Quien me insulta siempre, no me ofende jamás.
Víctor Hugo En estos cuatro años, los mexicanos hemos sido testigos y víctimas de dos tipos de agresiones por parte del gobierno: una, las miles de mentiras con las que intenta ocultar los innumerables errores y fracasos de la administración y, otra, los insultos, ofensas, calumnias, descalificaciones que, por cientos ha espetado el señor Presidente, lo mismo contra países como España, organizaciones como la ONU y la OMS, o contra quienes denuncian la realidad: analistas, escritores, investigadores, asociaciones civiles, políticos, funcionarios, etcétera, nadie se salva de su interminable retahíla de insultos.
Escribo estas líneas porque nunca en la vida nacional tuvimos como presidente a un individuo cuyo vocabulario es peor que el de un borracho de cantina; la dignidad de un jefe de la nación se pierde en el momento en que su discurso sirve, no para informar o conciliar, sino para ofender, dividir e insultar a diestra y siniestra.
Pero, recientemente, junto con los ataques sistemáticos a periodistas, comunicadores, escritores, investigadores y demás, con motivo de un grave problema surgido por el plagio de una tesis denunciado oportunamente, el señor Presidente agredió como nunca a la Universidad Nacional Autónoma de México, y al burlarse grosera y vulgarmente del señor Rector y calificar su discurso como choro mareador, ofendió no sólo a su persona, sino a toda la universidad y lo que ella represente.
En la UNAM estudió y se recibió mi padre y yo también; como cientos de miles de mexicanos, debo lo que soy a la UNAM, que es una organización centenaria sin la cual no sería posible imaginar el México de hoy.
La sola enumeración de los egresados de la UNAM que cambiaron, modernizaron y dignificaron al país creando organismos, instituciones, fundaciones, bancos y escuelas, etcétera, confirma que México es lo que es gracias a sus egresados de la UNAM; como ejemplo puedo decir que el Hospital General de México, el Hospital de Enfermedades Respiratorias, el Instituto de Salubridad y Asistencia, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Hospital Infantil de México, el Instituto Nacional de Cardiología, el Instituto Nacional de la Nutrición, el Instituto Nacional de Cancerología, el Instituto Nacional de Rehabilitación, el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, el Instituto de Geriatría, y tantas instituciones más, son creación y fruto del trabajo de médicos y funcionarios universitarios.
Por todo esto alzo mi voz para exigir al señor Presidente que respete a la Universidad Nacional Autónoma de México, que los unamitas de hoy y los unamitas de ayer repudiamos, no sólo sus palabras soeces y ofensivas, sino su intento de dañar a nuestra universidad.
Soy universitario, y le pregunto a quienes estudiaron en la UNAM y a ella le deben lo que son y lo que han logrado: ¿Cuál es su reacción ante estos insultos?, y si en el 2018 pensaron que López Obrador era buena alternativa, ¿volverán a votar por él?Y ustedes, estudiantes universitarios que acuden a la UNAM para prepararse, ¿cómo votarán en 2024 sabiendo que su alma mater es agredida impunemente?Y los mexicanos, de todas las condiciones sociales y económicas, que buscan cada día tener un mejor nivel de vida, ¿qué piensan de quien como respira, insulta, ofende sin límites, viola las leyes y las más elementales normas de convivencia?, ¿merece seguir dañando a México?Señor Presidente: nuestra universidad es ejemplo y modelo de pensamiento universal; es nacional porque abarca todo el territorio; es autónoma, porque sus decisiones son libres y no acepta presiones; y es de México, porque fue construida por y para los mexicanos, ¡deje de agredirla!, ¡aprenda —aunque sea tarde—, a respetar a una de las más importantes instituciones del país! Columnista: Rafael Álvarez CorderoImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0