Los Micronautas son un dolor de cabeza legal, unos juguetes bastante feos y también uno de los cómics más alucinantes de la Marvel de los años 80 3d Juegos

Los Micronautas son una de esas rarezas que solo podían surgir en la efervescencia creativa de los años 70 y 80: una línea de juguetes con diseños cuestionables que, contra todo pronóstico, dio lugar a una de las sagas de ciencia ficción más fascinantes del cómic estadounidense.
Su historia es también un laberinto legal que ha mantenido a coleccionistas y editores en vilo durante décadas.
{"videoId":"x8h2zda","autoplay":true,"title":"Tráiler en español de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía de Marvel Studios", "tag":"Ant-Man y la Avispa: Quantumanía", "duration":"138"} Todo comenzó en Japón en 1974, cuando la compañía Takara lanzó la línea de figuras Microman, una evolución en miniatura de sus populares Henshin Cyborg.
Estas figuras de 3,75 pulgadas (unos 9,5 cm) destacaban por su alta articulación y la posibilidad de intercambiar piezas gracias a un sistema de conectores de 5 mm.
En 1976, la empresa estadounidense Mego Corporation adquirió la licencia para distribuirlos en Norteamérica bajo el nombre de Micronauts, adaptando algunos diseños y añadiendo nuevos elementos para el mercado occidental.
Hasta el momento, nada demasiado estrado dentro de lo que se solía hacer en la industria juguetera de la época, aunque los juguetes no alcanzaron el éxito esperado, su estética retrofuturista capturó la imaginación de muchos niños de la época.
Figuras originales de los Micronautas Uno de esos niños fue el hijo del guionista de Marvel Comics, Bill Mantlo, quien recibió varios Micronauts como regalo de Navidad en 1977.
Inspirado por las figuras, Mantlo propuso a Marvel adquirir la licencia para desarrollar una serie de cómics, seguramente muy influído por la serie de novelas de ciencia ficción The Micronauts de Gordon M.
Williams, que a su vez eran un homenaje a El hombre menguante de Richard Matheson.
Así nació en 1979 "The Micronauts", con guiones de Mantlo y arte de Michael Golden.
Lejos de limitarse a promocionar juguetes, que era lo esperable, la serie construyó un universo propio: el Microverso, un reino subatómico lleno de mundos exóticos y conflictos épicos.
Los protagonistas, como el comandante Arcturus Rann, la princesa Mari (Marionette), el guerrero Acroyear y el insectoide Bicho, luchaban contra el tirano Baron Karza en una narrativa que combinaba elementos de Star Wars y Dune.
Y también supuso el origen de un problema legal que a día de hoy afecta, por ejemplo, a algunos de los estrenos más recientes de Marvel Studios.
La serie original de Marvel se extendió hasta 1984, con un total de 59 números y dos anuales.
A pesar de su popularidad, los derechos de las ideas creadas específicamente para el cómic quedaron en manos de Marvel, mientras que los basados en los juguetes regresaron a sus propietarios originales.
Esto complicó futuras reediciones y adaptaciones.
En los años siguientes, otras editoriales como Image Comics y Devil"s Due Publishing intentaron revivir la franquicia con resultados dispares, lo mismo que Marvel, que recientemente recuperó a algunos de los personajes para sus cómics tratando de desvincularse de la licencia juguetera.
Pero la historia interesante está en la etapa original de Marvel, que a día de hoy sigue dando problemas inesperados incluso a las películas de Marvel Studios.
Porque sí, los cómics de los Micronautas no eran un mero catálogo disfrazado de aventura.
Eran historias complejas ambientadas en el Microverso, un universo subatómico donde civilizaciones enteras libraban guerras galácticas, con un lore que mezclaba traiciones palaciegas, romance interdimensional y batallas contra tiranos con armaduras oscuras, como el inolvidable Barón Karza, todo mientras los protagonistas surcaban el espacio a bordo de su nave Endeavour.
No sabían la que se vendría encima más de 30 años después- De la Tierra al MCU: cuando Marvel se topó con un problema legal microscópicoDurante aquellos años dorados, los Micronautas llegaron incluso a interactuar con personajes del Universo Marvel como los X-Men o los 4 Fantásticos.
