Con la llegada de la última jornada de LaLiga, muchos futbolistas aterrizan en el tramo final del curso con cuatro amarillas a cuestas. Están apercibidos y durante años eso significaba jugar con un ojo puesto en el árbitro y otro en la temporada siguiente. Los futbolistas jugaban con la duda sobre si valía la pena arriesgar una entrada o una protesta sabiendo que una quinta tarjeta supondría perderse el primer partido del próximo curso. Hasta hace no mucho, esa preocupación era real y condicionaba tanto a jugadores como a técnicos.
The requested URL was not found on this server.