Terapia acuática, una aliada para la recuperación después de una cirugía El Imparcial
CIUDAD DE MÉXICO.- Cada vez más pacientes que se recuperan de una cirugía están encontrando en el agua una aliada inesperada. La terapia acuática, también conocida como hidroterapia, se perfila como una alternativa eficaz frente a la rehabilitación tradicional. Según reportó The Washington Post, esta modalidad no solo favorece la movilidad física, sino que también contribuye al bienestar emocional.
Una opción segura y eficaz
El secreto está en las propiedades del agua: su flotabilidad reduce la presión sobre las articulaciones, lo que permite movimientos que serían difíciles o dolorosos fuera de ella. Además, su resistencia natural ayuda a fortalecer los músculos sin necesidad de pesas ni ejercicios de alto impacto, lo que disminuye el riesgo de nuevas lesiones.
Carol Stillman, fisioterapeuta especializada en esta técnica, explicó que el agua actúa como una especie de vendaje natural, ya que la compresión ayuda a reducir la hinchazón, común tras una cirugía. Esta combinación de beneficios convierte a la piscina en un entorno ideal para iniciar el proceso de rehabilitación.
Apoyo físico y emocional
La terapia acuática ofrece ventajas no solo físicas, sino también mentales. El ambiente cálido de las piscinas terapéuticas —generalmente entre 31 y 33 grados centígrados— alivia el dolor y la inflamación, como lo muestran estudios con pacientes operados del manguito rotador. Además, el riesgo de caídas es mínimo, lo que da mayor confianza durante los primeros pasos de recuperación.
A nivel emocional, el ejercicio en agua ha demostrado reducir significativamente síntomas de ansiedad, depresión y estrés. En un estudio con 60 mujeres sobrevivientes de cáncer de mama, se observó que un año de terapia acuática mejoró notablemente su bienestar, incluso más que otras prácticas como el yoga o el pilates.
Shea Andreone, instructora de fitness acuático en la YMCA de Culver City, afirmó que este tipo de ejercicio estimula la producción de dopamina, la hormona del bienestar. “Pese al esfuerzo, moverse en el agua genera una sensación de ligereza y relajación que incluso mejora el sueño”, comentó.
Acceso y recomendaciones
A pesar de sus beneficios comprobados, esta terapia aún es poco común. La cirujana ortopédica Mara Karamitopoulos advirtió que no todos los médicos la recomiendan y que hay escasez de terapeutas certificados. Esto representa un reto para quienes desean incorporarla a su proceso de recuperación.
Para quienes consideran esta opción, The Washington Post sugiere comenzar con la aprobación médica. También se recomienda visitar las instalaciones para verificar accesibilidad y conversar con el terapeuta sobre limitaciones físicas, lo que permitirá personalizar las rutinas.
La frecuencia debe aumentar poco a poco. Stillman sugiere iniciar con dos sesiones semanales durante seis u ocho semanas y después pasar a clases grupales. En caso de no encontrar terapeutas especializados, las clases de aeróbicos acuáticos podrían funcionar como alternativa, siempre con autorización médica.
Un espacio inclusivo y adaptable
Una de las grandes ventajas de esta modalidad es su carácter inclusivo. Muchas personas con problemas en huesos, articulaciones, equilibrio o condiciones cardíacas no pueden realizar ejercicios convencionales, pero sí pueden participar en terapias acuáticas adaptadas.
Carol Stillman insistió en que la clave está en personalizar cada rutina según las necesidades del paciente. El agua permite ajustar intensidad, duración y tipo de ejercicios sin poner en riesgo la salud del usuario, lo que facilita una recuperación segura y progresiva.
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Finalmente, Andreone resaltó que el componente recreativo también importa. Estar en el agua puede sentirse como un descanso, aunque se esté realizando un esfuerzo físico considerable. La sensación de ligereza, sumada a los beneficios físicos y mentales, hace de esta terapia una opción atractiva para quienes buscan una recuperación más integral.
