habían existido muchos golpes consecutivos con la víctima en el piso. Algo más: la sangre hallada en el calzoncillo de Thomas Martens indicaba que la cabeza de Jason estaba en el suelo cuando algunos de esos golpes fueron propinados. Además, la mayoría de los impactos fueron en la nuca y en los lados del cráneo. Reflexionó que cuando dos pelean lo hacen de frente. Si la víctima está de espalda es porque está escapando o indefensa.
Otra de los testigos citada, Joanne Lowry, quien trabajó por años con Tom Martens en el Departamento de Energía de los Estados Unidos, reveló que antes de la fiesta de casamiento de Jason con Molly, Tom le había dejado claro que no le gustaban ni Jason ni sus amigos. Los consideraba maleducados, ordinarios. Unos meses antes de la muerte de Jason, Tom le había llegado a decir que “odiaba” a su yerno.
John Corbett, el hermano mayor de Jason, relató que él le había especificado que la residencia legal de sus hijos quería hacerla a través de su trabajo y no por su unión con la familia Martens. ¿El motivo? Le preocupaba que si le pasaba algo a él, de manera inesperada, los chicos quedaran atrapados en los Estados Unidos.
En el verano norteamericano de 2013 Jason ya tenía muchas dudas sobre la viabilidad de su pareja y empezó a pensar que debía asesorarse acerca de los derechos de custodia que podría tener Molly sobre Jack y Sarah en caso de un divorcio. Se dejó estar, no actuó enseguida. Recién se puso en contacto con el estudio de sus abogados a fines de 2014.
Tracey Corbett aseguró que Jason le había comentado, un año antes de su muerte, que planeaba volver a Irlanda. Ella reconoció que, si bien la familia Corbett había celebrado cuando él volvió a formar pareja con Molly Martens, se habían empezado a preocupar cuando notaron en ella algunas conductas problemáticas. Tracey notó que la joven era demasiado fantasiosa. Por ejemplo, sostenía que había sido nadadora olímpica, que había criado a un pequeño chico y que había pasado por varios embarazos malogrados antes de conocer a Jason. Además, Molly le había revelado a Tracey ser bipolar. Era un combo preocupante. Las cosas no eran tan rosas como habían parecido al comienzo. Ni medianamente rosas.
Con la investigación se rescataron mails de Jason a Molly donde quedaba claro el desequilibrio que ella atravesaba desde hacía tiempo y que Jason no sabía cómo manejarla. Él escribía que le había dado todo, su corazón y sus hijos, pero que ella seguía presionando, llorando, vomitando y lastimándose. Por otros testimonios se confirmó que Molly se autolesionaba y que tomaba alcohol en exceso durante el día.
Había además banderas rojas, que se dejaron pasar. Algunas ocurridas en el mismo día del casamiento de la pareja: Molly les había relatado a unos amigos norteamericanos y a una de sus damas de honor que ella había sido amiga de la madre de los chicos desde hacía años, mucho antes de que Mags sucumbiera de cáncer, y que había viajado a Irlanda para ser madrina de ellos. Cara de sorpresa y sin comentarios: casi todos sabían que Mags había fallecido por un ataque de asma y que no se conocían. ¿Qué podía haber llevado a Molly a decir algo así? Todo era un disparate. Pero Jason dio el paso hacia el altar y los siguientes y los que siguieron… hasta el derrumbe tan gradual como diabólico.
Tracey contó algo más inquietante todavía que lo anterior: tiempo después de la boda había descubierto que Molly había estado internada en una clínica psiquiátrica en el estado de Georgia. Esto había ocurrido justo antes de conocer a Jason en 2008. Nadie de la familia de Molly informó sobre esto a Jason previo al casamiento. Solo Tracey se animó a hablarlo con él, pero ya la familia estaba muy instalada en su nueva vida.
En el estrado quedó claro que la acusada también había mentido a sus vecinos de la mansión en Panther’s Creek Court, en una reunión para la lectura de la Biblia: les había dicho que Sarah era hija biológica suya y hasta les describió lo difícil que había sido el parto. También se supo que a sus compañeros de facultad les había dicho que había tenido una hermana que había muerto de cáncer. No tenía ninguna hermana.
Molly era una mentirosa patológica.
