Mi experiencia de lectura de la novela histórica Heraldo de Aguascalientes

Jesús Antonio de la Torre Rangel[1]

Morir en el silencio de las campanas, de la autoría de Cecilia C. Franco Ruiz Esparza y Felipe Ruiz de Chávez, es una novela histórica ubicada en la época de la persecución religiosa callista y la resistencia cristera, que tiene como principal escenario la ciudad de Aguascalientes. Se trata, además, de una historia de amor –entre Ignacio Ruiz de Chávez y Lupe Ybarra–, en la que tanto los protagonistas principales, como los demás, conservan su nombre propio.[1]

Conocemos otra novela “cristera” que también narra una historia de amor, y que parte de su trama se desarrolla también en Aguascalientes. Se trata de Jahel, de Jorge Gram.[2] Se publicó en El Paso, Texas, en 1955.

Morir en el silencio de las campanas se refiere a dos años, cumpliendo el periodo de un año: de mayo de 1926 a abril de 1927. Pero el relato va hacia atrás en el tiempo, porque narra cuestiones importantes de la Revolución Mexicana en Aguascalientes, tales como la asunción del coahuilense avecindado en Aguascalientes, Alberto Fuentes, a la gubernatura del Estado, como primer gobernador maderista y narrando algunas de sus acciones de gobierno. Disputó la gubernatura con Felipe Ruiz de Chávez, padre del protagonista principal de la novela y abuelo del autor del libro.[3] Narra también la vuelta de Fuentes Dávila, después de la caída de Victoriano Huerta. Se habla de cómo Fuentes perjudicó a la Familia Ruiz de Chávez. Aquí la novela me comienza a “hablar de tú”, porque mi abuelo, Juventino de la Torre, fue puesto en la cárcel arbitrariamente por el gobernador, y tuvo que salir con toda su familia a la Ciudad de México[4]. Sólo volvió a Aguascalientes él y su hijo, el doctor Rafael de la Torre, el resto de su familia, hijos e hijas, hicieron, a partir de entonces, su vida en la Capital. Pero, por otro lado, debo decir que conocí e hice amistad con el emblemático librero Enrique Fuentes Castilla (Saltillo 30.III.1940- Cd. De México 13.III.2021), dueño de la Antigua Librería Madero, de la Ciudad de México, nieto o sobrino nieto de Alberto Fuentes, según él mismo me platicó.

La novela está muy bien ubicada en el momento histórico en que se desarrolla la trama, tanto a nivel local como nacional. También, es notable el conocimiento de la conformación, de la topografía, de la ciudad de Aguascalientes en la época; al expresar nombres de calles, de sus comercios; se habla de muchas personas, de sus oficios, de sus actividades; algunas de esas personas mencionadas, notables y otras ilustres. Por mencionar algunos y algunas: Manuel M Ponce, Ramón López Velarde, la maestra Concepción Aguayo…

El libro se anuncia como “novela costumbrista” que “rescata y divulga la vida de Aguascalientes”, y cumple cabalmente.

Decía que, en algunos lugares, la novela “me habla de tú”, ya que en algunas referencias la siento cercana:

Menciona a mi abuelo Juventino de la Torre, ligado al “Catolicismo Social” (p. 116). Se trata de grupos que divulgaban, hacían conciencia y aplicaban las enseñanzas de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII (1891).

Por cierto, mi abuelo Juventino tenía cercanía política y seguramente de amistad con el padre del protagonista principal de la novela, don Felipe Ruiz de Chávez, pues hace algunos años encontré una nota en un viejo periódico de Aguascalientes en la que se daba la noticia de que Juventino de la Torre había sido electo diputado suplente de Calvillo, siendo propietario Felipe Ruiz de Chávez.[5]

Continuará…

[1] Se publicó con el sello editorial de Quintanilla Ediciones, primera edición en 2020 y primera reimpresión en 2021.

[2] Se trata de un seudónimo. Su autor es el sacerdote católico David G. Ramírez (1889-1950).

[3] Cfr. Enrique Rodríguez Varela, La Revolución. En el Centenario de la Soberana Convención de 1914, Ed. Universidad Autónoma de Aguascalientes, Aguascalientes, 2014.

[4] Cfr. Jesús Bernal Sánchez, Apuntes Históricos, Geográficos y Estadísticos del Estado de Aguascalientes, Editor Alberto E. Pedroza, Aguascalientes, 1928, págs. 68 y 69.

[5] Cfr. La Voz de Aguascalientes, No. 51, 28 de Junio de 1907.