Pero el sueño acabó de forma abrupta cuando Marvel perdió los derechos sobre la marca a mediados de los 80.
Bueno, esas cosas pasan, ¿verdad? Desde entonces, el Microverso se convirtió en un territorio en disputa.
Hasbro, propietaria original de la marca, ha jugado con su legado en editoriales como IDW, que en 2016 integró a los Micronautas en un universo compartido junto a G.
I.
Joe, ROM, M.
A.
S.
K.
o Transformers, con eventos como Revolution o Wrath of Karza.
En 3D Juegos Los Cazafantasmas que conoces de las películas son, en realidad, la copia de otro grupo de Cazafantasmas que tenían un gorila en su equipo El problema es que todo este ecosistema, que a priori suena tan ambicioso como atractivo, ha estado siempre sujeto a una maraña de licencias cruzadas que dificultan la continuidad.
Ni Marvel ni ninguna otra compañía han podido exprimir del todo ese potencial.
Tanto es así, que Marvel Studios se ha visto obligada a modificar uno de los conceptos clave heredados de los Micronautas para evitar complicaciones legales.
Y en los cómics originales de Marvel, los 4 Fantásticos, Ant-Man y otros personajes de la editorial eran visitantes asiduos de este "Microverso", una dimensión subatómica plagada de planetas exóticos y aventuras interdimensionales que se reutiliza de los cómics de Micronautas.
Ya veis el problema, ¿verdad?.
Cuando en las películas del MCU este término ha desaparecido se vieron obligados a reconvertir el Microverso el Reino Cuántico, una solución creativa y elegante para esquivar la bomba de relojería legal que supondría usar un concepto directamente ligado a una propiedad que Marvel ya no controla por completo.
El Reino cuántico de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (2023) De hecho, Marvel ha aprendido la lección con otras franquicias como ROM o Conan.
Los universos narrativos con derechos compartidos o caducados son minas antipersona para una empresa como Marvel Studios, que busca tener control total sobre todo lo que llega a la pantalla y que incluso anda a la gresca con temas tan evidentes como el reconocimientos a los guionistas y artistas que crearon los personajes que ahora explotan con cifras millonarias.
Así que mejor cambiarle el nombre al Microverso y dejarlo en el limbo, aunque su esencia siga ahí, flotando en partículas subatómicas.
En 3D Juegos No te creas todo lo que te digan en este nuevo documental sobre Marvel y Stan Lee de Disney+ Micronautas: nostalgia ochentera, culto coleccionista y posible futuro cinematográficoA pesar de todos estos obstáculos legales, los Micronautas no han desaparecido del imaginario pop.
Más bien todo lo contrario.
En 2023, Marvel anunció que había recuperado los derechos para reimprimir las historias clásicas de Bill Mantlo y compañía, y que publicaría un tomo con los primeros números de la serie original.
Una reedición que está apunto de llegar a las librerías españolas y que hará las delicias de los coleccionistas más veteranos y de los nuevos lectores que quieran descubrir una de las joyas perdidas de la ciencia ficción ochentera.
Y dado que existe interés todavía por la franquicia, durante un tiempo, Hasbro y Paramount soñaron con llevar a los Micronautas al cine, integrándolos en un hipotético "Hasbroverso" junto a Transformers y G.
I.
Joe.
Incluso se llegó a vincular al director Dean DeBlois (Cómo entrenar a tu dragón) al proyecto.
Pero como tantas otras ideas prometedoras en Hollywood, el plan quedó aparcado indefinidamente en 2020.
Los Micronautas 01 La Etapa Marvel Original 01 Limited Edition) Hoy en Fnac — 77,85 € Amazon — 81,95 € * Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión ¿Significa eso que los Micronautas están acabados? En absoluto.
Su regreso editorial, la revalorización de sus figuras, su huella en el MCU y el apetito actual por la ciencia ficción vintage apuntan a que su legado está lejos de extinguirse.
El Microverso sigue vivo porque al final, los Micronautas representan eso: la colisión perfecta entre imaginación, industria y cultura pop.
Un testimonio de lo que ocurre cuando un niño abre un juguete en Navidad, y un guionista como Bill Mantlo decide convertir ese gesto en una epopeya espacial que aún hoy, décadas después, sigue generando ecos entre los átomos de la realidad.
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