Pero habría más. Tracey contó que Molly Martens, en secreto, les había dicho a los chicos que Jason había asesinado a su madre Mags. Sarah Corbett corroboró esos dichos tiempo después. Los abogados de los Martens incluso pusieron ese tema sobre la mesa con peritos que sostuvieron que Jason había estrangulado a Mags previamente al ataque de asma y que se le detuviera el corazón. Molly no había terminado igual, decían, gracias a que esa noche estaba su padre en la casa.
La familia de Mags Fitzpatrick reaccionó en defensa de Jason y sostuvieron que la joven siempre había padecido asma, que llevaba consigo inhaladores y que Catherine Fitzpatrick, su hermana, estaba presente la noche en que se descompuso y murió (la autopsia dice que murió porque se detuvo su corazón). De hecho Catherine contó que Jason había intentado revivir a Mags antes de subirla a la ambulancia que la llevó al hospital.
Jack volvió a hablar y acusó a su madrastra Molly: cuando tenía 7 años, ella le había puesto la cabeza bajo el chorro de agua de la canilla de la cocina en penitencia por que él no la llamaba “mamá”. Lynn Shanahan, amiga de la familia, lo corroboró contando cómo se enojaba Molly cuando Jack le decía en la cara que no era su madre y como luego ella pasaba varios días sin hablarles.
Molly estaba peligrosamente obsesionada. Quería poseer a esos hijos. Apenas casada visitó un estudio de abogados para conocer sus derechos sobre los chicos. Ella quería adoptarlos pero Jason evitaba o dilataba el tema.
Wayne, el hermano mellizo de Jason, dijo devastado estar convencido de que a su hermano “lo asesinaron” mientras dormía. Algo que Tracey avaló y agregó que creía que el crimen había sido planeado por Molly.
A un amigo Jason le había escrito que deseaba volver a su país, que los chicos estaban bien pero que “Molls todavía sigue loca” y que solo mencionarle la idea de irse podría provocar un desastre.
Algunos amigos del trabajo de Jason también hicieron memoria. Poco antes de ser asesinado se retiró humillado de un evento luego de que Molly le dijera delante de todos “sos un gordo de mierda” y hubiera continuado diciendo que seguró le había quitado todos los nutrientes a su hermano mellizo durante la gestación porque él “comía por dos”.
Esa habría sido la gota que rebalsó la paciencia de Jason: esa noche decidió que más temprano que tarde volvería con sus hijos a Irlanda.
No tendría tiempo para hacerlo.
Tom Martens en su declaración admitió que no quería a su yerno y que no le gustaban sus amigos porque fumaban, bebían alcohol y usaban lenguaje soez. Pero debió admitir que hasta esa madrugada del 2 de agosto nunca lo había visto actuar con violencia con Molly.
La fiscalía apuntó con fiereza: Molly tenía demasiados motivos para querer deshacerse de su marido. Ella heredaría la casa y su contenido, una póliza de vida de 600 mil dólares y, lo más importante de todo, la custodia de los hijos de Jason. Eso sumado a que Thomas Martens no tenía en sus manos ni una sola gota de sangre a pesar de haber dicho haber practicado RCP a su yerno y que el cuerpo de Jason Corbett tenía la temperatura inusualmente baja, conformaron una plataforma incriminatoria para padre e hija.
La defensa apuntó, por su parte, a que la policía no tomó muestras de debajo de las uñas de Molly; que el doctor Stuart James no había ido físicamente a la escena y solo había estudiado las imágenes (con esto lograron que se descartara su testimonio) y pusieron en duda el retorno de Jason a Irlanda el 21 de agosto ya que no se encontraron reservas aéreas. Además, Molly presentó audios grabados en secreto de su vida familiar que mostraban a un Jason enojado. La fiscalía cree que ella preparó deliberadamente un escenario para conseguir excluirlo de la casa por violencia y aquella noche había provocado un incidente con Jason con sus padres como testigos. Quizá la idea inicial no había sido matarlo, pero así ocurrió.
El 9 de agosto de 2017, luego de una deliberación de cuatro horas, el jurado declaró a Thomas Martens (67) y a Molly Corbett Martens (33) culpables por asesinato en segundo grado y fueron sentenciados a un mínimo de 20/25 años de prisión.
