La Santa Muerte: entre el estigma por el vínculo con el "narco" y la creciente fe de sus devotos en México Milenio

La muerte habitaba en el Rancho Izaguirre, literalmente.
Mientras integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco se adentraban al sitio y localizaban indumentaria y presuntos restos óseos, desde los muros de una de las paredes del predio los observaban múltiples estatuillas de la Santa Muerte de distintos tamaños y colores.
Algunas de las veladoras ofrendadas aún permanecían encendidas en la repisa que sostenía el imponente altar.
Si bien también destacaron elementos alusivos al Palo Mayombe, fue la peculiar figura de la parca sosteniendo entre sus manos una hoz y al mundo la que no tardó en acaparar la atención tanto de las y los buscadores como de la opinión pública.
Fue así como, además de la indignación que generaron los hallazgos del predio en Teuchitlán, el culto a la Santa Muerte volvió a resaltar y a ser vinculado con actividades criminales que se realizan en México y sus perpetradores.
Tal y como fue el caso del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización delictiva a la que señaló como responsable de las operaciones del Rancho Izaguirre.
Aunque ésta relación no es nueva, sí ha abonado en la estigmatización de un culto que en las últimas dos décadas se ha consolidado como el de mayor crecimiento en México, de acuerdo con las investigaciones realizadas por el doctor en Historia de América Latina, Andrew Chesnut.
¿Por qué se le relaciona a la Santa Muerte con el narcotráfico en México?A mediados de la primera década de los 2000, mientras organizaciones criminales se fortalecían, al frente del Gobierno de México llegaba un hombre que prometió combatirlas y frenar la ola de violencia que afligía a la población: Felipe Calderón.
El expresidente de México adoptó como estrategia de seguridad una sanguinaria guerra contra el narcotráfico que no sólo terminó por favorecer al Cártel de Sinaloa sino que también vio en la figura de la Santa Muerte un enemigo por neutralizar.
El doctor Andrew Chesnut recordó en entrevista con MILENIO que uno de los detonantes para iniciar su investigación sobre el controversial culto fue un despliegue de elementos del Ejército Mexicano que Felipe Calderón ordenó en 2009 en los estados fronterizos del norte del país.
En aquella ocasión, el objetivo no era detener a líderes criminales o frenar el trasiego de drogas sino destruir cada altar dedicado a la Santa Muerte que los soldados encontraran a su paso.
Dentro del discurso del expresidente panista, aquella parca venerada por parte de la sociedad mexicana se planteaba como una “narcosanta”, una aliada espiritual de miembros de organizaciones delictivas.
Al respecto, el doctor Andrew Chesnut reconoció que existe una relación entre dichos grupos delictivos y el culto a la Santa Muerte, no obstante, hizo énfasis en destacar que la mayor parte de los devotos de dicho culto no están relacionados con actividades delictivas y que el sentido negativo que se le ha dado a la creencia está más relacionado a los prejuicios y estigmas que se han perpetuado a través de los mismos medios de comunicación.
Hablando específicamente de la veneración de miembros de grupos delictivos a la Santa Muerte, el experto explicó que esto se debe a que la también llamada "Niña Blanca" es considerada una santa popular, la cual no corresponde a la ética y moral de los santos católicos.
"En teoría se le puede pedir cualquier tipo de petición, así que si uno es "narco" y quiere mandar sustancias a Los Ángeles se le puede pedir eso más fácilmente supuestamente que a los santos católicos.
Sin embargo, tengo que decir que San Judas Tadeo, que es el santo católico más concurrido en México, también tiene sus seguidores entre el mundo del crimen organizado en México", señaló en entrevista con MILENIO el doctor Andrew Chesnut.
Su carácter de santa popular ha hecho más factible que miembros de organizaciones delictivas depositen su fe en ella toda vez que le pueden hacer peticiones vinculadas a sus actividades criminales.
Es por dicho factor que es común encontrar altares a la Santa Muerte en escenas del crimen, centros de operaciones e, incluso, dentro de prisiones mexicanas.
Éste factor ha sido determinante para construir una reputación siniestra alrededor del culto, sin embargo, la veneración a la también llamada "Flaquita" va más allá del vínculo con el narcotráfico y el crimen organizado.
