El mensaje de la Conferencia Episcopal Argentina por el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas Infobae
En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que se conmemora el 26 de junio, la Conferencia Episcopal Argentina expresó su preocupación por el crecimiento del narcotráfico en los barrios más vulnerables del país y reclamó una mayor presencia y apoyo del Estado en la prevención y atención de las adicciones.
A través de un comunicado difundido este lunes 23 de junio, el organismo que agrupa a los obispos católicos del país advirtió que la retirada del Estado de los sectores más afectados por la pobreza facilita el avance de las redes de narcotráfico, que ocupan ese vacío y se constituyen en una suerte de “Estado paralelo”.
Según la Iglesia, en estos contextos los jóvenes son especialmente vulnerables, ya que el narcotráfico les ofrece alternativas de vida que, aunque parecen mejores en lo inmediato, terminan por arrebatarles su dignidad, libertad y, en muchos casos, la vida.
El documento, firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal, Marcelo D. Colombo, junto a otros miembros de la Comisión Ejecutiva, subraya que el consumo de drogas representa una “herida profunda” en el corazón de la juventud, especialmente entre quienes viven en condiciones de extrema pobreza. Los obispos sostuvieron que la droga “mata por dentro, apaga la esperanza y corta proyectos”, y llaman a no naturalizar esta realidad.
La Iglesia destacó su presencia en los barrios más afectados, donde desde hace años sostiene una labor de acompañamiento a personas con adicciones a través de parroquias, capillas, los Hogares de Cristo, Centros Barriales, Cáritas, Fazendas de la Esperanza y otras iniciativas, muchas de ellas en articulación con organizaciones de la sociedad civil. Según el comunicado, este trabajo se realiza de manera “silenciosa, cercana y constante”, con la convicción de que “nadie está perdido para siempre”.
Sin embargo, los obispos remarcaron que la tarea de prevención y recuperación requiere de recursos y de un compromiso sostenido por parte del Estado. “No se puede seguir esperando que quienes acompañan a los jóvenes más rotos lo hagan sin recursos”, señalaron, y advirtieron que la desfinanciación o la demora en la ayuda estatal equivale a “condenar a muchos a la muerte”. En este sentido, reclamaron que las autoridades nacionales, provinciales y municipales reconozcan y respalden el trabajo que ya se realiza en el territorio, aportando los recursos necesarios para fortalecerlo y ampliarlo.
El comunicado enfatiza que la prevención y la educación son pilares fundamentales en la lucha contra el consumo y el tráfico de drogas, y que la recuperación de quienes atraviesan la drogodependencia depende de la existencia de comunidades de contención y redes de apoyo. “La recuperación no es un camino solitario: se sostiene en vínculos, en el abrazo de una red fraterna, en la pertenencia”, afirmó la Iglesia.
La Conferencia Episcopal también dirigió un mensaje a quienes padecen adicciones, asegurando que la Iglesia no se resigna a perderlos y los alienta a pedir ayuda. “No se desanimen. Pidan ayuda. No dejen de llamar a la puerta de todos cuantos queremos ayudarlos”, expresaron.
Finalmente, agradecieron a quienes trabajan diariamente en la recuperación de personas afectadas por el consumo de drogas y reiteraron la necesidad de un compromiso económico y social más amplio para sostener estas tareas.
Este comunicado sale a la luz después de que tomara estado público el impactante informe elaborado por el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y el think tank Fundar, “La narrativa rota del ascenso social, Un estudio sobre las expectativas de los jóvenes de barrios populares”, donde reveló con base en encuestas realizadas en el territorio, sobre todo barrios vulnerables, el impacto destructivo del narcotráfico entre las familias y los jóvenes.
La investigación liderada por Rodrigo Zarazaga y María Migliore expone que la compraventa y el consumo de drogas forman parte cotidiana de la vida en los barrios populares del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Según encuestas realizadas, más de la mitad de los jóvenes consultados perciben que la mayoría de sus amistades consumen drogas, mientras que cerca de la mitad reconocen conocer personas de su barrio que las venden.
Los relatos de los entrevistados señalan que el consumo se da en grupos de amigos y que la edad de inicio es cada vez más baja, situándose en algunos casos en los 9 o 10 años. Los jóvenes describen el entorno de sus barrios como amenazante y dominado por la presencia constante de drogas, además de señalar que las familias y las escuelas enfrentan grandes dificultades para contener esta realidad.
El estudio, basado en 600 encuestas y 47 entrevistas a jóvenes de entre 16 y 24 años, concluye que el consumo de drogas está normalizado y se asocia a experiencias de vida atravesadas por carencias, delincuencia y rupturas familiares. Se observa que el consumo problemático y la actividad delictiva pueden repetirse de generación en generación.
Algunos testimonios cuentan historias donde familiares directos han vendido drogas o han estado presos. Además, la relación entre adicciones, abandono escolar y vida en la calle aparece como un elemento recurrente; diez jóvenes dejaron la escuela por problemas de adicciones y situación de calle.
Entre las principales motivaciones para el consumo, los jóvenes mencionan la búsqueda de olvido, la necesidad de ingresos y el deseo de reconocimiento social.
El informe, distribuido entre integrantes de la Iglesia, motivó a los obispos a advertir públicamente sobre la urgencia de abordar esta problemática y demandar respuestas al Gobierno, según la declaración vinculada al Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas.