Ese día Jack Corbet, con 13 años, leyó en voz alta su escrito donde dijo que Molly Martens nunca fue ni sería parte de la familia Corbett, era la asesina que mató a su padre sin motivo alguno.
Mientras él leyó, Molly Martens sollozó.
En marzo de 2021, la Corte Suprema de Carolina del Norte dispuso, con 4 votos contra 3, que Molly Martens y su padre deberían tener un nuevo juicio por la muerte de Jason Corbett. Sobre todo por aquellos primeros dichos de los menores que habían sido excluidos en el juicio original de 2017.
Jack y Sarah Corbett estaban furiosos. Estuvieron presentes en la corte para asegurar que su padre jamás había abusado de Molly y para ratificar que ellos habían sido manipulados por la acusada para escapar del castigo que merecían. Sarah describió los años de terapia para sobrellevar lo sucedido. Jack dijo que lo torturaba la idea de que aquellas palabras suyas años hubieran servido de herramienta para la libertad de Molly y Tom. Sarah además señaló que Molly no mostraba ningún tipo de remordimiento por haber asesinado a su padre y recordó que ella se había sacado el anillo de casada inmediatamente después de la muerte de Jasen y que, a tres días de la tragedia, su madrastra la había conminado a “dejar de llorar y superarlo”. Jack pidió expresamente al juez que no se dejara manipular por los Martens, que ella siempre había sido un monstruo. Sarah para cerrar pronunció esta frase: “Hoy estoy parada aquí para decir que ya no amo a Molly y que ella no es mi madre”.
Un acuerdo evitó que las cosas siguieran adelante: el 30 de octubre de 2023 Molly y Thomas Martens aceptaron un trato con la fiscalía y se declararon culpables de homicidio involuntario, un cargo menor que conlleva menos pena que el anterior.
El 9 de noviembre de 2023 fueron sentenciados a 51 y 74 meses de prisión. Debido al tiempo que ya habían pasado presos pudieron pedir la libertad condicional siete meses después, el 6 de junio de 2024. Y pasaron un año más bajo la supervisión de la justicia de Tennessee.
Jack es hoy un joven reservado, que estudia música y canta. No quiere, en general, otorgar entrevistas. Sarah, por el contrario, es muy activa en sus redes donde recuerda cada cumpleaños y aniversario de sus padres y, además, se diplomó como experta en buceo y escribe. En 2020 publicó un libro sobre cómo ayudar a los chicos que han sufrido pérdidas. De eso sabe y mucho. Sarah y Jack sumaron a su apellido Corbett el Lynch y llaman a Tracey y a David mamá y papá.
Catherine Fitzpatrick, hermana de la madre biológica de los chicos, dice que es una lástima que nunca la hayan llamado a declarar porque habría contado como esa madrugada Jason le pidió ayuda porque Mags estaba con un ataque de asma y que encontró a su hermana en la cocina con el inhalador en la mano y tomándose el pecho.
Este año se cumple una década del crimen y el caso volvió a las primeras planas. En febrero Sarah (19) publicó su libro La hora de la verdad: mi padre Jason y mi búsqueda por justicia y sanación (A Time for Truth: My Father Jason and My Search for Justice and Healing). En la presentación dijo sobre Molly: “... escribí mi verdad. Ya no tendré que escuchar sus mentiras nunca más”. Además, a mitad de año, el caso llegó a Netflix con el título “Un matrimonio mortal en Carolina del Norte”. Los hermanos Corbett aceptaron hablar en el documental, Jack (21) hizo el esfuerzo, para que no triunfara la mentira. Quisieron encarnar la voz de su padre: “él fue silenciado, pero nuestra responsabilidad es seguir hablando en su nombre”. Aclaran que haber amado a esa mujer, dicen, no la convierte en su madre. De ninguna manera. Molly también habló en el documental y no retrocedió un centímetro. Sostuvo en cámara que desde el comienzo Sarah la había empezado a llamar “mamá” y que ella “quería adoptarlos porque yo era su mami, su madre. Eran mis hijos. Con Jason habíamos hablado previamente de hacer una ceremonia de adopción como parte de la boda… Hubo muchas promesas incumplidas, pero esa fue tremenda”. Dice que aceptó el acuerdo de culpabilidad para que su padre no corriera el riesgo de pasar sus últimos años preso, sostiene que a los chicos les lavaron la cabeza e insiste con que Mags podría haber sido asesinada. Desde este año, a una década del brutal asesinato, Tom y Molly Martens circulan en completa libertad por las calles. Por suerte, no es probable que sus caminos se crucen. Entre los Corbett y los Martens hay un océano. Lleno de olas y de lágrimas.
