Crónica Gomezpalatina El Siglo de Torreón

A raíz de la reciente crónica aparecida el mes de abril anterior en este mismo espacio, en la cual se abordó el tema de los trovadores gomezpalatinos de la Plaza Juárez, cantantes populares que con frecuencia nos deleitan en ese tradicional jardín de nuestra querida comunidad.
Se han acercado algunos de ellos con este modesto cronista, para preguntar sobre los antecedentes de la historia musical de Gómez Palacio, ya que dicen tener muy poca información al respecto.
Les hemos comentado que efectivamente este ha sido un tema que no han tocado con regularidad aquellos que tienen conocimiento sobre este asunto y que en lo personal un servidor si ha publicado algún material con anterioridad, en dos números de la revista “Cuadernos de la Crónica Gomezpalatina” y también en pasadas colaboraciones de la crónica quincenal en “El Siglo de Torreón”, sección Gómez-Lerdo.
Allí hicimos referencia de un análisis particular sobre el proceso musical en nuestro entorno, desde el siglo pasado y lo que llevamos de esta nueva centuria, como una actividad ligada de manera esencial y permanente a las acciones de hombres y mujeres, jugando un importante papel en la vida de los habitantes, siempre presente en las situaciones festivas y en las pesarosas; en las manifestaciones más sentidas y especiales, al igual que en los momentos más solemnes y relevantes, puede considerarse que sin la presencia de la música no están completas las ceremonias más especiales.
A principios del 1900, la música de calidad estaba reservada para el deleite de las clases pudientes, ya que solamente en esos niveles podía costearse el elevado costo de las actuaciones de las grandes orquestas, compañías de zarzuela y opereta, que se presentaban ocasionalmente en las ciudades más importantes y en las elegantes fiestas privadas que organizaban los potentados, o que hacían viajes a propósito para tener el gusto y privilegio de disfrutar con esas actividades culturales.
Las clases marginadas no tenían acceso a estas diversiones tan ajenas a su manera cotidiana de vivir y ni siquiera, en su mayoría, la educación ni el gusto para deleitarse, precisamente por razones mayormente de economía y ausencia de conocimientos en la materia.
Eventualmente asistían y participaban en las fiestas tradicionales de su comunidad, vinculadas a sus costumbres como las danzas autóctonas y modestos cuadros de bailes escolares y en las fiestas de aniversario de sus congregaciones.
Sin embargo, la necesidad de expresar las manifestaciones del espíritu llevó a los pobladores a buscar las formas más prácticas de desarrollar sus inclinaciones artísticas, interpretando sin acompañamiento sus cantos, por carecer de la preparación y de un instrumento para hacerlo, lo que dio margen a la aparición de expresiones como las de la canción cardenche, cultura de gran fuerza y sentimiento que aún prevalece hasta nuestros días.
Con el tiempo y en otras circunstancias, empezaron a destacar en nuestro medio notables personajes, como precursores de esa noble profesión de músicos, que con el estudio adecuado y un trabajo esforzado y constante sentaron las sólidas bases para detonar un creciente impulso en el terreno musical, que, con el creciente ejemplo de los compositores e intérpretes mexicanos de esas épocas, con un profundo sentido nacionalista fueron creadores de bellos valses como: “Capricho” de la autoría de Ricardo Castro, “Recuerdo” del inolvidable maestro Alberto M.
Alvarado y “Sobre las Olas” del inmortal Juventino Rosas, quienes impusieron su calidad y compitieron con los mejores compositores del mundo, ganando un espacio legítimo en el corazón de nuestro pueblo que solamente estaba acostumbrado al chotis, las cuadrillas, polkas y valses extranjeros, que en menor escala seguirían acompañando al goce popular durante varias décadas, hasta que poco a poco fueron desplazadas por las nuevas corrientes musicales, que vinieron a transformar definitivamente el panorama artístico y cultural, con su singular encanto.
Adoptando nuevas costumbres y dinámicas de diferente índole, favorecidas por nuevas tecnologías que cambiaron las sencillas expresiones de escuchar música, por equipos e instrumentos capaces de crear sonidos de dimensiones asombrosas.
El cambio fue total y definitivo, ahora la música está integrada en un colosal mosaico de armonías de las más diversas, su carácter es internacional y cosmopolita.
Antes disfrutamos con el charlestón, el tango, el boogie, el blues, la música instrumental, los danzones, rumbas, mambos, chachachá, rock and roll, música vernácula de mariachi, redova y banda, que ahora se complementan con reguetón, quebradita, cumbia, música electrónica y otra infinidad de ritmos que continuamente aparecen, demostrando con ello que la música siempre estará transformándose, al modo exigente como cambia la sociedad y la vida misma, aunque no siempre sea con buen gusto.
Hemos conocido en nuestra región todas estas manifestaciones y cada una de ellas ha tenido su momento de novedad y gozado de la predilección de algunos sectores de nuestra comunidad, lo que nos ha permitido de alguna manera ser partícipes de ese mundo de modernismo, sin embargo, en nuestros antecedentes figuran personajes de gran trayectoria en la vida musical regional que han dado lustre a nuestro terruño.
Uno de los más prominentes fue el maestro don Joaquín Amparán Cortés quien llegó a ser Director del Conservatorio Nacional de Música, interprete pianístico de categoría superior y solista en la Sinfónica Nacional bajo la dirección del genial Silvestre Revueltas, así como en la Orquesta Sinfónica de México que dirigía el reconocido maestro Carlos Chávez, lo que le valió a don Joaquín ser considerado como uno de los mejores músicos de México.
