Keiko Fujimori calificó su paso por prisión como un infierno: desde llorar por las noches hasta el temor de que la graben en los baños Infobae
Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, compartió en un extenso testimonio detalles inéditos sobre su paso por primera vez en prisión entre 2018 y 2019, en el marco de la investigación del Caso Odebrecht por la presunta recepción de aportes ilícitos a sus campañas electorales del 2011 y 2016. A través de un video, cuestionó haber pasado más de 480 días detenida, “sin condena, sin haber sido gobierno, sin un debido proceso”.
Según su versión, la noche previo a su traslado, la dirigente presintió el giro de los hechos. “Había tenido un mal presentimiento, pero no quise decir nada. Esa mañana hice loncheras temprano, despedí a mis hijas y les dije: ‘Chicas, nos vemos en la tarde’”, relata. Pero lo que parecía una convocatoria más a la Fiscalía se transformó, en cuestión de minutos, en una orden de arresto.
“Entramos a la sede de la Fiscalía y estando dentro se acerca un oficial de la policía y me dice: ‘Señora Fujimori, está usted con orden de arresto’. Y yo rápidamente le digo a Mark: ‘Me están deteniendo. Por favor, dile a las niñas que voy a estar bien’”. En medio del desconcierto, Fujimori asegura que mantuvo la serenidad y se abrazaron. No obstante, mencionó que en el traslado a la comisaría se sentía perturbada y preocupada por sus hijas.
“Después de algunas horas procedieron a llevarme a la Prefectura. Lo que yo sentía es que cada vez que procedíamos a salir para los controles, los carros en donde me trasladaban iban mucho más lento de lo que uno esperaría. Veía cómo alrededor del vehículo se apostaba toda la prensa nacional e internacional. A lo largo de esas horas, durante el día, me iba dando cuenta que en realidad lo que trataban de hacer era un circo alrededor de esta detención arbitraria”, mencionó.
Detalló que lloraba mucho y que la angustia marcó también los días siguientes. Incluso, que acciones cotidianas como bañarse se vieron afectadas por la vigilancia mediática. “El tercer día pedí que me envíen un poco de ropa, pero mi abogada me dijo: ‘Están filmando cada movimiento tuyo. Yo creo que mejor no te bañas, porque me preocupa que vayan a colocar también cámaras dentro del baño de la ducha’”, confesó.
El proceso de apelación llegó al séptimo día. Previo a la audiencia, un policía le entregó un chaleco con la palabra “detenido” y ella relata que, pese a la humillación simbólica, se juró no dejarse doblegar: “Dentro de mí me dije ‘podrán ponerme muchos titulares, podrán decir de mí muchas cosas, pero jamás voy a permitir que esto me doblegue, me deprima o que me haga sentir mal’. Hoy más que nunca pondré a prueba mi serenidad”.
Ya en audiencia, la resolución de la Sala sería un punto de quiebre. Según Fujimori, la orden judicial adolecía de falta de análisis individualizado: “Señalaban que en esta decisión de arresto se había hecho un copia y pega, o sea, habían agarrado los pedidos de la Fiscalía y lo habían pegado en la resolución del Poder Judicial. No había habido un análisis de por medio”.
“Esa noche, después de la gran alegría de saber que estaba siendo liberada, volví a casa a darme un fuerte y largo abrazo con mis hijas. Pero eso no duraría mucho”, concluye, dejando abierta una segunda parte sobre su permanencia en prisión.
Como se recuerda, a Keiko Fujimori se le dictó detención preliminar por 10 días el 10 de octubre del 2018, aunque se aceptó su apelación el 17, la Fiscalía pidió 36 meses de prisión en su contra, los cuales fueron ordenados el 31 de ese mes. Hecho por el que tuvo que regresar hasta el 29 de noviembre del 2019, fecha en la que dejó el penal Anexo Mujeres de Chorrillos.
