La amenaza del gusano barrenador / Luis Alberto Romero Hora Cero
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La amenaza del gusano barrenador
Luis Alberto Romero
En pleno 2025, México enfrenta una alerta zoosanitaria que, aunque no es nueva, vuelve a encender las alarmas: el gusano barrenador del ganado.
Esta plaga ha reaparecido con fuerza en el estado de Veracruz, donde ya se han confirmado 40 casos distribuidos en 11 municipios. Lo que para algunos podría parecer un problema técnico o exclusivamente veterinario, en realidad pone en juego la seguridad alimentaria, la economía ganadera y la reputación sanitaria de la entidad y del país.
La gravedad del problema radica en la naturaleza agresiva del parásito: ataca directamente a animales vivos a través de heridas abiertas, donde deposita sus huevos. Las larvas, al alimentarse del tejido vivo, causan infecciones severas que pueden derivar en la muerte del animal si no se atiende de manera urgente.
El impacto no es menor. Más allá del sufrimiento animal, esta situación representa pérdidas económicas cuantiosas para los ganaderos, así como restricciones comerciales que afectan a todo el sector.
La respuesta de las autoridades ha sido rápida: se han cerrado 27 focos de infección en Veracruz gracias a la aplicación de protocolos sanitarios, vigilancia epidemiológica y la liberación de moscas estériles —una técnica eficaz que impide la reproducción del insecto—; sin embargo, la detección de un nuevo caso en Ixhuatlán de Madero, en el norte del estado, ha tensado aún más la situación. Tanto así, que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos tomó la drástica decisión de suspender temporalmente la importación de ganado mexicano, una medida que podría tener consecuencias económicas profundas si no se revierte pronto.
A nivel nacional, los números son igualmente preocupantes: se han registrado cerca de 2,500 casos, de los cuales 350 aún están activos.
La pregunta que surge no es solo cómo contener el brote actual, sino por qué seguimos enfrentando una amenaza que ya se había declarado erradicada en muchos países del continente.
Aquí es donde la reflexión se vuelve urgente. El gusano barrenador no es solo un problema del ganado; es un termómetro de nuestro sistema de vigilancia sanitaria, de la coordinación entre autoridades federales y estatales, y del nivel de compromiso con las normas de bioseguridad en el sector agropecuario.
También nos recuerda la fragilidad de las barreras zoosanitarias frente al cambio climático, la movilidad del ganado y la insuficiente capacitación en muchas regiones rurales.
Este brote en Veracruz debe servir como llamado de atención. Es necesario redoblar esfuerzos no solo en la contención inmediata, sino en la prevención a largo plazo. El uso de tecnología, una mayor inversión en salud animal y la capacitación continua a productores son fundamentales para evitar que esta plaga vuelva a cobrar fuerza.
La erradicación del gusano barrenador no puede depender solo de campañas aisladas o respuestas reactivas. Requiere una estrategia sostenida, científica y solidaria, donde cada actor —autoridades, productores, veterinarios y ciudadanía— asuma su parte de responsabilidad. Solo así se podrá garantizar la salud del ganado, la estabilidad del campo mexicano y la confianza internacional en nuestros productos.
@luisromero85
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