También hemos tenido exponentes de primera línea en música clásica como Agripina Carrillo Ramírez, conocida mundialmente en el terreno del bel canto, como “Pina Carrillo”, quien inició su trayectoria artística siendo participante del coro de nuestra Parroquia de Guadalupe, para después y gracias a su portentosa voz ingresar al Palacio de Bellas Artes, institución que le otorgó una beca de ingreso al Conservatorio “Giuseppe Verdi” de Milán, Italia, donde participó en el afamado concurso del Teatro de la Scala de Milán, compitiendo contra cientos de las mejores cantantes del mundo, siendo seleccionada entre las 30 mejores voces y elegida para el elenco de la obra “Cavallería Rusticana” en el papel de Santuzza, obteniendo un triunfo clamoroso que le permitió desarrollar una carrera exitosa al lado de cantantes de talla mundial, como: Giuseppe Campora, María Caniglia, Bidú Sayáo, Giuseppe Di Stefano y Plácido Domingo.
Otro colosal cantante fue el tenor David Portillo Estrada, integrante principal del primer círculo de la reconocida Academia de la Ópera de Bellas Artes e integrante de sus voces centrales durante dos décadas.
Cantó en 1964, La Novena Sinfonía de Beethoven (El Himno de la Alegría) en la reinauguración del Teatro Degollado de Guadalajara, Jal.
, también lo hizo en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1986, en México y en la ceremonia inaugural de la nueva Basílica de Guadalupe.
En 1980, su participación cantando “Nessundorma” en el Palacio de Bellas Artes, fue considerado por la crítica especializada al mismo nivel de lo realizado por los tenores Luciano Pavarotti y Franco Corelli.
El año 2005 fue reconocido como Ciudadano Distinguido de GómePalacio, en el marco de los Festejos del Centenario de la ciudad.
Otra notable cantante de Bellas Artes es la mezzosoprano gomezpalatina Diana Elizabeth Valencia Arango con numerosas presentaciones como: “Suzuki” en la tragedia japonesa “Madama Butterfly”, “Zita” en la obra “Gianni Schicchi”.
En oratorio y música de concierto ha interpretado como solista “El Mesías” de Handel, “Gloria” de Vivaldi y “Misa de Coronación” de Mozart.
Actuando junto a Plácido Domingo y Fernando de la Mora.
También otra notable paisana Angelina Rojas Picones, integrante del grupo “Solistas Ensamble” de Bellas Artes, que investiga y difunde música vocal en todas sus especialidades.
El grupo lo integran destacados cantantes profesionales que actúan como solistas en diferentes foros nacionales y extranjeros participando en producciones discográficasFue el primer grupo mexicano en actuar en el Carnegie Hall de Nueva York.
Otros valiosos elementos como la eminente pianista Claudia Angélica Machuca Toscano, ha ganado premios importantes en nuestro país y en Francia, donde se desempeña como concertista y maestra.
En el terreno de la música popular, nuestro máximo exponente sin lugar a dudas lo fue José Luis Cisneros Alvear “Güicho Cisneros”, que con sus bellas composiciones de corte romántico trascendió en el gusto del público mexicano con canciones como:” Gema”, “Tres Regalos”, “Negrura” y “Dime que si me quieres”, entre muchas otras.
“Gema” se convirtió en un sonoro éxito nacional que permitió a su autor la obtención del Disco de Oro como mejor compositor en 1959, compitiendo con creadores de la talla de José Alfredo Jiménez y Álvaro Carrillo.
Esa canción de acuerdo con la famosa radiodifusora XEWfue la más solicitada por el público en todos los tiempos.
Otra gran cantante gomezpalatina fue María del Rosario Mónica Igual Herrero (1950-1975) conocida como “Mónica Igual” famosa por canciones como “Tu boca dice no”, “Nuestra forma de querer” y “Señor Locutor”, que, a pesar de los años transcurridos desde su aparición radial, se siguen escuchando.
Jesús Mena Saucedo pianista eminente y compositor heredero de una gran tradición de músicos de nuestra entidad, y él mismo, con una gran trayectoria de más de 200 obras, es autor de la nueva música del Himno del Estado de Durango.
Otras grandes luminarias como directores de orquesta, fueron: José Refugio Mesta Granados “Cuco Mesta” y Francisco Sáenz “Quico Sáenz” quienes brillaron intensamente y ocuparon un lugar especial por los años 50 del siglo anterior y durante varias décadas gozaron de la simpatía popular.
Recordamos con orgullo a la Banda de Música de Gómez Palacio creada en 1949 como Banda de Música Número 2 del Estado de Durango.
Siendo su primer director don Manuel Juárez y más adelante don José Mireles Posada, luego don Arturo Segovia Madrid, don Francisco de la Fuente Ramírez; don Juan Martínez Torres; don Jesús Perales Froto y actualmente don José Díaz Medina y junto a muchos excelentes músicos se han convertido en símbolo de nuestro terruño por más de seis décadas.
En la siguiente crónica continuaremos con la información disponible sobre la historia de nuestros artistas gomezpalatinos, bohemios y trovadores que con su participación activa han dejado una honda huella en la memoria colectiva de nuestra comunidad, por su categoría y talento ramlom28@hotmail.
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