Atrocidades confirman el “Estado fallido”La nota Itinerario Político apareció primero en Quadratín México.
Quadratín México
En un contexto internacional marcado por la incertidumbre, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha demostrado que es posible ejercer el poder con racionalidad técnica, sensibilidad social y visión estratégica de largo aliento. Frente a los relatos opositores que reducen su administración al continuismo burocrático o al rupturis
Vanguardia.com.mx
Yolanda Díaz y Ernest Urtasun han presentado una propuesta para regular la relación laboral de los artistas, técnicos y auxiliares en el ámbito de las artes escénicas, audiovisuales y musicales
Infobae
El sistema para clínica odontológica se ha convertido en la columna vertebral que sostiene la transformación digital del sector dental en 2025. Más allá de ser una simple herramienta informática, estos sistemas integrales están revolucionando la forma en que las clínicas gestionan sus procesos internos, diseñan tratamientos y brindan atenc
Lado.mx
El injerto capilar se posiciona como uno de los tratamientos estéticos más demandados en México en los últimos años.
Lado.mx
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Lado.mx
Cinco sobrevivientes de la tragedia del pozo El Pinabete, ocurrida el 3 de agosto de 2022, están exigiendo a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), delegación Coahuila, una indemnización de 50 millones de pesos, como reparación de los daños sufridos tras la inundación de la mina en la que fallecieron 10 de sus compañeros.El r
Vanguardia.com.mx
Durante el gobierno de Adán Augusto López en Tabasco y con su hermano Hernán Bermúdez como secretario de Seguridad
24 Horas
Autoridades de la CDMX confirmaron la caída de una roca en la alcaldía GAM que dejó una persona herida, aquí los detalles.The post Cae roca de 2.5 metros del Cerro del Tepeyac en la GAM: hay un lesionado appeared first on Chilango.
Chilango.com
El Pulso de la Republica
El Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) inició los trabajos para la definición de acciones afirmativas a considerar en la postulación de candidaturas afromexicanas en el Proceso Electoral Local Ordinario 2026-2027. Con el propósito de determinar estas medidas, el Instituto llevará a cabo la Consulta Afromexicana 2025 dirigida a i
Amexi
Conoce el pronóstico del clima para la ciudad de Mazamitla
El Informador
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El Informador
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El Informador
Debido a su ubicación geográfica, que le dan una gran variedad de climas, México es uno de los países con mayor biodiversidad y es hogar de al menos 12% de las especies del mundo
Infobae
Conoce el pronóstico del clima para la ciudad de Cancún
El Informador
La temperatura más alta registrada en el país fue la del 6 de julio de 1966, cuando el termómetro subió hasta los 58.5 grados
Infobae
Después de tres décadas al frente de ‘Hechos noche’, Javier Alatorre podría estar viviendo sus últimos días como conductor estelar en TV Azteca, según rumores que han tomado fuerza en redes sociales. Se habla incluso del posible nombre que ocuparía su lugar.Alatorre, quien desde 1994 se ha consolidado como una de las figuras más reconoc
El Siglo de Torreón
Javier Alatorre es uno de los periodistas más importantes que tiene TV Azteca. Es más, desde 1994 hasta la fecha ha estado al frente de ‘Hechos...The post Lo que sabemos de la supuesta salida de Javier Alatorre de Hechos appeared first on Sopitas.com.
Sopitas.com
Durante más de tres décadas, Javier Alatorre ha sido una figura central en los hogares mexicanos. Su voz grave, su presencia firme y su estilo directo al informar marcaron época en Hechos Noche, el noticiero estelar de TV Azteca. Sin embargo, en los últimos días han surgido versiones que apuntan a un posible relevo en [R
NR Comunicaciones
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