¡La hipócrita defensa de la 4T! Elarsenal.net
Raúl Flores Martínez.
Adán Augusto López Hernández, actual coordinador de Morena en el Senado y figura clave en el andamiaje político de la autodenominada Cuarta Transformación, rompió su silencio… o al menos eso parece. Tras varios días de ausencia y evasivas públicas, el exsecretario de Gobernación finalmente “respondió” —entre comillas obligadas— a los señalamientos que apuntan a su exsecretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, por presuntos vínculos con la organización criminal conocida como “La Barredora”.
Pero la respuesta no llegó en una rueda de prensa, ni en el pleno del Senado, ni frente a medios nacionales: se publicó, casi como una ocurrencia programada, en una red social. Una publicación breve, impersonal y, muy probablemente, redactada por alguno de sus asesores, no por el propio Adán Augusto.
En ella, como era de esperarse, no hubo autocrítica, ni explicaciones contundentes, mucho menos compromisos reales con la transparencia o la rendición de cuentas.
La estrategia de esconderse detrás de un tuit —posiblemente ni siquiera de su autoría— no solo revela una actitud cobarde, sino también una clara contradicción con los principios que Morena dice enarbolar. Hoy, la 4T —que en otro momento exigía transparencia, denuncias claras y condena a cualquier vínculo entre el poder político y el crimen— guarda un silencio cómplice o, peor aún, grita a los cuatro vientos que “Adán no tiene nada que ver”.
Lo defienden con uñas y dientes, no por convicción, sino por conveniencia. Saben que cualquier mancha sobre él puede terminar salpicando a la narrativa mesiánica del “no somos iguales”.
¿Dónde quedó el discurso de “primero los pobres”? ¿Dónde está esa supuesta superioridad moral que los separaba del pasado corrupto que decían venir a erradicar? Hoy, ante un escándalo de dimensiones delicadas, la 4T prefiere defender a los suyos que rendir cuentas al pueblo.
Resulta inevitable recordar el caso de Felipe Calderón y su exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna. Morena fue el primero en exigir investigaciones, relaciones claras y responsabilidades. Hoy, cuando las sospechas recaen sobre uno de sus cuadros más visibles, el silencio es la norma y el blindaje político es absoluto.
Es momento de ser coherentes. Si la Cuarta Transformación quiere sostener su legitimidad, debe aplicar con la misma severidad los principios que antes utilizó como bandera. Adán Augusto debe comparecer, aclarar cuál fue su relación con Bermúdez Requena, y asumir las consecuencias políticas de haber tenido, como parte de su equipo cercano, a alguien acusado de tener nexos con el crimen organizado.
No se puede construir un nuevo país con los mismos vicios del pasado. Y mucho menos, escondiéndose detrás de un tuit.
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