¿La Santa Muerte es mala o buena? La muerte ha estado presente en distintas cosmovisiones del mundo desde siglos atrás.
En México, antes de la conquista, Mictlantecuhtli era venerado como el dios de la muerte y del inframundo.
De acuerdo con la mitología mexica, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl lo crearon para enseñar a valorar la vida y lo dejaron a cargo del Mictlán, el reino a donde van todos los humanos que mueren de forma natural.
A diferencia de lo que pudiera llegar a pensarse, el reino de Mictlantecuhtli no era considerado como un lugar de tinieblas o de castigo, sino simplemente como la morada de los muertos, de los descarnados.
En un repositorio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se explica que dicha connotación cambió radicalmente durante la conquista, pues con la llegada de los españoles los misioneros tradujeron al Mictlán como el infierno y al dios de la muerte como el diablo pues únicamente podían imaginarse el mundo a través de su religión.
De este modo, la evangelización marcó el primer precedente para que el culto a la muerte tuviera una connotación negativa y, pese al Estado laico, también desde la esfera política se han promovido iniciativas para frenar su reconocimiento legal como asociación religiosa.
Aún y con el desalentador panorama, la adoración a la Santa Muerte ha acumulado, como ninguna otra religión o creencia, una gran cantidad de devotos, especialmente en México.
"Hoy día es el nuevo movimiento religioso de más rápido crecimiento en todo el mundo con unos 12 millones de devotos en solo el espacio de dos décadas", compartió el doctor Andrew Chesnut en entrevista con MILENIO.
Aunque no existen sondeos exactos, las estimaciones que el también académico de la Universidad de Virginia ha realizado a lo largo de más de una década apuntan a que México alberca entre 8 y 9 millones de devotos de la "Flaquita", de los cuales la mayoría son hombres cuyas edades oscilan entre los 20 y 30 años.
Conocida también como “La Virgen de los Olvidados”, la Santa Muerte acumula gran cantidad de devotos que pertenecen a grupos vulnerables o disidentes como, por ejemplo, las trabajadoras sexuales, la comunidad LGBT+, las personas privadas de la libertad, entre otros sectores de la sociedad.
Asimismo aquellos quienes viven al borde de una muerte repentina han optado por depositar su fe en la “Niña Blanca”, tal es el caso de traileros, taxistas, policías, mujeres que temen ser víctimas de feminicidio y, por supuesto, aquellas personas involucradas en actividades criminales donde la violencia está a la orden del día.
El rápido crecimiento que ha tenido el culto a la Santa Muerte ha encendido las alertas de la Iglesia Católica, quiénes no sólo la desestiman por no cumplir con sus estándares éticos y morales sino también por la competencia que representa para su propia institución religiosa.
Las investigaciones que el doctor Andrew Chesnut ha realizado señalan como un factor determinante la reputación que tiene de ser rápida y eficaz en el cumplimiento de las plegarias de sus devotos.
"Durante mis entrevistas de campo en México, entre muchos devotos se repitió la reputación de ser muy eficaz y rápida con los milagros, además de que la ven como un ser superior porque ella, en contraste por ejemplo con Malverde u otros santos populares, no era una persona real sino la propia muerte [.
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] ¿a quién más pueden pedir más días o meses de vida que a la misma muerte?", puntualizó el doctor Andrew Chesnut.
Pese a que la Virgen de Guadalupe es la figura femenina más venerada en el país, el culto a la Santa Muerte también ha abierto espacio al género, no sólo porque la misma representación de la parca es femenina sino también porque, contrario a la Iglesia Católica, los liderazgos de sus altares más reconocidos los han asumido mujeres, como es el caso de Doña Enriqueta Romero Romero en el Barrio Bravo de Tepito.
Múltiples son los estigmas y prejuicios que rodean el culto a la Santa Muerte en México, sin embargo, mientras parte de la opinión pública continúa desestimándolo por los integrantes del crimen organizado que la veneran, muchos otros encuentran en ella la fe y la esperanza que perdieron no solo en otras religiones sino también en su propio entorno.
ATJ