El campo no se detiene Excelsior

 Por: Víctor Villalobos Arámbula * Durante la pandemia de covid-19 se acuñó la frase “el campo no se detiene” para subrayar que el sector agropecuario y pesquero fue el único de la economía nacional que tuvo tasas de crecimiento durante ese difícil periodo, lo que permitió mantener la producción y la disponibilidad de alimentos para toda la población.
Y si el campo mexicano no se ha detenido, tampoco lo ha hecho el apoyo que el actual gobierno federal ha instrumentado para los pequeños productores, y prueba de ello es que, recientemente, el Coneval reportó la reducción de la pobreza en los territorios rurales de 57.
7% a 48.
8% en el periodo comprendido de 2018 a 2022, en el que hay que señalar el impacto positivo de los programas Fertilizantes para el Bienestar, Producción para el Bienestar, Canasta Básica, Precios de Garantía y Bienpesca para disminuir la pobreza en la población rural y pesquera en 1.
9 millones de personas.
Los programas sociales implementados por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, con la entrega de apoyos e insumos en forma directa y oportuna, han beneficiado a más de dos millones de personas.
Éstas son, sin duda, buenas noticias para el sector y dejan en claro que las políticas públicas instruidas por el Presidente, y llevadas a cabo por la Sader, para rescatar al campo de la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria, están dando resultados.
Es de entender que un sexenio puede ser insuficiente para revertir la marginación y discriminación en el campo después de décadas de abandono y empobrecimiento.
Sin embargo, estos resultados muestran que el camino a seguir es correcto, aunque siempre será oportuno revisar los programas, llevar a cabo análisis sobre sus impactos y cumplir con la debida rendición de cuentas, a fin de realizar mejoras en su funcionamiento y, sobre todo, consolidarlos como política pública hacia el futuro.
Por la propia naturaleza y dinámica de los programas, y debido a los imponderables y externalidades a los que siempre están expuestas las actividades agropecuarias y pesqueras, es normal que se tengan que realizar ajustes en ejecución, logística y cobertura; lo importante es mantener los apoyos.
La experiencia ganada en estos años constituye un invaluable activo para su razonable continuación.
Ahora bien, considerando que se trata de programas multianuales, que manejan considerables montos del presupuesto público y que son de cobertura nacional, lo mejor es que dichas evaluaciones sean realizadas por una entidad externa con probada reputación, neutralidad y experiencia técnica demostrada, lo cual podría garantizar su continuidad, adicionando los cambios que consideren necesarios.
Durante esta administración, la conducción de las políticas gubernamentales se enfrentó a diversas y complejas condiciones, como la pandemia, la consecuente desaceleración económica global y el alza internacional de los precios de alimentos e insumos agrícolas; no obstante, y gracias a nuestros productores, verdaderos héroes de la alimentación, fue posible evitar una crisis alimentaria, como sí ocurrió, lamentablemente, en otros países.
El esfuerzo de nuestros productores merece y debe continuar siendo apoyado.
Otro argumento en favor de la continuación de los programas de apoyo e incluso de su fortalecimiento, es que estamos enfrentando más problemas de carácter ambiental, como prolongadas sequías, temperaturas extremas, o huracanes más frecuentes y violentos.
Estos tres fenómenos climatológicos impactan directamente a la agricultura y ponen en riesgo la seguridad alimentaria de los mexicanos.
Por nuestra parte, hemos desarrollado medidas que tienen horizontes de mediano y largo plazos, como por ejemplo, la Estrategia Nacional de Suelo para la Agricultura Sostenible (ENASAS), que organiza, coordina y fortalece la implementación de acciones dirigidas a la conservación y manejo sostenible de los suelos agropecuarios.
Habrá que agregar que estas alteraciones en el clima están provocando la emergencia de nuevas plagas y enfermedades que merman las cosechas, se incrementan los costos de producción y, por lo tanto, se presionan al alza los precios de los alimentos.
Sin olvidar el riesgo, cada vez más presente, de zoonosis que amenaza la salud humana.
Los tiempos por venir anticipan grandes retos para la agricultura de México y del mundo.
Está en juego el ser capaces de garantizar la alimentación de una creciente población.
Nuestro país ha puesto la muestra de que, aún en condiciones adversas, con el trabajo de nuestros productores y con un apoyo sostenido del sector público, es posible disminuir la pobreza en el campo y, a la vez, incrementar la disponibilidad de alimentos para toda la población.
Queda el modelo para que el campo no se detenga.
 * Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural del gobierno federal  Columnista: Columnista Invitado NacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0